Acerca de los límites cronológicos de la Arqueología
Antonio Beltrán Martínez
[page-n-21]
•
ANTONIO BELTRAN MARTINEZ
(Zuapza)
I'Icerca de lo!>
de la
IImit~!>
cronológico!>
arqu~ologra
Los estudios sobre 'lo Que ,podemos llamar una deoría general . de
1:1 Arqueo logía. 80 n numerosos y modernos; y muchas de la8 cuestiones que permanecían confusas y enfocadas de muy diversas maneras hace poco tiempo por los estudiosos se van aclara ndo y si mplificando. No obstante, la cuestión Que encabeza eslas consideraciones, despierta aún, enlre nosotros, la polémica y la duda y conviene pensar en ella. co n "la seguridad de que al hacerlo, también
ll egaremos. mediante el común esruerzo. a obtener una posición
firme y ventajosa para la investigación .
La bibliogra1'ía especializada sobre estos tema s, Que ,puede verse
exlensamente en nuestros brabajos Introdllcci6n al Estudio de lo
A rqflcología, (Cartagena 1947) y A rql/cología clásiCa, (Madrid 1949,
cap. 1) presenta en sus ejemplos más interesa ntes: Un grupo en el
que se desarrolla un concepto de la Arqueología muy pr6x,imo a 'la
IHistoria del Arte o a la Teoría de las Formas; así Biagio P:lce (In.
trodu::io"c 0110 Stl/dio dcll' Archeologia, 1.- cd . 1933, 3.· 1947) , Pa olo Enrieo Arias (A rchac%gia, reedici6n, Catania 1942); Goffred o
Ilendinelli, (D oltrina dcU'Arc/¡eologia e dclla Sforia dcll'Artc,
Milán 1938), entre los italianos; los franceses n08 brindan un cxcc·
lente rcsu men con Jacque6 Zarallaye, ~lntroductio n al/X Etlules d'Ar·
chcologie et á' Histoirc de l' A rt, París 1946) y con el mismo ca rácter
podemos incl uir la fam osa y.clásica obra del profesor suizo W . Deon.
na (L'A rcheologk,son domaine et son bl't, 3 vals. refundidos luego
en uno, París 1922). En alemán el excelente manualito de Kocpp
-
21
~
[page-n-22]
2
A. BELTRAN MARTINEZ
(ArG
hacologie, 1, Berlín 1911). Todos estos autores, preocupados de
manera e~lusiva y eliminatoria po r lo «olásico», han provocado saludables reacciones. dando 'lugar a obras tan estim ables como la de
Bu&chor (Begriff lUId M cth ode der A rchaco /agie, e n el H andbuch de
Ouo, J, 3, Berlín 1939) o, con muchas menOs pretensiones , el lib rito editado por el British Museum (Ho 'UJ lo observe in Arc/¡acology,
Londres 1.. 1920, 2," 1929) co n la colaboración de especialistas como
Kenyon, Hill, Flinders Petric, W oolley, Davic8, R . A. Smilh, Fondykc, Anderson. Myres, H oga rth Fitzgcra ld y Hall, p 3ra un total
de 120 pági nas. Más reciente el manua l de Gcorgcs Daux (Les
Etapcs de l'Archeologie, París 1948).
No sería justo omitir el ,p apel esencial Que a la Prehistoria ha
correspondido en el avance y modernización del co ncepto de Arqueología . Las más atrevidas ideas han surgido siempre en este
ca mpo, dando lugar a monografías lan interesantes como tas de
G o rdo n Childe (especialmente r l troduclion fo the Con}enmce-on
b
Ihe probl ems and prospecls of European Archaeology, Londres
1944, pág. 4 ss.) Que en una de ellas (Tll e ¡ltture o} Archaeo/ogy,
Man cnero-febrero 1944) preconiza el que se atienda más a c6mo
' está la Arqueología en el lugar donde la encontramos Que a buscar
su origen, a investigar el entronque co n la Antropdlogía social y a
excavar preferentemente lugares de habitaci6n, tendiendo a la tecnología y a la Antropología humana , Entre nosotros merecen ser
citados en este luga r Pericot (Grandeza )' Miseria de la' Prehistoria,
Barcelona 1949, Treinta año.s de excatlacioTles en Levante, Cartagena 1949 y La España Primitiva, Barcelo na 1950), Almagro, (/ntrod¡¡cci6 n al Estudio de la Arqueofogía, Barcelona 1941), a iircía y
Bellido (HilLoria de hl Arqueología cspaliola desde \800 hasta nu es>Iros días, Conferencia en el Curso de Bal eares de ]949), Alonso del
Rea l (Fuución social del Arqueólogo, Congreso Arqueol6gico de
Atlbacelc, 1947, pág. 33) , Vayso n de Pradcnne (La Pr ehist on~ , traducci6 n ar.t!'enlina ]942) y Martínez Sanla.Olalla (Esqu ema pafetnológico dc la Pe1linsula Hispá1lica, 2.· ed. Madrid 1946, y Pasado y
prt1ente de la A rquc%gia y }14tllro de la PtJ!ct tlología, Congreso
de Albacete , 1947).
Fin al mente, no podemos descui dar, tampoco, la bibliografí a acero
ca do 'Ias excavaciones arqueológicas, ex tensa e n tít uios de impor.
tancia, de la cual solamente anotamos unos cuantos que estudian
con especia l esmero la relación enbre los trabajos de campo y el
concepto de la Arqueología·; son Salin {Marwel de FOllille$ Archca_22_
[page-n-23]
LIMITES CRONOLOGIOOS DE LA ARQUEQI.OGIA
3
logiques. 1. Les fou.¡Jfes de sepuItuTes d" V alt VIII siéc1c. París
.1947), Wieg:md y Buschor (Handbuch de Otto cit., págs 71 y 77
respectivamenle), Foudou-Kidis (MmmcL de la teNlique des ¡ollilles
archeologiqlles, París 1939), De Morgan (Les recllerclles a"heoIogiques, leur blle ee lellT procedés, París 1934), Du Mesnil du Buisson
(La techlliqlle des ¡mlilles arcllCologiqlles, París 1934) y W oolley
(Diggi?lg IIP the past, Londres 1930). Acerca de [a s excavaciones españolas las publicaciones de Martínez Santa-Olalla y en otro sentido
de Castillo (Congreso Arqueológico de Elche, Cartagena 1949).
La cuestión de los límites que nos planteamos, arranca de 10 impreciso de las definiciones y aun de los conceptos que suelen d:lrsc
de la Arqueología. Bien fácil es, por lo p ronto, desecha r los que se
fundan en di· si mple valor etimológico de la ¡palabra «(~ratado de lo
antiguo»), O la opinión de quienes piensan que nuestra ciencia no
pasa de ser una más o menos amplia historia monumental y arlíslic:t
de 'la antigüedad, o la idea Que la confunde, más o menos claramente, con un co leccionismo, por muy erudito y ¡azonado que (>fite se.'l,
T ratemos de obtener un concepto o por lo menos una enumeración de las tareas del arqueólogo, mediante un razonamiento lógico.
Una base segura de donde .podemos partir es la afirmación de que
I¡, A rqlleo/ogía ¡'-gura en la serie de los grmldcs ¡'~térprctes de la
Historia; a lo que podríamos añadir que, en determinadas etapas,
es 'la Historia misma , Este sentido tendría la indicación de Gordon
Childe cuando afirma que ela Arqueología es una ciencia social que
a todos "01' igual interesa., Su ambiente está formado, en consecuencia, por los restos materialC1> contemporáneos de ias situacionCli
hist6ricas Que se estudien y su tarea será el trabajo sobre tales vesti'gios, De aquí Que podamos asegurar, en términos generales, como
'labor propia de la Arqueología. el implttar ordenadanumte a mm
época pasada. litiO cosa formada por la maflO del hombre, o IItih;zada por él, recogie fldo del cOfljunto'dc cosas estudiadas, el .medio
material, cultural y tísico, en el que desenvolvía sus act'i.vitla'des el
ser Il1lmall o y tratando de deducir de dichos resultados la ba"e espiritual correspoJll/iente . Si a las cosas hechas o usadas por el hombre, Que pueden informarnos de a'lguna de sus actividades, 4as lla_
mamos «monumentos», las actividadC1> arqueol6gicas tenderán a obtener o recuperar estos monumentos (excavaciones), tras lo cual
deberán ser interpretados , descritos, fech ados y conservados.
Esta exposici6n deja sin resolver el concepto de '!os limilctl cronológicos de la Arqueología, Biagio Pace dice: .. La Arqueología es
-23-
[page-n-24]
4
A. BEURAN MARTINEZ
d método .para el estudio de fas obras human as o monumentos de
los pueblos antiguos, a fin de preparar, conjuntamente con la Fi lología -estudio de '108 monumentos escrifos-, 108 materiales para
la reconstrucción histórica de la vida pasada en sus diversos aspectos:.. Es decir, cualquier objeto perteneciente al p'asado, próximo
relativamente o remoto, podrá ser considerado desde el punto de
vista del Arqueólogo: así llegaríamos al concepto de los autoreti
griegos y romanos, ,p ara Quienes .arqueología era un conocimiento
del pasado», También al tratar de ~a larca arqueológica decíamos
Que consistía en «imputar a una época pasada ...•.
¿ Qué habremos de entender por pueblos antiguos, antigüedad, ~
época pas3da? ¿ Hasta qué Runto podremos detenernos en un límite
y cuál será dI grado de convencionalismo de éste? ¿Nos servirá la
vieja división de la Historia en Edades? Todas estas preguntas van
envueltas en 'la cuestión Que nos proponemos, independientemen te
del ,hecho de Que se crea, fundadamente, Que la disoluci6n del imperio rom ano y la constituci6n de 108 reinos B:írbaros, como un:!
consecuencia del mismo, constituyan el fin de los tiempos anliguos,
No ea ocioso, pues, el plantear - y tratar de resolver- esta espinola cuestión: aunque en la práctica - repetimos- exislan hoy
pocal dudas entre la mayor parte de los pro{e¡ionalel, Su import ancia se acrecienta por llevar su saluci6n anejas otras para otr08 tantOl problemas estrechamente relacionados e ntre sí.
Nos referimos concretamente a los límites cronol6gicos, de 10&
cuales no puede haber duda en el superior -4a aparici6n del Hombre en el mundo-, pero sí las hay en el' inferior. La legislación española «de excavaciones y antigüedades. lo lleva hasta el reinado
de Carlos 1 (Reglamento de 1.0 de marzo de 1912, para aplicación
de l:l Ley de 7 de julio de 1911) (1) ,
Segú n los términos usados por la Ley, no hay dificU'ltad para
observar Que estamos en ,presencia de un límite absol utamente convencional, por lo tanto sin valor en sí; exacta monte igua~ pudo h:l~
( 1) Art. 2,0 se consideran CXIII'IO antigUedadea toda¡¡ llU> obTaa de arle y
productos Industr1a.le6 pelteneclente6 a las edadee prehiStóricas, antigua y media. Dichos !pre<:eptos se aplicarán a las ruInas óe edlt\clos antlguos queae deseubran, a. las hoy existentes que entrafien importancia an¡uoolOg1ca y a los edlftckle de interés artiaUco abandonad03 a los estra.gos del tiempo (Ley de '1 de
Julio de 1911), Art.,- 2, COpla. el a.rUculo de la. precedente Ley, pero aJladienóO
desput8 de "ec:\.ades prehistóricas, antigua. iY media", "hasta el reinAdo de Car106 ¡ ",--comt.salU. de Excavaciones Arqueológicas, Legi.51ac.1Ó1l vigente sobre el
Patrimonio Arqueológico Nacional y las Excavaciones Arqueológicas, Madrid,
1M3,
-24-
[page-n-25]
LIMITES CRONOLOGIOOS DE LA ARQUEOLOGIA
5
berse enunciado como materia propia de la Arqueología el con·
junto industria l de tiempo de Felipe JI o haber excluido el de los
Reyes Cat6licos~
Don J . Ramón Mélida afi rmaba que la Arqueo logía terminaba
cua ndo comenzaba .la imprenta y con ella la abundancia de datos
escritos, cosa muy discutible.
Actualmente suele mantenerse un tope inferior bastante unifol me por los científicos europeos, aunque teniendo en cuenta la
en A'lcman j.a y los Países Nórdicos, suele hacerle terminar con Jos
Wikings, cuando nuestros reinos peninsularC5 sufren o rechazan dos
incursiones por la mano del Obispo Gelmírez o de Abderrahman
11 . En Italia se mantiene 'la tesis de Que los estudios arqueológicos
comprenden hasta e1 Bajo Imperio y el Imperio Bizantino: .;:n
•
Francia hasta los mismos tiempos y así el' Museo de Antigüedades
Nacionales de Saint Germain cobija objetos desde el Paleolítico hasla Carla magno ; opi nión semejante liuslentó el Congreso de Bruselas y una idea análoga mantienen Ilos centros de investigación' españoles, los Congresos Nac:ionales y del- Sudeste, las revistas especia·
lizadas (Archivo. Español de Arqueología, Ampurias, etc.) y las bi.
bliotecas de los centros; el Consejo Superior de Investigaciones
Científicas asigna a sus «ea rlas ArQuedl6gicaslt el tiempo transcurrido entre la Prehistoria y la caída de. reino visigodo español.
Frente a esta común opinión no puede desconocerse el criterio
de cierlas importantes revistas espeeia'lizadas" inglesas y norteamericanas fund amentalmente, Que admiten estudios sobre monumentos
medievales y aun modernos, aunque en tales trabajos no podemos
dejar de observa r la presencia de un método arqueológico (Archaeo.
logiea! J o urna'l p. e.l ; y tampoco d hecho de Que nuestro Musco
Arqucol6gico Nacional. y los Museos provincialC1; admitan en sus
colecciones. no 8610 objetQs de las Edades antigua y media, sino
incluso piezas contempor:íneas (Salas de poreclana del R'c liro del
Museo Nacional); realmente este concepto entra dentro de las
ideas generales de «ant icua ria» de la época de funda ción de estos
Museos tras la Revolución do 1868, pero es hoy total y absoluta.
mente inadmi sible.
Es dedr , que a priori y según lo expuesto, el camPo propio )'
espccid/ de la Arqucol'ogÚl abarca desde la Prcllistoria al ario 711,
con ell fin del reino visigodo.
'
En esta afirmaci6n pueden establecerse salvedades que requieren
-25_
[page-n-26]
6
A. BlLTRAN MARTINEZ
tomar la cuestión desde más lejos. Lo fundamental es determinar si
la Arqueología es una ciencia o un limpIe método; el indudable
que nació como simple auxiliar de la Historia; pero muy pronto
adquirió SUI procedimientos propios de invClitigación y razonamiento, el decir. IU método, y como quiera Que depende de conocimientos cspcci.alísimos. que de ninguna forma pueden ser incluidos en
1.. Historia propiamente dicha. se ha convertido en una ciencia au tónoma, que puede continua r su labor, registrando lugares de habitación, recogiendo indicios de las técnicas. industrias y artes de los
pueblos pretéritos y estudiando las evoluciones del espíritu humano.
aun careciendo del auxilio y base de la Historia, si bien sus mutuas
relaciones, en el más estricto sent ido de la palabra. deban mantenerse en lo fundamental. Ya hace muchos años M. Hoernes se inclinaba por la auto no mía, como ciencia, de la Arqueología. mientras que Meyer ,la negaba.
Si atendemOI a nuestros planes de estudios universitarios vigen tes, encontraremos que los cursos de Historia se desgajan de sus
conocimientos «auxiliares» y se estudian antes, cesando de ser éstos
un simple camino; y además, mientras se separa de la di&ciplina de
Historia General del Arte la H istoria del Arte medieval, nada semejante 90 hace con el Arte antiguo. Lo cual' viene a ser un reconocimiento tácito del ¡papel especial que a la Arqueología incumbe en
el estudio de la antigüedad.
Habremos, pues. de señalar un cometido específico de la Ar.
queología en cuanto ciencia y !la posible utilización de su método
propio en campos distintos del' suyo específico. La arqucologia-cic,,·
da tendrá 'límites, al ser un conjunto sistemático de verdades, servido por método propio y tendiendo a un fin determinado; la arqllco/ogía-m-étodo podrá aplica rse a cual'quier época y sobre cual.
quier vestiglo de la act ividad humana . En este caso será muy útil
considerar ¡la distinta actuación que los hechos históricOl requieren
de llos arqueólogos e n 'las diversas épocas; en la Prehistoria el ¡\r_
qucólogo es señor absoluto de todas las investigaciones, requirielldQ
01 auxilio de técnicos absolutamente fuera del campo histórico, co·
mo geólogos, paleontólogos, ,paleobot;ínicos y paleozoólogos, astró·
nomOI,. químieos, naturalistas (2) de., y sin necesidad de recurrir
(2) AsI encont~ bibllognJia arqueológica en los Illlgu1en\.es tltuloll : "PolIen AnaIysIs", por Godwin ( New Phytologlst, 4-5, 1943): "Petrotogical ldentiftcaUon ot atone Axes", por Key'IJer, P1g«.t y Wallls (Proc. OS t.he Preh. 8oe. VIII,
1941, p . 50 5&) : " KUlWrpflaru:eo und HoWat.e a," dem pr¡¡histortachen Spanlen und Portupl" (Bul. P'acuUaUi de Stlln«! diu Qemautl IX. 193:1, 4) etc.
-26-
•
[page-n-27]
LlMITF..8 CRONOlOGICOS DE LA ARQUP.OI.(XHA
7
al hi storiador, porque cuanta ' Historia cs ' posilile .hacer. en esJa
etapa, la hace , él mismo; en la Edad Anligua, los textos ayudan a
la larca, algunas vece. con excepcional valor, otras dándonos una
menguada idea de la veracidad ' y objetividad de los humano. (3);
pero en la investigación para conocer nueslra más vieja Hisloria ,
Arqueólogo e Historiador . hacen» Historia conjuntamente, con
apoyo mutuo y norma'l mente con mutua independencia; la Historia
nos obsequiará co n magnífi cos acontecimientos sin arqueología (TartC$6OS, 'C arthago dc España púnica), mientras que la Arqueología nos
dispensará espléndid:ls ruinas o monumentos sin historia (AzaiI3. es.
cu lturas de las Islas de Pascua, del Mrica meri'dional, etc.); una
cosa análoga ,podemos decir de la época de invasión de Uos pueb los
germánicos, para la cual es válido cuanto queda sentado, ya que do
ellos bien poco sabemos documentalmente.
En la Bdad Media, y luego mucho más en los tiempos modernos, el trabajo arqueológico ocupará un lugar bien poco import:lOte
junto al propillmcntc histórico, al artístico. etc. (4).
No puede negarse, a pcsar dc todo, el valor que el método arqueológico. utilizado ,por arqueólogos o ¡por historiadorcs, puede
tener en cualquier época, para desentrañar los aconteci mientos que
escapan al testimonio literario. bien porque el cronista los supu.o
sin interés; o sob radamente conocidos para sus contemporáneos, o
también por estar -disminuida su exactitud por la bita de veracidad
que se deriva de na propia incapacidad humana, cuando no de una
voluntaria o inuinttva desfiguración de los hechos. La Arqueología
-el método arqueológico- valorará el hecho «menudo., que eontribuirá a darnos un real conocimiento de la humanidad en un momento determinado de su evolución. Imagínese, por ejemplo. 108
diferentes conocimientos de una guerra estudiada en los ,partes ofi-
(3) Podemos hacemos eco en este lugar de todas laa 4U11pleaele.s y prol)le-
mas que Jos Jurl.stas se han planteado sobre el testJmonlo humano y a" necesaria critica. Frente a lo explicito y claro de ,l as nOUclas lltera.rlall, est4 la. deaconttanr.a. que habremos de oponer frente a quienes, COII10 humanos. son 1mperfe<:t.06 e incapaces para percibir los hedlos en toda su exteruión y detalles.
y no ,h tl.blamos de los CUOll en que, por tnst.1nUvos movimientos IrreCrenables
de aimpaUa. o antlpe.Ua, cuando no por deliberado dealgnio, la. obJet.1vlde.4 en
la not.lcla no emt.e.
'
(4) No parecen demaalado convincentes tu razones de Daux (op, clt.., Ñ
6S ) en defensa. de una. arqueologia. medieval en el miSmo sentido que se habla.
de "arq~logfa romana". De esta torma el viejo manual de C. Enlart. y J . Ve".. rler. que CO!1l'prende desde olOII tiempos merovingios hasta el R.en6clm1entAl, no
tiene razón de ser y en el fondo no es mAl! que la aplicación de un m'todo, &in
constituir Uml. clencla.
-27 -
[page-n-28]
8
A. BlLT1lAN MARTIHBZ'
chiles o en di terreno sobre las trincheras, ca9COS, ,proyectiles, restos
de comida y vestuario, etc. y escrita luego su historia por 101 vonee·
dores o los vencidos; piénsese en el denigrado W,itiza como ejemplo.
Denlro de dos tiempos medios, hasta el siglo XIV, en donde los
reSlos materiales de la cultura van ya acompañados de nOlicias seriadas respeclo de artistas, escuetas, etc., el método arqueo'ógico
tondrá que intervenir con más frecuencia, especialmente en los ob·
jetos procedentes de las artes industriales, hallados en excavaciones
o, sin determinación de origen, en el comercio, sobre los cuales habrá que realizar una serie de operaciones dirigidas a su identificación cronológica, autenticidad. restitución, etc., que 80n en realidad,
producto de un método estrictamente arqueol6gico y en donde la
«estilística» sólo representará una ayuda puramente secundaria. En
este sentido no podremos cerrar el paso al método arqueol6gico
porque en el ¡próximo Oriente hayamos de excavar etcsifon en vez
de Ur, o porque en España se excave Medina-Azzahra y no Numancia . Lo que sucederá UI que, dado el campo reducido Que a la
Arqueología Queda en tiempos posteriores a la Antigüedad l, ni po r
excepción ¡podremos hacer un estudio de estas épocas valiéndonos
exclusivamente del' método arqueo lógico, cosa normal en la Prehistoria y corriente hasta los sigJos IV y V; la iconografía románica,
por ejemplo, habrá que hacerla sobre bases literarias, histó ricas , artísticas, ~itúrgicas, arqueológicas; oclaro e6tá que 'l o propio nos sucederá en la iconografía paleo-cristiana, aun cayendo dentro de la
Antigüedad . Respecto de tos monumentos arquitectónicos, teniendo
en cuenta que raramente llegan a nosotros en su estado primitivo,
tendremos que realizar UDa serie de operaciones, al. margen de los
textos, Que consisti rán en despojarlos de lo claramente postizo para
examinar en lo que reste ,cuál es la obra primitiva, qué elementos
1'c han sido posteriormente adicionados y en qué etapas se han veri fi cado los añadidos; para ello habrá que atender al m;¡teri;¡1 y ;¡ la
labra (así el románico del siglo XI proporcionad. una labra a picón
y sin marC~8 , mientras Que el del XII las tiene y cst:í 'labrado a gradilla, o lo zamor;¡no 10 está a maceta y juntas a hueso, etc ,); examinar las soluciones defectuosas, Que pueden ser ensayos, como la
falsa cubierta de la capilla mayor de la catedra'l de 'Avila, o las ojivas insertadas de cualquier manera en la ca lcdrat de Salamanca ; o
puede tratane de una realización deficiente de un mal maestro (como los errorCli de la Colegiata de Sanlillana); en o tras ocasiones
habrá que examinar los empalmes en la realizaci ón de una obra. bien
-28-
[page-n-29]
LIMITES CRONOLOGICOS DE LA ARQUEOLOGIA
9
sea por cambio de maestro, bien par corresponder a otra etapa constructiva o simplemente por cambios en el material de construcci6n
disponible.
.
En la escultura medieval habrem08 de ulilizar como datos a conseguir y valorar arqueológicamente, los convencionalismos de talla,
que obedecen a una pérdida del sentido escultórico y a un persistente rutinarismo; e'l relieve en silueta recortada, la talla a biacl, lo¡
detalles incisos, etc . .
En lo medieval habrá, pues, que utilizar el método arqueol6gico
para di restableoimiento dol .monumento. (en sentido amplio) en
IU catado primitivo, 13 determinación de sus transformaciones IUI»,ivas y la descripci6n' en su CtItado actual, así como la identificación
de m:lterialcs y técnicas; también para cualquier exeavaci6n, como
las llevadas a cabo para hallar una de las alIas de S. Miguel de I...iño . Y
aún podríamos ampliar estas excavaciones a monumenlOlooxistcnlC6
con elementos dudosos (el coro de la catedral de Sanliago o la ca·
tedral de Zamora). Y ot ro tanto ¡podríamos decir de lo árabe español, que ramita continuación de io visigodo y lo hispano-romano
y no un art.e .i.mportado, quedando por lo tanto en la línea de lo autóclono a continuación de las épocas citadas y continuado por lo
Califal, Mozárabe, Taifas y Granadino, Que fundidos con 108 ele.mentos extraños derivados de lo Asturiano, Románico y"G6tico, ori.
ginan lo Mudéjar y lo Isabelino y con el Renacimiento italiano, lo
PJatere9CO.
Otra cosa completamente distinta es el dilucidar Quién deba ler
el que utilice este método arqueológico en la Edad media; 1:)8 necesidades de la espccializacíón y el hecho de que, pasada la Antigüe.
dad, el arqueólogo se mueve en un ambiente que no es el! suyo, imponen que este campo sea objeto del estudio de tos medievalistas, a
Quienes el método arqueo lógico, elaborado teóricamente para servir
en cualquier tiempo, prestará serviciot inestimab1cs. (S)
Deslindados de esta (orma los límites superio r e inferior de 108
estudio! arQued1ógicos Y ¡por más Que no sea ahora nuenro propósito, todavía n08 Quedaría establecer qos límites laterales, determinando las zonas de fricción con Ciencias que se 'Preocupan del estu(5) Muchaa de ilas ideas uW1Zada.s en este ensaYO han aldo elaboradas lo
"
1T&Yéa
m.t querido amigo, lo quien he de agra.decer aquJ las mucha.s COSLS que me ha.
querido ensel'lar y lo quien queremos cJ.edICIIol' un emociOnado recuerdo; la muerte k> ha arrancado de nuestro lado cuando mi, podf&mos espeta:r de IIU madu~
-,.-
[page-n-30]
10
A. BaTRAN MARTINEZ
dio de 1108 mismos objetos, aunque desde distimos puntos de vista.
No existe hoy, teóricamente, confusión posible, ¡pero durante mu-
cho tiempo se ha cons iderado a la Arqutología «como una parle de
la Ciencia gcncr:l l del Arte, de la cual la Historia Moderna es la
otra parte. (Wi nl er, y como él Gerhard y Fu rtwangler); y tal cri.
terio. Que no llega a separa r Arte y Arqueología. siguen aú n obras
tan modernas y va liosas como el «Egiptolt de Scharff (HaPldbllcll de
Orto, 1939) o el Manuel de Arc/¡éologic OrientaJe, de Con tenau
(París 1927.1947) . Bien claro Citá que para él conocimiento del pasado cuentan bien poco las cmocionCfi estéticas y que ha dejado de
¡poseer valor .[a pieza de vitrina» frente ni documento humano testigo de acontecimientos o custodio do una huella de vida de nuCi·
tr06 antepasados; un tiesto con marca de allfarero es más valioso
para nuestros estudios, cuando ap:lrcce en una estratigrafía segura,
que una bella esta tua sin procedencia . Lo bell o no ,puede ser la pau·
ta de nuestra investigación. No puede negarse que la .Teoría de las
formas. y otras precisiones puramente estilísticas son imprescindi.
bies en Arqueología, en muchas ocasiones; pero también lo son la
Numismática, la Paleontología o la Gcología y nunca se incurre I!n
el error craso do confunditlas entre sí.
y lo mismo .puede decirse de las pretensiones de suprimi r el cometido, y método propios de la Arqueología, para sustitu irlos ,p or
otros más amables, pero que no son suyos. Es muy aleccionadora
¡la lectura de nas intervenciones de Miles Burkitt y Grimcs en la comunicaci6n de Hawkes. prOientad2 al CongrClO de Londres de 1944
(pág. 32-33): la tecnología y la tipo logía, molestas y minuciosas.
forman el armazón sobre el .c ual podrán descansar posteriores construccioncs; eS indudable Que la rea'lizaci6n más sugestiva y el fruto
adecuado de una seria tarea científica será el' vestir los huesos da¡nudos de la Arqueología con la carne y la sangre que representan
106 pueblos que hicieron o manejaron los objetot que se examinan;
pero sería inoperante aplicar ese ropaje viviente a un cuerpo sin
esqueleto; primero hemos de encontrar los huesos y ap render a
unirllos y después ¡podremos aplicar sobre ell os el resultado de nuestras deducciones, y hacer marchar a'l ser vivo. Primero hemos de
hacer Arqueología; unas veces el resu ltado de ese ¡proceso será la
H istoria misma; otras veces. los resultados que se obtengan serán
la base que el Historiador habrá de utilizar para llegar a sus con clusiones.
..
- -
[page-n-31]
•
ANTONIO BELTRAN MARTINEZ
(Zuapza)
I'Icerca de lo!>
de la
IImit~!>
cronológico!>
arqu~ologra
Los estudios sobre 'lo Que ,podemos llamar una deoría general . de
1:1 Arqueo logía. 80 n numerosos y modernos; y muchas de la8 cuestiones que permanecían confusas y enfocadas de muy diversas maneras hace poco tiempo por los estudiosos se van aclara ndo y si mplificando. No obstante, la cuestión Que encabeza eslas consideraciones, despierta aún, enlre nosotros, la polémica y la duda y conviene pensar en ella. co n "la seguridad de que al hacerlo, también
ll egaremos. mediante el común esruerzo. a obtener una posición
firme y ventajosa para la investigación .
La bibliogra1'ía especializada sobre estos tema s, Que ,puede verse
exlensamente en nuestros brabajos Introdllcci6n al Estudio de lo
A rqflcología, (Cartagena 1947) y A rql/cología clásiCa, (Madrid 1949,
cap. 1) presenta en sus ejemplos más interesa ntes: Un grupo en el
que se desarrolla un concepto de la Arqueología muy pr6x,imo a 'la
IHistoria del Arte o a la Teoría de las Formas; así Biagio P:lce (In.
trodu::io"c 0110 Stl/dio dcll' Archeologia, 1.- cd . 1933, 3.· 1947) , Pa olo Enrieo Arias (A rchac%gia, reedici6n, Catania 1942); Goffred o
Ilendinelli, (D oltrina dcU'Arc/¡eologia e dclla Sforia dcll'Artc,
Milán 1938), entre los italianos; los franceses n08 brindan un cxcc·
lente rcsu men con Jacque6 Zarallaye, ~lntroductio n al/X Etlules d'Ar·
chcologie et á' Histoirc de l' A rt, París 1946) y con el mismo ca rácter
podemos incl uir la fam osa y.clásica obra del profesor suizo W . Deon.
na (L'A rcheologk,son domaine et son bl't, 3 vals. refundidos luego
en uno, París 1922). En alemán el excelente manualito de Kocpp
-
21
~
[page-n-22]
2
A. BELTRAN MARTINEZ
(ArG
hacologie, 1, Berlín 1911). Todos estos autores, preocupados de
manera e~lusiva y eliminatoria po r lo «olásico», han provocado saludables reacciones. dando 'lugar a obras tan estim ables como la de
Bu&chor (Begriff lUId M cth ode der A rchaco /agie, e n el H andbuch de
Ouo, J, 3, Berlín 1939) o, con muchas menOs pretensiones , el lib rito editado por el British Museum (Ho 'UJ lo observe in Arc/¡acology,
Londres 1.. 1920, 2," 1929) co n la colaboración de especialistas como
Kenyon, Hill, Flinders Petric, W oolley, Davic8, R . A. Smilh, Fondykc, Anderson. Myres, H oga rth Fitzgcra ld y Hall, p 3ra un total
de 120 pági nas. Más reciente el manua l de Gcorgcs Daux (Les
Etapcs de l'Archeologie, París 1948).
No sería justo omitir el ,p apel esencial Que a la Prehistoria ha
correspondido en el avance y modernización del co ncepto de Arqueología . Las más atrevidas ideas han surgido siempre en este
ca mpo, dando lugar a monografías lan interesantes como tas de
G o rdo n Childe (especialmente r l troduclion fo the Con}enmce-on
b
Ihe probl ems and prospecls of European Archaeology, Londres
1944, pág. 4 ss.) Que en una de ellas (Tll e ¡ltture o} Archaeo/ogy,
Man cnero-febrero 1944) preconiza el que se atienda más a c6mo
' está la Arqueología en el lugar donde la encontramos Que a buscar
su origen, a investigar el entronque co n la Antropdlogía social y a
excavar preferentemente lugares de habitaci6n, tendiendo a la tecnología y a la Antropología humana , Entre nosotros merecen ser
citados en este luga r Pericot (Grandeza )' Miseria de la' Prehistoria,
Barcelona 1949, Treinta año.s de excatlacioTles en Levante, Cartagena 1949 y La España Primitiva, Barcelo na 1950), Almagro, (/ntrod¡¡cci6 n al Estudio de la Arqueofogía, Barcelona 1941), a iircía y
Bellido (HilLoria de hl Arqueología cspaliola desde \800 hasta nu es>Iros días, Conferencia en el Curso de Bal eares de ]949), Alonso del
Rea l (Fuución social del Arqueólogo, Congreso Arqueol6gico de
Atlbacelc, 1947, pág. 33) , Vayso n de Pradcnne (La Pr ehist on~ , traducci6 n ar.t!'enlina ]942) y Martínez Sanla.Olalla (Esqu ema pafetnológico dc la Pe1linsula Hispá1lica, 2.· ed. Madrid 1946, y Pasado y
prt1ente de la A rquc%gia y }14tllro de la PtJ!ct tlología, Congreso
de Albacete , 1947).
Fin al mente, no podemos descui dar, tampoco, la bibliografí a acero
ca do 'Ias excavaciones arqueológicas, ex tensa e n tít uios de impor.
tancia, de la cual solamente anotamos unos cuantos que estudian
con especia l esmero la relación enbre los trabajos de campo y el
concepto de la Arqueología·; son Salin {Marwel de FOllille$ Archca_22_
[page-n-23]
LIMITES CRONOLOGIOOS DE LA ARQUEQI.OGIA
3
logiques. 1. Les fou.¡Jfes de sepuItuTes d" V alt VIII siéc1c. París
.1947), Wieg:md y Buschor (Handbuch de Otto cit., págs 71 y 77
respectivamenle), Foudou-Kidis (MmmcL de la teNlique des ¡ollilles
archeologiqlles, París 1939), De Morgan (Les recllerclles a"heoIogiques, leur blle ee lellT procedés, París 1934), Du Mesnil du Buisson
(La techlliqlle des ¡mlilles arcllCologiqlles, París 1934) y W oolley
(Diggi?lg IIP the past, Londres 1930). Acerca de [a s excavaciones españolas las publicaciones de Martínez Santa-Olalla y en otro sentido
de Castillo (Congreso Arqueológico de Elche, Cartagena 1949).
La cuestión de los límites que nos planteamos, arranca de 10 impreciso de las definiciones y aun de los conceptos que suelen d:lrsc
de la Arqueología. Bien fácil es, por lo p ronto, desecha r los que se
fundan en di· si mple valor etimológico de la ¡palabra «(~ratado de lo
antiguo»), O la opinión de quienes piensan que nuestra ciencia no
pasa de ser una más o menos amplia historia monumental y arlíslic:t
de 'la antigüedad, o la idea Que la confunde, más o menos claramente, con un co leccionismo, por muy erudito y ¡azonado que (>fite se.'l,
T ratemos de obtener un concepto o por lo menos una enumeración de las tareas del arqueólogo, mediante un razonamiento lógico.
Una base segura de donde .podemos partir es la afirmación de que
I¡, A rqlleo/ogía ¡'-gura en la serie de los grmldcs ¡'~térprctes de la
Historia; a lo que podríamos añadir que, en determinadas etapas,
es 'la Historia misma , Este sentido tendría la indicación de Gordon
Childe cuando afirma que ela Arqueología es una ciencia social que
a todos "01' igual interesa., Su ambiente está formado, en consecuencia, por los restos materialC1> contemporáneos de ias situacionCli
hist6ricas Que se estudien y su tarea será el trabajo sobre tales vesti'gios, De aquí Que podamos asegurar, en términos generales, como
'labor propia de la Arqueología. el implttar ordenadanumte a mm
época pasada. litiO cosa formada por la maflO del hombre, o IItih;zada por él, recogie fldo del cOfljunto'dc cosas estudiadas, el .medio
material, cultural y tísico, en el que desenvolvía sus act'i.vitla'des el
ser Il1lmall o y tratando de deducir de dichos resultados la ba"e espiritual correspoJll/iente . Si a las cosas hechas o usadas por el hombre, Que pueden informarnos de a'lguna de sus actividades, 4as lla_
mamos «monumentos», las actividadC1> arqueol6gicas tenderán a obtener o recuperar estos monumentos (excavaciones), tras lo cual
deberán ser interpretados , descritos, fech ados y conservados.
Esta exposici6n deja sin resolver el concepto de '!os limilctl cronológicos de la Arqueología, Biagio Pace dice: .. La Arqueología es
-23-
[page-n-24]
4
A. BEURAN MARTINEZ
d método .para el estudio de fas obras human as o monumentos de
los pueblos antiguos, a fin de preparar, conjuntamente con la Fi lología -estudio de '108 monumentos escrifos-, 108 materiales para
la reconstrucción histórica de la vida pasada en sus diversos aspectos:.. Es decir, cualquier objeto perteneciente al p'asado, próximo
relativamente o remoto, podrá ser considerado desde el punto de
vista del Arqueólogo: así llegaríamos al concepto de los autoreti
griegos y romanos, ,p ara Quienes .arqueología era un conocimiento
del pasado», También al tratar de ~a larca arqueológica decíamos
Que consistía en «imputar a una época pasada ...•.
¿ Qué habremos de entender por pueblos antiguos, antigüedad, ~
época pas3da? ¿ Hasta qué Runto podremos detenernos en un límite
y cuál será dI grado de convencionalismo de éste? ¿Nos servirá la
vieja división de la Historia en Edades? Todas estas preguntas van
envueltas en 'la cuestión Que nos proponemos, independientemen te
del ,hecho de Que se crea, fundadamente, Que la disoluci6n del imperio rom ano y la constituci6n de 108 reinos B:írbaros, como un:!
consecuencia del mismo, constituyan el fin de los tiempos anliguos,
No ea ocioso, pues, el plantear - y tratar de resolver- esta espinola cuestión: aunque en la práctica - repetimos- exislan hoy
pocal dudas entre la mayor parte de los pro{e¡ionalel, Su import ancia se acrecienta por llevar su saluci6n anejas otras para otr08 tantOl problemas estrechamente relacionados e ntre sí.
Nos referimos concretamente a los límites cronol6gicos, de 10&
cuales no puede haber duda en el superior -4a aparici6n del Hombre en el mundo-, pero sí las hay en el' inferior. La legislación española «de excavaciones y antigüedades. lo lleva hasta el reinado
de Carlos 1 (Reglamento de 1.0 de marzo de 1912, para aplicación
de l:l Ley de 7 de julio de 1911) (1) ,
Segú n los términos usados por la Ley, no hay dificU'ltad para
observar Que estamos en ,presencia de un límite absol utamente convencional, por lo tanto sin valor en sí; exacta monte igua~ pudo h:l~
( 1) Art. 2,0 se consideran CXIII'IO antigUedadea toda¡¡ llU> obTaa de arle y
productos Industr1a.le6 pelteneclente6 a las edadee prehiStóricas, antigua y media. Dichos !pre<:eptos se aplicarán a las ruInas óe edlt\clos antlguos queae deseubran, a. las hoy existentes que entrafien importancia an¡uoolOg1ca y a los edlftckle de interés artiaUco abandonad03 a los estra.gos del tiempo (Ley de '1 de
Julio de 1911), Art.,- 2, COpla. el a.rUculo de la. precedente Ley, pero aJladienóO
desput8 de "ec:\.ades prehistóricas, antigua. iY media", "hasta el reinAdo de Car106 ¡ ",--comt.salU. de Excavaciones Arqueológicas, Legi.51ac.1Ó1l vigente sobre el
Patrimonio Arqueológico Nacional y las Excavaciones Arqueológicas, Madrid,
1M3,
-24-
[page-n-25]
LIMITES CRONOLOGIOOS DE LA ARQUEOLOGIA
5
berse enunciado como materia propia de la Arqueología el con·
junto industria l de tiempo de Felipe JI o haber excluido el de los
Reyes Cat6licos~
Don J . Ramón Mélida afi rmaba que la Arqueo logía terminaba
cua ndo comenzaba .la imprenta y con ella la abundancia de datos
escritos, cosa muy discutible.
Actualmente suele mantenerse un tope inferior bastante unifol me por los científicos europeos, aunque teniendo en cuenta la
Wikings, cuando nuestros reinos peninsularC5 sufren o rechazan dos
incursiones por la mano del Obispo Gelmírez o de Abderrahman
11 . En Italia se mantiene 'la tesis de Que los estudios arqueológicos
comprenden hasta e1 Bajo Imperio y el Imperio Bizantino: .;:n
•
Francia hasta los mismos tiempos y así el' Museo de Antigüedades
Nacionales de Saint Germain cobija objetos desde el Paleolítico hasla Carla magno ; opi nión semejante liuslentó el Congreso de Bruselas y una idea análoga mantienen Ilos centros de investigación' españoles, los Congresos Nac:ionales y del- Sudeste, las revistas especia·
lizadas (Archivo. Español de Arqueología, Ampurias, etc.) y las bi.
bliotecas de los centros; el Consejo Superior de Investigaciones
Científicas asigna a sus «ea rlas ArQuedl6gicaslt el tiempo transcurrido entre la Prehistoria y la caída de. reino visigodo español.
Frente a esta común opinión no puede desconocerse el criterio
de cierlas importantes revistas espeeia'lizadas" inglesas y norteamericanas fund amentalmente, Que admiten estudios sobre monumentos
medievales y aun modernos, aunque en tales trabajos no podemos
dejar de observa r la presencia de un método arqueológico (Archaeo.
logiea! J o urna'l p. e.l ; y tampoco d hecho de Que nuestro Musco
Arqucol6gico Nacional. y los Museos provincialC1; admitan en sus
colecciones. no 8610 objetQs de las Edades antigua y media, sino
incluso piezas contempor:íneas (Salas de poreclana del R'c liro del
Museo Nacional); realmente este concepto entra dentro de las
ideas generales de «ant icua ria» de la época de funda ción de estos
Museos tras la Revolución do 1868, pero es hoy total y absoluta.
mente inadmi sible.
Es dedr , que a priori y según lo expuesto, el camPo propio )'
espccid/ de la Arqucol'ogÚl abarca desde la Prcllistoria al ario 711,
con ell fin del reino visigodo.
'
En esta afirmaci6n pueden establecerse salvedades que requieren
-25_
[page-n-26]
6
A. BlLTRAN MARTINEZ
tomar la cuestión desde más lejos. Lo fundamental es determinar si
la Arqueología es una ciencia o un limpIe método; el indudable
que nació como simple auxiliar de la Historia; pero muy pronto
adquirió SUI procedimientos propios de invClitigación y razonamiento, el decir. IU método, y como quiera Que depende de conocimientos cspcci.alísimos. que de ninguna forma pueden ser incluidos en
1.. Historia propiamente dicha. se ha convertido en una ciencia au tónoma, que puede continua r su labor, registrando lugares de habitación, recogiendo indicios de las técnicas. industrias y artes de los
pueblos pretéritos y estudiando las evoluciones del espíritu humano.
aun careciendo del auxilio y base de la Historia, si bien sus mutuas
relaciones, en el más estricto sent ido de la palabra. deban mantenerse en lo fundamental. Ya hace muchos años M. Hoernes se inclinaba por la auto no mía, como ciencia, de la Arqueología. mientras que Meyer ,la negaba.
Si atendemOI a nuestros planes de estudios universitarios vigen tes, encontraremos que los cursos de Historia se desgajan de sus
conocimientos «auxiliares» y se estudian antes, cesando de ser éstos
un simple camino; y además, mientras se separa de la di&ciplina de
Historia General del Arte la H istoria del Arte medieval, nada semejante 90 hace con el Arte antiguo. Lo cual' viene a ser un reconocimiento tácito del ¡papel especial que a la Arqueología incumbe en
el estudio de la antigüedad.
Habremos, pues. de señalar un cometido específico de la Ar.
queología en cuanto ciencia y !la posible utilización de su método
propio en campos distintos del' suyo específico. La arqucologia-cic,,·
da tendrá 'límites, al ser un conjunto sistemático de verdades, servido por método propio y tendiendo a un fin determinado; la arqllco/ogía-m-étodo podrá aplica rse a cual'quier época y sobre cual.
quier vestiglo de la act ividad humana . En este caso será muy útil
considerar ¡la distinta actuación que los hechos históricOl requieren
de llos arqueólogos e n 'las diversas épocas; en la Prehistoria el ¡\r_
qucólogo es señor absoluto de todas las investigaciones, requirielldQ
01 auxilio de técnicos absolutamente fuera del campo histórico, co·
mo geólogos, paleontólogos, ,paleobot;ínicos y paleozoólogos, astró·
nomOI,. químieos, naturalistas (2) de., y sin necesidad de recurrir
(2) AsI encont~ bibllognJia arqueológica en los Illlgu1en\.es tltuloll : "PolIen AnaIysIs", por Godwin ( New Phytologlst, 4-5, 1943): "Petrotogical ldentiftcaUon ot atone Axes", por Key'IJer, P1g«.t y Wallls (Proc. OS t.he Preh. 8oe. VIII,
1941, p . 50 5&) : " KUlWrpflaru:eo und HoWat.e a," dem pr¡¡histortachen Spanlen und Portupl" (Bul. P'acuUaUi de Stlln«! diu Qemautl IX. 193:1, 4) etc.
-26-
•
[page-n-27]
LlMITF..8 CRONOlOGICOS DE LA ARQUP.OI.(XHA
7
al hi storiador, porque cuanta ' Historia cs ' posilile .hacer. en esJa
etapa, la hace , él mismo; en la Edad Anligua, los textos ayudan a
la larca, algunas vece. con excepcional valor, otras dándonos una
menguada idea de la veracidad ' y objetividad de los humano. (3);
pero en la investigación para conocer nueslra más vieja Hisloria ,
Arqueólogo e Historiador . hacen» Historia conjuntamente, con
apoyo mutuo y norma'l mente con mutua independencia; la Historia
nos obsequiará co n magnífi cos acontecimientos sin arqueología (TartC$6OS, 'C arthago dc España púnica), mientras que la Arqueología nos
dispensará espléndid:ls ruinas o monumentos sin historia (AzaiI3. es.
cu lturas de las Islas de Pascua, del Mrica meri'dional, etc.); una
cosa análoga ,podemos decir de la época de invasión de Uos pueb los
germánicos, para la cual es válido cuanto queda sentado, ya que do
ellos bien poco sabemos documentalmente.
En la Bdad Media, y luego mucho más en los tiempos modernos, el trabajo arqueológico ocupará un lugar bien poco import:lOte
junto al propillmcntc histórico, al artístico. etc. (4).
No puede negarse, a pcsar dc todo, el valor que el método arqueológico. utilizado ,por arqueólogos o ¡por historiadorcs, puede
tener en cualquier época, para desentrañar los aconteci mientos que
escapan al testimonio literario. bien porque el cronista los supu.o
sin interés; o sob radamente conocidos para sus contemporáneos, o
también por estar -disminuida su exactitud por la bita de veracidad
que se deriva de na propia incapacidad humana, cuando no de una
voluntaria o inuinttva desfiguración de los hechos. La Arqueología
-el método arqueológico- valorará el hecho «menudo., que eontribuirá a darnos un real conocimiento de la humanidad en un momento determinado de su evolución. Imagínese, por ejemplo. 108
diferentes conocimientos de una guerra estudiada en los ,partes ofi-
(3) Podemos hacemos eco en este lugar de todas laa 4U11pleaele.s y prol)le-
mas que Jos Jurl.stas se han planteado sobre el testJmonlo humano y a" necesaria critica. Frente a lo explicito y claro de ,l as nOUclas lltera.rlall, est4 la. deaconttanr.a. que habremos de oponer frente a quienes, COII10 humanos. son 1mperfe<:t.06 e incapaces para percibir los hedlos en toda su exteruión y detalles.
y no ,h tl.blamos de los CUOll en que, por tnst.1nUvos movimientos IrreCrenables
de aimpaUa. o antlpe.Ua, cuando no por deliberado dealgnio, la. obJet.1vlde.4 en
la not.lcla no emt.e.
'
(4) No parecen demaalado convincentes tu razones de Daux (op, clt.., Ñ
6S ) en defensa. de una. arqueologia. medieval en el miSmo sentido que se habla.
de "arq~logfa romana". De esta torma el viejo manual de C. Enlart. y J . Ve".. rler. que CO!1l'prende desde olOII tiempos merovingios hasta el R.en6clm1entAl, no
tiene razón de ser y en el fondo no es mAl! que la aplicación de un m'todo, &in
constituir Uml. clencla.
-27 -
[page-n-28]
8
A. BlLT1lAN MARTIHBZ'
chiles o en di terreno sobre las trincheras, ca9COS, ,proyectiles, restos
de comida y vestuario, etc. y escrita luego su historia por 101 vonee·
dores o los vencidos; piénsese en el denigrado W,itiza como ejemplo.
Denlro de dos tiempos medios, hasta el siglo XIV, en donde los
reSlos materiales de la cultura van ya acompañados de nOlicias seriadas respeclo de artistas, escuetas, etc., el método arqueo'ógico
tondrá que intervenir con más frecuencia, especialmente en los ob·
jetos procedentes de las artes industriales, hallados en excavaciones
o, sin determinación de origen, en el comercio, sobre los cuales habrá que realizar una serie de operaciones dirigidas a su identificación cronológica, autenticidad. restitución, etc., que 80n en realidad,
producto de un método estrictamente arqueol6gico y en donde la
«estilística» sólo representará una ayuda puramente secundaria. En
este sentido no podremos cerrar el paso al método arqueol6gico
porque en el ¡próximo Oriente hayamos de excavar etcsifon en vez
de Ur, o porque en España se excave Medina-Azzahra y no Numancia . Lo que sucederá UI que, dado el campo reducido Que a la
Arqueología Queda en tiempos posteriores a la Antigüedad l, ni po r
excepción ¡podremos hacer un estudio de estas épocas valiéndonos
exclusivamente del' método arqueo lógico, cosa normal en la Prehistoria y corriente hasta los sigJos IV y V; la iconografía románica,
por ejemplo, habrá que hacerla sobre bases literarias, histó ricas , artísticas, ~itúrgicas, arqueológicas; oclaro e6tá que 'l o propio nos sucederá en la iconografía paleo-cristiana, aun cayendo dentro de la
Antigüedad . Respecto de tos monumentos arquitectónicos, teniendo
en cuenta que raramente llegan a nosotros en su estado primitivo,
tendremos que realizar UDa serie de operaciones, al. margen de los
textos, Que consisti rán en despojarlos de lo claramente postizo para
examinar en lo que reste ,cuál es la obra primitiva, qué elementos
1'c han sido posteriormente adicionados y en qué etapas se han veri fi cado los añadidos; para ello habrá que atender al m;¡teri;¡1 y ;¡ la
labra (así el románico del siglo XI proporcionad. una labra a picón
y sin marC~8 , mientras Que el del XII las tiene y cst:í 'labrado a gradilla, o lo zamor;¡no 10 está a maceta y juntas a hueso, etc ,); examinar las soluciones defectuosas, Que pueden ser ensayos, como la
falsa cubierta de la capilla mayor de la catedra'l de 'Avila, o las ojivas insertadas de cualquier manera en la ca lcdrat de Salamanca ; o
puede tratane de una realización deficiente de un mal maestro (como los errorCli de la Colegiata de Sanlillana); en o tras ocasiones
habrá que examinar los empalmes en la realizaci ón de una obra. bien
-28-
[page-n-29]
LIMITES CRONOLOGICOS DE LA ARQUEOLOGIA
9
sea por cambio de maestro, bien par corresponder a otra etapa constructiva o simplemente por cambios en el material de construcci6n
disponible.
.
En la escultura medieval habrem08 de ulilizar como datos a conseguir y valorar arqueológicamente, los convencionalismos de talla,
que obedecen a una pérdida del sentido escultórico y a un persistente rutinarismo; e'l relieve en silueta recortada, la talla a biacl, lo¡
detalles incisos, etc . .
En lo medieval habrá, pues, que utilizar el método arqueol6gico
para di restableoimiento dol .monumento. (en sentido amplio) en
IU catado primitivo, 13 determinación de sus transformaciones IUI»,ivas y la descripci6n' en su CtItado actual, así como la identificación
de m:lterialcs y técnicas; también para cualquier exeavaci6n, como
las llevadas a cabo para hallar una de las alIas de S. Miguel de I...iño . Y
aún podríamos ampliar estas excavaciones a monumenlOlooxistcnlC6
con elementos dudosos (el coro de la catedral de Sanliago o la ca·
tedral de Zamora). Y ot ro tanto ¡podríamos decir de lo árabe español, que ramita continuación de io visigodo y lo hispano-romano
y no un art.e .i.mportado, quedando por lo tanto en la línea de lo autóclono a continuación de las épocas citadas y continuado por lo
Califal, Mozárabe, Taifas y Granadino, Que fundidos con 108 ele.mentos extraños derivados de lo Asturiano, Románico y"G6tico, ori.
ginan lo Mudéjar y lo Isabelino y con el Renacimiento italiano, lo
PJatere9CO.
Otra cosa completamente distinta es el dilucidar Quién deba ler
el que utilice este método arqueológico en la Edad media; 1:)8 necesidades de la espccializacíón y el hecho de que, pasada la Antigüe.
dad, el arqueólogo se mueve en un ambiente que no es el! suyo, imponen que este campo sea objeto del estudio de tos medievalistas, a
Quienes el método arqueo lógico, elaborado teóricamente para servir
en cualquier tiempo, prestará serviciot inestimab1cs. (S)
Deslindados de esta (orma los límites superio r e inferior de 108
estudio! arQued1ógicos Y ¡por más Que no sea ahora nuenro propósito, todavía n08 Quedaría establecer qos límites laterales, determinando las zonas de fricción con Ciencias que se 'Preocupan del estu(5) Muchaa de ilas ideas uW1Zada.s en este ensaYO han aldo elaboradas lo
"
1T&Yéa
querido ensel'lar y lo quien queremos cJ.edICIIol' un emociOnado recuerdo; la muerte k> ha arrancado de nuestro lado cuando mi, podf&mos espeta:r de IIU madu~
-,.-
[page-n-30]
10
A. BaTRAN MARTINEZ
dio de 1108 mismos objetos, aunque desde distimos puntos de vista.
No existe hoy, teóricamente, confusión posible, ¡pero durante mu-
cho tiempo se ha cons iderado a la Arqutología «como una parle de
la Ciencia gcncr:l l del Arte, de la cual la Historia Moderna es la
otra parte. (Wi nl er, y como él Gerhard y Fu rtwangler); y tal cri.
terio. Que no llega a separa r Arte y Arqueología. siguen aú n obras
tan modernas y va liosas como el «Egiptolt de Scharff (HaPldbllcll de
Orto, 1939) o el Manuel de Arc/¡éologic OrientaJe, de Con tenau
(París 1927.1947) . Bien claro Citá que para él conocimiento del pasado cuentan bien poco las cmocionCfi estéticas y que ha dejado de
¡poseer valor .[a pieza de vitrina» frente ni documento humano testigo de acontecimientos o custodio do una huella de vida de nuCi·
tr06 antepasados; un tiesto con marca de allfarero es más valioso
para nuestros estudios, cuando ap:lrcce en una estratigrafía segura,
que una bella esta tua sin procedencia . Lo bell o no ,puede ser la pau·
ta de nuestra investigación. No puede negarse que la .Teoría de las
formas. y otras precisiones puramente estilísticas son imprescindi.
bies en Arqueología, en muchas ocasiones; pero también lo son la
Numismática, la Paleontología o la Gcología y nunca se incurre I!n
el error craso do confunditlas entre sí.
y lo mismo .puede decirse de las pretensiones de suprimi r el cometido, y método propios de la Arqueología, para sustitu irlos ,p or
otros más amables, pero que no son suyos. Es muy aleccionadora
¡la lectura de nas intervenciones de Miles Burkitt y Grimcs en la comunicaci6n de Hawkes. prOientad2 al CongrClO de Londres de 1944
(pág. 32-33): la tecnología y la tipo logía, molestas y minuciosas.
forman el armazón sobre el .c ual podrán descansar posteriores construccioncs; eS indudable Que la rea'lizaci6n más sugestiva y el fruto
adecuado de una seria tarea científica será el' vestir los huesos da¡nudos de la Arqueología con la carne y la sangre que representan
106 pueblos que hicieron o manejaron los objetot que se examinan;
pero sería inoperante aplicar ese ropaje viviente a un cuerpo sin
esqueleto; primero hemos de encontrar los huesos y ap render a
unirllos y después ¡podremos aplicar sobre ell os el resultado de nuestras deducciones, y hacer marchar a'l ser vivo. Primero hemos de
hacer Arqueología; unas veces el resu ltado de ese ¡proceso será la
H istoria misma; otras veces. los resultados que se obtengan serán
la base que el Historiador habrá de utilizar para llegar a sus con clusiones.
..
- -
[page-n-31]