La Bastida de "Les Alcuses" (Mogente)
Isidro Ballester Tormo
Luis Pericot García
[page-n-179]
ISSN 1989-508
1. BALLESTER TORMO - L. PERICOT
Trabajos del Servicio de: InvestigadO" Prehistórica
EL CERRO Y EL DESPOBLADO DE LA BASTIDA DE . LES AlCUSES.
Separa las cuencas del Albaida y del Cáñoles el pequeño sistema
montuoso denominado Serra-gTossa, que, ya muy a poniente de los va·
Iles a que dan nombre aquéllos, viene a disgregarse en pequeños montículos, teniendo antes por término un largo y estrecho cerro de sobre
700 metros de altura, separado de la sierra dicha por profundo barranco, que le deja aislado ent re la llanada del Alfor; (Fontanares) por
el sur y la de Les Alcuses (Magente) por el norte. Son las laderas de
este monte de tan rápida pendiente, que s6lo tiene fácil acceso por su
extremo occidental, desde donde la cima, de escasa anchura, va poco
a poco elevándose, alcanzando su máxima altura y amplitud ya cerca
del extremo opuesto, que es precisamente el sitio que ocupó el poblado. En la lámina 11, figura A, aparece el cerro de La Bastida,
visto desde el norte o sea de us Alcuses, con Indicación del lugar en
que se extienden las ruinas.
El nombre de La Bastida, con que se conoce este monte, aparece
en Levante denominando otros cerros, siempre con despoblados de
época más o menos remota.
Domínase desde esta altura un amplio panorama sólo limitado al
este por el macizo montañoso de que forma parte. En la misma orientaci6n, por encima de los cerros más altos de la sierra, emergen lejanos
las crestas rocosas de Benicadell. Al sureste, en el fondo, destácase,
surgiendo de la masa montuosa de Mariola, la cumbre de Moncabrer I
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y más bajo y próximo, parte del Valle de Albaida y la pintoresca hoz
del Pouc/ar (Onteniente), donde comienza la interesante zona de las
cuevas conocidas en el país por les casetes d' els mtJros. Al mediodía se
ve en primer término la llanura del AI/ari, sembrada de caseríos,
con el pueblecito de Fontanares como núcleo urbano. cuyo amplio
paso da acceso desde el valle dicho a [a meseta albaceteña, por tierras de Caudete; y más allá del llano los montes de la Umbria que
lo cierran por el sur, y en ellos, bien a la vista, la estación de la Zafra
y aún alguna otra de época más remota, como la deIs Gamellóns. Por
el lado opuesto, al pie del cerro, bajo de un rellano de la loma cubierto
de pinar, extiéndese de norte a poniente la llanada de us Alcuses,
(lámina JI, Bl también con numerosos caseríos; algo más lejos, pero
en igual sentido, la honda cañada formada por la rambla del Cáñoles. paralelos a la cual suben los actuales caminos (carretera y línea férrea) que comunican la costa con Albacete; y en último término los
montes que separan la cuenca dicha de la serranía de Enguera. Y al
suroeste, donde vienen a comunicar fácilmente ambas llanuras, la del
Alforí y Les Alcuses, aparece Fuente la Higuera pegada al cortinón
montañoso de Mariaga, zona también fecunda en restos prehistóricos
(Torre de Tallada, El Angel, Alf de la Fundisió, Mola de Torró, Saflgomengo, etc.); más allá, los dilatados horizontes que sobrepasan las
tierras de Caudete y Almansa, y por encima de ésta, percíbese, recortándose en el fondo, casi esfumada, la Inconfundible silueta de la
despoblada ciudad de Meca.
Situación tan estratégica permitió a los pobladores de La Bastida atalayar los pasos de la meseta, bien visibles a oeste y suroeste, e
intervenir los caminos naturales que, a través de los mencionados valles, comunicaban aquélla con las ricas comarcas levantinas y con el
mar.
La primera referencia a esta estación hizonosla D. Luis Tortosa,
de Onteniente, en el verano de 1909, cuando con motivo de la catalogación de monumentos de la provincia de Valencia, encomendada al señor González Simancas, inquiría éste, con uno de nosotros, la existencia de yacimientos prehistóricos en el sur de aquella. El Sr. Tortosa
posera algunas piezas de bronce, fíbulas especialmente, de tal procedencia. Años después volvía a hablarnos de este despoblado D. Gonzalo J. Viñes, con quien lo visitamos luego. La importancia del esfuerzo que exigía la excavación de tal yacimiento, ha imposibilitado su
exploración hasta crearse el Servicio de Investigación Prehist6rica
por la Diputación valenciana.
Extendíase el poblado, como queda dicho, en la parte más elevada
y ancha de la meseta. La subida a ésta por el lado más fácil o sea por
poniente, cortábala primeramente una muralla que, atravesando trans-
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versalmente la cima. continuaba hacia levante por el borde de las
laderas. uniéndose a poco en ellas a otra muralla que, atajando tam·
bién el paso por la cresta. curvábase hacia las vertientes y continuaba
por ellas hasta juntarse de nuevo en el lado opuesto, cerrándose
así el cinturón de defensas en el extremo levante del poblado. Precisamente en el punto en que las ruinas de ambos cintos de muro cortan
la espina de la loma, casi coincidiendo con el eje mayor del despo·
blado, aparecen sendosi rompimentos, de bastante amplitud, en los
muros, denotadores del lugar de las puertas de este lado de la pobla·
ción, entradas cuyas defensas debieron estar reforzadas con fortificaciones especiales, como veremos. En el extremo levante alcanza a
notarse otra puerta, también en lo más alto de la cresta, en el punto
de unión de las murallas laterales, lugar donde parecen verse probable,
ruinas de torre; entreviéndose hacia el norte. también confusamente
algo como paso. Estos restos de derruídas fortificaciones son conocidas en Les Alcuses por les ba/erles d'els moros. Véase en el croquis
de la figura 1.& el probable trazado de las murallas según permiten
apreciar las ruinas, yen láminas 11, e y 111, A Y S, las vistas de los
rompimientos de las puertas.
Como aparece de lo expuesto, contuvo el poblado dos recintos:
uno, el del extremo este, es el del poblado propiamente dicho y se com·
pone de dos porciones, la inmediata a la puerta de poniente, más llana
y baja, y la restante. a levante, con rápida inclinación al norte; y en
toda el área, salvo donde aflora la roca, vénse las líneas de las paredes
y aún la traza completa de alguna construcción; siendo éste, entre los
poblados levantinos que nos son conocidos, el en que más manifiesta·
mente se mostraba su existencia; y en cambio en el recinto de oeste,
o sea el comprendido entre las dos murallas de dicho lado, no obstante
ser adecuado, por lo llano, para contener la poblaci6n, no se exterioriza, ni probablemente hubo, construcción alguna; lo que nos
hace pensar, si al mismo tiempo que tal espacio murado servla de
refuerzo a la defensa por el punto más débil, vino a desempeñar también
papel parecido al albacar de los castillos de muchos siglos después
o sea de lugar cercado y defendido donde guardar las bestias y ganados en caso de peligro o sitio.
En lo más elevado del despoblado propiamente dicho, aparecen dos
cavidades, a manera de simas, tal vez utilizadas como algibes, si bien
por estar emplazados tan altas, no sería mucha el agua pluvial que
en ellas pudiera recogerse. Los buscadores de tesoros de las cercanías,
tentados por el misterio de estas oquedades, hiciéronlas motivo de sus
afanes, según dejan ver los montones del extraldo depósito que las rellenara.
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LAS EXCAVACIONES DEL DESPOBLADO
Como queda dicho, la importancia de la labor a emprender ha hecho
que la excavación de La Bastida no se pudiera realizar hasta que,
creado por la Diputaci6n Provincial de Valencia su Servicio de Investigación Prehistórica, se decidiera a efectuarla, sin regatear medios,
solicitándose de la Junta Superior el procedente permiso (1), y comenzando los trabajos el primero de Julio de 1928, bajo la dirección de uno
de nosotros, pero quedando al frente de los mismos el colaborador
del Servicio D. Mariano Jornel Perales, auxiliado eficazmente. cuando otras labores de investigación lo han hecho posible, por D. Luis
Pericot y D. Gonzalo J. Viñes, subdirector y colaborador respectiva mente de aquél. La cuidadosa labor del Sr. Jornet , a quien se debe n
además los trabajos planimétricos efectua dos en La Bastida, es digna
de todo encomio .
La comisión de excavaciones no puede agradecer bastante a D. En rique Segura y D. Manuel Lera, las atenciones tenidas con su personal, pues han puesto a disposición de este las casas de labor
que poseen en Les Aicuses y aún sus particulares habitaciones.
La dirección de estos trabajos ha sido una de las más fáciles que
hemos realizado, pues el estrato estaba intacto y afloraban en buena
parte, en el suelo, los restos de las construcciones, siendo por demás
sencilla la labor de su descubrimiento.
FIl:. l. Planta cid poblada Ibtrleo dt Ltl Btlstlda. la zona uyada IncllCII
ti "patio ueavado hu la ahora.
El t. 1 : 6.000
Inicióse la excavación, de norte asur, en el centro de lo más elevado
del despoblado. partiendo de un a manera de camino de ronda, bien
claro junto a la muralla norte; habiéndose explorado. hasta que redactamos este trabajo. casi toda la parte central de aquél. como aparece en el croquis de la figura 1. 8 , donde se ve rayado el espacio excavado.
(l) Se concedi6 por R. O. de 23 de Abril de 1929.
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la¡¡ -
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Ni en las murallas ni en las puertas se ha efectuado, hasta ahora,
exploración ninguna.
La pronunciada pendiente que de sur a norte tiene el área excava·
da, y su fondo rocoso, dan lugar a que la profundidad del estrato sea
variadrsima. En muchos lugares, y aún en anchos espacios, aflora la
roca, rellenando escasa tierra sus oquedades naturales; y en otros, en
especial en el centro del área dicha, suelen encontrarse las profundidades máximas, que disminuyen algo al llanear un poco el terreno en
las inmediaciones de la muralla. La profundidad mayor en las habita·
ciones ha llegado a 74 centímetros.
La estratificación general es igual a la de los otros poblados
valencianos de la misma época, y comprobación manifiesta de la de
Covalta (Albaida), poblado excavado desde hace bastantes años por
uno de nosotros. Dentro de las construcciones aprécianse dos capas:
una, la superficial, compuesta de mantillo; otra, la más profunda, de
tierra gris rojiza semejante a descomposición de enlucido de barro,
estrato que a veces se endurece en el fondo, donde suele hallarse aJgu·
na zona gris cenicienta. Separa las dos capas otra mezcla de la tierra
de ambas. Aparece revullta en estas abundante piedra del tamaño
usual en las construcciones, nunca en cantidad bastante a dar a las
paredes la altura necesaria en una habitación ordinaria de una sola
planta. En el exterior de las viviendas, junto a sus paredes, se acusan
también los dos estratos dichos; y en el resto del espacio se suele ver,
bajo la capa mantillosa, algo de la rojiza, y otras, aunque escasas veces,
alguna mancha grisácea, como resto de acumulación de cenizas. La pro·
fundidad de dichos estratos es bien variable; el de humus suele tener
15 o 20 centímetros.
La fecundidad de este yacimiento, como la de los otros poblados
coetáneos de Levante, es tal que sólo en la primera campaña de exca·
vaciones, que no llegó a durar un mes, se obtuvieron cerca de 2.000
objetos, algunos de extraordInario valor arqueológico que se verá;
llegando el número de vasos completos encontrados a la cifra de 116,
algunos de ellos de típos nuevos.
Objetos de todas clases, de adorno, armas, útiles diversos, pequeñas
joyas y hasta menudos vasos y las conocidas piedras de molino a mano,
aparecen esparcidos, como sembrados, por todas partes, en las habi·
taciones y fuera de ellas, en todas las capas del estrato, aunque abun·
dando más en el fondo de la gris rojiza de dentro de las viviendas,
donde suelen hallarse muchos objetos in si/u, V?SOS especialmente.
Son manifiestas las huellas de un gran desorden acaecido en el poblado. Bajo de una gran piedra rodada de la pared sur del departamento 18, hacia su centro, encontramos dos pequeños platos completos,
uno de ellos campaniano. Fuera del 36, a sobre un metro de su pared
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norte y cerca de la divisoria con 32, ha1l6se un lote de 12 anillos o aretes de bronce juntos, que debieron estar atados o enhebrados, pues
de otro modo se hubieran dispersado antes de llegar hasta alll. Una
interesante cacha de madera, de las del tipo de es pada corriente en la
necrópolis ibérica de la Casa del Monte (Albacete) excavada por uno de
nosotros (1), tipo del que se conoce un ejemplar de Illora y otro de Alpanseque, fué hallada sin haber podido dar, no obstante el extremado
cuidado puesto, con el menor fragmento del arma a que perteneci6.
El pequeño tesoro compuesto de dos pares de pendientes de oro , presea
estimada de una bastidana de los últimos días del poblado, hallóse
también junto, constituyendo las cuatro piezas un lote (tal vez porque
los sugetara algún atadijo), fuera de las construcciones 39 y 40, en el
ángulo que al norte forman ambas y a 15 centlmetros de la última
y 30 de profundidad, bajo de una piedra desprendida de las inmediatas paredes. En el fondo del departamento 42 se hall6 un molino .
caído junto al poyo que debi6 ocupar, y cerca una soliférrea rota
(véase figura B, lámina V). Serían inacabables las citas de hechos parecidos. Lo excepcional es encontrar las cosas en su posici6n normal. Incluso las que aparecen en el sitio donde deBieron estar al extinguirse
la poblaci6n.
Confirman las excavaciones que no fué aquélla abandonada voluntaria y pacificamente, sino que, como los demás poblados de la
comarca situados en las sierras, peligrosos por su fácil defensa o
por su posición estratégica, rué arrasada y tal vez incendiada, probablemente después de un asalto.
Se ve que no hubo tiempo de retirarse sus ocupantes llevándose los
vasos pequeños y de lujo, cuando menos, los útiles de trabajo, ni siquiera los menudos objetos de adorno y las joyas, como sortijas de plata y
bronce, pendientes de oro, fíbulas, pinzas, agrafes con incrustaciones de
plata. Sólo qued6 algo en su sitio en los fondos de habitaciones, donde
el sistemático asolamiento no lIeg6 a alcanzar. En el departamento
48 se encontraban in situ, cerca de la pared norte, el pequeño molino
bajo el que asomaba la lámina de plomo escrita, y en otro lado, cuidadosamente amontonados, buen número de pesos que nos hace su~
poner un telar desmontado (véase el fondo de esta casa en la lámina VIII,
figura A). En la 91 ha116se también ot ro mont6n de pesos en igual
número (lámina IV, figura B), y en el lado opuesto varios vasos en
posición normal; hecho este registrado en no pocos departamentos,
muy en especial en el 49, donde encontramos muchos diseminados
(1) 1. B.U.LESTER TORN O, ComunicQdonl.S al IV Congrl.So internacional de
Arqutologla: 11. Auance al estudio dI la n«r6polis ibtrica dI fa Casa dtf Montl (Al~Ctt/).
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en el fondo, junto con algunos afiladores, y en particular cerca del
ángulo norte, donde se veía colocada en posición normal una loseta de
asperón, con huellas de reiterados afilamientos, y una gran pieza dis·
coíde de plomo que estuvo sujeta en el sitio a enérgica acción del fue·
go y hallábase rodeada de tierras cenicientas. y donde apareció nutrido
grupo de vasijas pequeñas y medianas, finas y bastas, que debieron
dejar los habitantes del poblado, en las últimas horas de éste, rodean·
do el llar. En las figuras A y B de la lámina VI, damos dos vistas,
tomadas en sentido contrario, de este fondo de habitación.
Que hubo lucha dentro de la población parece confirmarlo el en·
contrarse, en las habitaciones y fuera de ellas, herrajes de las arma·
duras de los escudos, asideros de los mismos, uno muy perfecto y com·
pleto rodeado de clavos cortos de gruesa cabeza en forma de casquete
esférico que tal vez sujetaron el cuero de aquéllos, así como la soliférrea
y no pocos regatones y hojas de jabalina de otros tipos y de lanzas, ar·
mas en estado de haber sido aprovechadas al debelarse el poblado.
Inducen a pensar que éste fué incendiado, las amplias zonas de
tierras cenicientas que suelen registrarse bajo del mantillo, el carbón
rollizo encontrado alguna vez en bastante cantidad, como en el fondo
del departamento 48 (figura A, lámina VIII), y sobre todo que en el
cubo de las moharras de algunas lanzas y jabalinas y en el hueco de
sus regatones se ven carbonizados los restos de madera de las astas
que en ellos se aseguraran; particularidad también notada en algún
instrumento o útil de hierro que llevó madera adherida o sujeta.
Las habitaciones, de las que nos hemos de ocupar más adelante,
son rectangulares, de dimensiones bien distintas, y aparecen agrupa·
das como constituyendo una sola vivienda, con paredes comunes a di·
versos compartimientos, viéndose claramente alguna vez su delimita·
ción y siendo difícil de precisar otras.
También la excavación del poblado nos proporciona indicios sobre
el destino de alguna de las dependencias agrupadas formando vivlen·
da. Asf, por ejemplo, parece existir en cada grupo un departamento
donde se hallara montado el telar. Las construcciones 48 y 91 contenían
apilados buen número de pesos; lo que hace pensar si se trataba de
dos telares que hallábanse desmontados al fenecer el poblado. Parece
confirmarlo el que en el departamento 35 encontráranse también gran
número de pesos; doce formando grupo y algunos más sobre larga
lámina de hierro roblonada, gemela de otra hallada en el propio
departamento, láminas Que sugieren la idea del armazón del telar, no
desmontado, en este caso, sino posiblemente destruido .
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También parece que hubo en cada grupo, como es lógico, un departamento destinado a cocina. Por ejemplo el número 49. con el lote
de vasos, la loseta de afilar y la placa discoidal de plomo, posible llar.
de que hablamos antes: debiendo tener igual destino alguna otra dependencia en que se encontrara placa semejante. así como en las que
suele hallarse buen número de vasos colocados en posición normal.
Tal vez alguna dependencia en que aparecieron grandes vasos, como
en las 37 y 31. se destinara a pequeña bodega o a depósito de granos.
Es confirmación de la finalidad diversa de cada departamento, el hecho de que en los del grupo constituido por los I a 4, s6lo el 3 contenía
piezas cerámicas. circunstancia que semeja repetirse en olras dependencias. aunque no tan claramente_
Es de importancia el hallazgo. en el angulo occidental del departamento 16, de un lote constituído por ocho pesas de bronce y plomo. y
formas diversas. de que nos ocuparemos detalladamente; descubrimiento cuyo interés aumenta si se relaciona con el de un platillo de balanza, de lat6n. de 7 centímetros de diámetro y con tres agujeritos en
los bordes para su suspensión, encontrado en la propia dependencia (1).
Oe un hallazgo, más curioso que trascendental, conviene dar
cuenta: en la rinconada que lleva el número 78. y cuya excavación
fué en extremo fecunda. encontráronse. separados sobre SO centímetros. dos vasos, uno de ellos del tipo de boca acampanada. rotos por
la presi6n de las tierras. que contenían entre las que los rellenaban,
y a su alrededor, noventa tabas de tamaño pequeño muy uniforme.
salvo cuatro. algo más gruesas. Supuesto su destino de piezas de
juego, no deja de ser curioso el encontrar esta especie de almacén de
juguetes tales.
-También es interesante el hallazgo . entre el departamento 90 y
el que se Insinúa a poniente del 96, de un lote de los conocidos discos
de cerámica recortada, de los cuales mide el mayor 63 milímetros
de diámetro y 23 el más pequeño.
Conviene subrayar la particularidad de que, entre los abundantísimos restos de vasos, no aparezca la más pequeña muestradecerámica saguntina, ni de ninguna otra variedad que con certeza quepa
datar como romana. Tampoco han dado hasta hora las excavaciones
moneda alguna.
(1) V6ase 1. e .... t.LESTER TORMO. Comunicaciones o/IV Congreso Inl#rnocional
de Arque%gla: l. Los pOl/derales iblricos dI tipo coualtino.
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LAS CONSTRUCCIONES
Dicho queda que hasta ahora se ha excavado s6lo parte del poblado, no habiéndose practicado exploración alguna en las fortificaciones_
El superficial reconocimiento de los restos de és tas deja ver que se
construye ron de piedra en seco, siendo aquélla sin desbastar y generalmente de tamaño no grande_ De las dos murallas que defienden el
poblado por poniente, la interior semeja por las ruinas haber sido
más elevada y fuerte que la externa y tal vez que todo el resto del recinto_ Unos rompimientos en el paramento de la doble muralla de l
oeste, coincidentes con la espi na de la loma y correspondiéndose con
el eje mayor de l poblado , hemos dicho ya que semejan ser las puertas
de dicho doble recinto; vislumbrándose, fuera y dentro de la interior.
restos de construcciones que completaron su defensa, así como a los
lados grandes amontonamientos de piedra que parecen indicios de
sendas torres destinadas a igual fin. También en el lado opuesto de l
poblado. en el extremo levante del recinto, donde las murallas extendiéndose por el borde de las laderas vienen a encontrarse formando
agudo ángulo, nótase asimismo otro amontonamiento de piedras que
hace suponer la existencia de otra torre, refuerzo de la defensa de la
puerta que debiera existir en tal lugar, de la que parece también indicio un dudoso paso o entrada. existente en el nordeste de la supuesta
torre. En las figuras e de la lámina I I y B de la 111 aparecen fotografías de los rompimientos, probables puertas de poniente. vistos de
fu era a dentro y en sentido contrario la posible puerta de levante.
También nos hemos ocupado antes del probable destino, semejante al a lbacar de los castillos de siglos después, que a nuestro juicio
pudo tener el recinto exterior.
Tocante a las habitaciones, el sistema de construcción es el
mismo de las fortificaciones: paredes de piedra en seco, seguramente
sentada con barro que el tiempo ha hecho desaparecer.
Lo descubierto consiste en series de departamentos, aproximadamente rectangulares. de medidas que oscilan entre 10 y 2,5 metros
aproximadamente. Excavábase el suelo aplanando en lo posible la
pronunciada vertiente, y sobre unas paredes, como base de la construcción, apoyábanse otras, dividiendo el área en compartimientos de la
forma dicha; soliendo tener las paredes de 45 a 7D centímetros de ano
chas; siendo excepcional medidas mayores y el empleo de mejor aparejo, como en la pared norte de los departamentos 61 a 65 (véase ti- 187 -
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gura C. lámina 11 1), o bien como en la del sur del 18 en que se aprovecharon gruesas piedras ahiladas para formarla.
Como deja ver el plano de lo excavado. inserto en la lámina 1,
los compartimientos parecen agruparse para constituír una sola vi·
vlenda. Es clara la agrupaci6n formada por los departamentos 45 a
56 y tal vez el 59. Un amplio departamento central, el 48, sirve de
núcleo a los restantes, generalmente pequeños. En su pared norte , y
a nivel Inferior, apóyanse los departamentos 49 a 52, viéndose más
al norte de estos, restos de otros tantos, en parte destruídos. En el
lado opuesto, o sea al sur del de partamento central, y a nivel superior, descubriéronse tres dependencias mayores y más regulares
que las antedichas; y aún más al sur. los espacios 58 y 59 pudieran
ser departamentos pertenecientes a la misma vivienda.
Se destacan, también, claramente algunos otros grupos: el formado
por los J a 4, excavado incompletamente; los constituidos por los de·
partamentos 5 a 18, 19 a 24, 25 a 27, 61 a 65 y 77, 89 a 94 y 97. Se
hace dudosa la determinación de otras viviendas al agruparse las de·
pendencias sin solución de continuidad. confusión que puede nacer de
estimar como restos de departamentos algunas paredes, mejor diría·
mas cimientos, que pudieron servir sólo para contención de tierras
o aplanamiento del suelo, tan desigual , donde se levanta la parte
excavada del despoblado. Por ejemplo el espacio señalado con el número 36, que sólo conserva la dudosa pared del norte, y que por el
lado sur semeja limitado por unas rocas que afloran, pudiera no ser
habitación, no obstante el buen número de objetos que diera, sino
hueco de paso de la parte alta de la población a la muralla. En tal
caso las dependencias 28 a 35 constituirían probablemente una vi·
vienda. Otro tanto sucede con el espacio 44, que semeja también se·
parar de 42 y 43 el grupo de dependencias que se apoyan en 48.
El desnivel existente entre los diversos departamen tos que cons·
tituyen una sola vivienda, como consecuencia de la pronunciada pe ndiente del suelo, debió ser salvado por medio de escaleras o de ram·
paso Así en el grupo denominado casa del plomo (48 a 50), el departamento central debi6 unirse al 47 por una de aquéllas que seguramente
se apoyaría en la gran piedra saliente bajo la pared colindante. En
el ángulo levante de 46 apareció un escal6n que facilitaría el acceso
desde 58 a 46; y en éste, uniéndose oblicuamente a la pared lindando
con 48, hall6se una hilera de piedras planas, como formando otro
escalón, resto de la escalera que le uniera alguna vez con 48, y decimos alguna vez porque no debió existir en los últi mos tiempos de
la poblaci6n, puesto que la pared separatoria de ambos se hallaba a
mayor altura que el escalón dicho. También la comunicación de
48 con la serie de departamentos de nivel inferior, tal vez se resol·
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viera de modo parecido, especialmente con 50 y 51, ya que se nota
por la parte de los últimos, y en la pared divisoria, gruesas piedras
en que estribaría la escalera; si bien hemos de hacer constar que no
existia resto alguno de escalón que sirviera para salvar la altura de
la expresada pared por la parte de 48. Pocos indicios más se pueden
observar referente a este punto.
Alguna otra particularidad constructiva suele apreciarse en las
habitaciones, En el ángulo sur de 42 hallóse un pequeño poyo de igual
técnica que las paredes (cuarenta centímetros de altura y 65 por 75
aproximadamente de superficie), que pudo servir para sentar en él el
pequeño molino que, completo aunque roto, encontrábase derribado
junto a él (véase la figura B de la lámina V). También hemos expuesto antes de ahora que en el ángulo norte de 49 encontróse, sentada
horizontalmente, una loseta de piedra arenisca, con huellas de su empleo como afiladora. En otros departamentos, como en la pared levan·
te del 72 y las poniente y norte del 64, ha1l6se a manera de una segunda pared más baja, que por su disposición y medidas debió emplearse
a modo de banco o poyo. En la figura A de la misma lámina, damos
una vista del interior de l departamento 64, en que se manifiestan bien
claramente los supuestos bancos.
Antes de ahOra hemos aludido también a la técnica de estas construcciones. Generalmente fueron fabricadas con piedras de mediano
tamaño, siempre sin el empleo de argamasa, soliendo tener las paredes
de 45 a 70 centímetros de anchura, que se aumenta excepcionalmente,
como por ejemplo en las intermedias de 62, 63 y 64 Y 65. También la
pared norte que une todas aquellas es de técnica más cuidada que la
corriente en el poblado, como deja ver el primer término de la
citada figura A.
Es asímismo comprobación de interés la de que, como en Covalta,
no pudieron las paredes, a juzgar por sus restos, exceder mucho de 1,50
metros; lo que hace pensar que en éste, como en aquel poblado, se completaron las paredes con adobes o con tabiques de cañas o ramas revocados con barro, si bien hemos de hacer constar que no hallamos
en La Bastida las pellas de barro, con improntas de aquellas, que en Covalta aparecen.
De esta técnica , de ramaje o cañas con revoque de barro, debieron
ser las cubiertas de los departamentos. Su sustentación se haría con
rollizos de madera, de los que aparecen algunos restos carbonizados.
Difícil es resolver el problema de luces de algunos pequeños compartimIentos, que háUanse empotrados entre otros que pudieron tenerlas directas.
Otro tanto sucede con las vertientes de aguas; pues también en este
poblado dejan de observarse los estrechos espacios, de menos de un
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metro de ::tnchura, que separan las construcciones de Covalta, sIguiendo la inclinación natural del suelo.
Parece haber predominado en La Bastida el ensalada de las habitaciones con barro o tierra apisonada. Sus restos suelen constituir
una dura capa de tierra rojo-grisácea, perceptible alguna vez por bajo
del estrato de tierra más suelta de parecido color y naturaleza. Así
sucedió en la excavación de los departamentos 63, 64 y 66. Otras veces encuéntranse restos de enlosado, como acontece en el departamento 62, en el que se hallaron dos grupos de piedras planas, compuesto uno de seis y otro de cuatro; y otro de tres losetas descubriose
en el ángulo norte de 42.
Pocas veces percíbense en las paredes los huecos para las puertas.
Sólo en algunas suelen reconocerse claramente, como en el departamento 4, entre el 12 y el 11, el 15 y el 16 y más claramente que en
ningún otro sitio en la entrada al 92 y comunicaci6n de éste con el
91 y 93.
IV
LA LAM INA DE PLOMO ESCRITA
Al excavarse el fondo de la habitaci6n 48, el 28 de Julio de 1928,
y al tratar de determinar y limpiar el macizado de unos 15 centimetros
sobre que se sentaba el pequeño molino de que reiteradamente se ha
hablado, apareci6, a pocos centímetros por bajo de la muela fija y en
posicl6n horizontal que denotaba colocaci6n intencional, una lámina
de plomo arrollada en espiral, de la que se veía s610 pequeña parte.
De ella vamos a ocuparnos.
Trátase de una delgada planchuela rectangular, que mide [80 milímetros de largo por 49 de ancho y se halla escrita por ambos lados en caracteres ibéricos. En la lámina IX aparecen ambos textos
en tamaño natural yen las figuras B, e, o y E de la lámina VIII
la propia planchuela antes de ser desarrollada.
En la cara B contiene 177 signos y 96 en la A, o sea en suma 273,
cabiendo la posibilidad de algún ligero error al contarlos. La superficie de ambas caras dividi6se en zonas o espacios mediante líneas
horizontales paralelas, fuertemente trazadas; y los dos textos escribiéronse sobre tal pautado, siempre de derecha a izquierda, sin terminar las líneas, de tal manera que sobró buen espacio en blanco en
alguna de ellas, más en A que en B; comenzándose a aprovechar parte
del de dos líneas de aquella, escribiendo en sentido contrario.
Los grupos de signos, frases o palabras (nada sabemos de cierto),
hállanse como separados por líneas de puntos, generalmente colocados
-190-
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LA BASTIDA DE .LES ALCUSESt (MOCENTE)
13
en fila vertical y en núme ro distinto, que suele variar de dos a ocho;
observ~ndose la particularidad de que, no cabiendo en el ancho de la
pauta el número de aquellos que se pretendió grabar, colocáronse los
sobrantes aliado mismo. En una de las caras destácanse los puntos
más confusamente, por haberse arrastrado al grabarles, en vez de
levantarse, el punzón.
Es interesante observar que, de las 19 frases o palabras del texto
B, 16 terminan con el mismo signo y las tres restantes con otro;
y entre aquellas, en 12 se repite no sólo el último sino también el penúltimo signo, yen las otras cuatro se da otra combinación de los dos
signos finales; todo lo cual parece suponer la repetición de Iguales
desinencias.
Otra particularidad del mismo texto (B), consiste en encontrarse
algunas de sus frases cruzadas horizontalmente por otras líneas menos
enérgicamente grabadas que las del pautado. Unas veces tal rayado
alcanza a una sola frase; otras. con un solo trazo crúzanse varias de
ellas; y en alguna ocasión se han cruzado frases inmediatas con trazos
distintos; lo que hace suponer que pudieron no trazarse en el mismo
momento, sino en ocasiones diferentes.
En el texto del lado opuesto (A) observánse características parecidas, pero sin tachaduras. ni tantas repeticiones de letras finales. Es
su texto más corto y, según hemos expuesto, trató de aprovecharse
para nueva escritura yen sentido contrario, el espacio libre de las dos
últimas lineas del pautado.
Nuestra falta de preparación en la materia nos obliga a dejar el
estudio íntegro de este preciado documento a persona suficientemente especializada (1). Ello no es obstáculo a que demos nuestra impresión, consecuencia de las particularidades observadas, de que uno
de los textos dichos semeja una serie de apuntes que fueron tachados
en su mayor parte, dejando subsistentes otros, como la última frase
de la segunda linea; y de que las series de puntos, con que parecen
terminar frases o palabras, semejan tener significación más importante
que la de mera puntuación separatoria de aquéllas, a juzgar por su
número diverso y por el cuidado que se puso en completar la serie,
como cosa indispensable, aún no cabiendo en el ancho del pautado.
Las circunstancias de encontrarse el importante documento de
que tratamos, en su sitio yen el fondo de una mansión a donde no llegara la destrucción del poblado. permitiendo suponer que vivió aquél
los últimos dias de éste, autorizan a darle, como cronología bastante
(I) Se ha encargado de tal trabajo el sabio profesor Sr. G6me:r.: Moreno, tan ex·
traordlnariamente preparado para labor de esta Indole. Su estudio aparecedl probablemente en el Inmediato número de ARCHIVO DE PREHISTORIt\. LEV ... NTIN ....
-191 -
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14
1. BAl.l.ESTER TORMO - L. PERlCOT
precisa, la del momento final de La Bastida; particularidad que avalora extraordinariamente la importancia del hallazgo. pues es la única
pieza de esta clase cuyo descubrimiento se documenta tan completa mente. En la lámina VIII, figura A, incluimos la fotografía del interior
de la repetida habitación, viéndose a la Izquierda de la muela inferior
la lámina de plomo, aún en el sitio en que se hallara.
v
PESOS DE TELAR
Son abundantes esta clase de piezas en la estación que nos ocupa;
hallándolas en las habitaciones y fuera de ellas; en general de tamaño
mediano (dimensiones máximas: 15 centímetros longitud, 7,5 por
7,5 base mayor, 6 por 5,5 base menor; dimensiones mínimas: 8, 4,5
por 5 y 3,5 por 3. respectivamente), troncopiramidales de base rectangular y de barro casi siempre tosco y poco cocho, por lo que general mente han salido incompletos, rompiéndose al intentar sacarlos de
la tierra en que se hallaban.
La construccl6n 3 di6 dos pesos de esta clase; dos más la 7; en
el centro de la 26 sobre doce más o menos completos, entre restos
de otros diversos; en la 35 número igual yen circunstancias semejantes; en la 37 un peso y fragmentos de otro; uno más en el departamento 75; yen el 48 y 91 sendos montones de '2fJ pesos, hallazgos interesantes que hacen suponer se trataba de telares desmontados en el
momento de destrucci6n del poblado (véanse láminas IV, B
Y Vll1 , Al.
Tal vez las largas láminas de hierro, dobladas hasta formar dos ramas paralelas unidas por roblones equidistantes, de igual medida
ambas, pudieran relacionarse con los hallazgos de pesos, pensando,
si formarían parte del montaje de los telares.
En la base menor de dos de los pesos se obse rvan borrosas impresiones de carácter floral, en apariencia.
-
192-
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LA BASTIDA DE .LES ALCLlSESt (NOCENTE)
15
VI
LAS fUSA YOLAS
Como es corriente en todos los lugares de habitación del hombre
primitivo o del salvaje a partir del momento en que conoce ya el arte
textil, la abundancia de husos o fusayolas, por lo general de barro.
es considerable. Aparecen en La Bastida, un poco en todas partes. sin
que se pueda observar acumulación en determinadas habitaciones,
como ocurre con los pesos de telar.
El número de las halladas hasta ahora y expuestas en el Museo.
es de 180. Salvo raras excepciones se han conservado enteras. Sus
formas son muy variadas. pero domina la de doble tronco de cono
con sus dos partes desiguales. Las bases suelen ser planas o ¡igeramen·
te rehundidas. Si bien son frecuentes los casos en que [a forma bitron·
cocónica está bien marcada, generalmente en los ejemplares más pero
fectos, de superficie alisada o pulida y color negruzco en la mayoría
de los casos, pueden observarse todos los grados de la transición a
otras formas. Por una parte el cono superior, siempre más alto que el
inferior, va exagerándose hasta producir el tipo simplemente tronco·
cónico y por otra se va perdiendo la rigidez de la silueta, pasando a
ser esferoidal. Otras veces deriva hacia la forma discoidal o a la cilin·
drlca. Además surgen un número reducido de casos especiales con superficies cóncavas o con abultamientos en la parte superior o en la
inferior. Véase en la lámina X, E. muestras de todos los tipos.
Las dimensiones varían también aunque la mayoría de piezas sue·
len medir alrededor de 2,5 centímetros de altura y de diámetro máximo: las más pequeñas llegan a tener 1,6 centímetros en ambas dimensio·
nes, mientras en las mayores observamos diámetros de 4 centimetros
y alturas cercanas a 3.
Treinta y seis de los ejemplares encontrados presentan decoración;
17 de ellos con líneas incisas: una, dos o dos series de dos, dispuestas
paralelamente a las bases: sólo en un caso vemos líneas perpendicu·
lares cortando a estas transversales. Tres con líneas y puntos. Cuatro
con series de puntos, incisos profundamente y en un caso con un pun·
zón triangular. Por último, 15 con líneas puntilla das, paralelas, radiales. en cuadrícula o en zig-za.g, formando en algún caso combinaciones
realmente bellas.
Como ya hemos indicado su color suele ser negruzco o grisáceoterroso, a veces algo rosado, presentando algunos ejemplares huellas
de haber sufrido la acciÓn del fuego.
-193 -
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16
1. BAl.l.I!STER TORMO· L. PER ICOT
VII
OTROS OBJETOS DE CERÁMICA
Adem ás de los pesas de telar y las fusayo las de que acabamos de
ocuparnos, existen otras piezas cerámicas de interés.
Los objetos de índole varia o de dudosa determinaci6n, hallados
en La Bastida, son los siguientes: Un fondo agujereado o colador, de
cerámica tosca, incompleto. aproximadamente discoidal, de 6,5 centlmetros de diámetro (lám ina X, B); una especie de peq ueña cubeta
o recipiente cuadrangular con los lados curvados hacia dentro, de
5.5 centímetros de lado y 2,5 centímetros de altura (lámina X, F);
fragmentos de otro recipiente irregular y de paredes más gruesas,
con varios compartimientos, de 4 centímetros de altura; la parte del
cuell o de una vasi ja, vuelto al revés y recortado en su parte supe rior
en forma de curioso almenado, que mide 19 centimetros de diámetro
y 8 de altura; una pieza inclasificable, con impresiones parecidas a
palmetas en sus cuatros caras, 6 centímetros de longitud por 3 de
grueso máximo (lámina citada, C); una pieza larga, de sección trapezoidal, con impresiones digit ales a 10 largo de su cara mayor, de
uso indeterminable; un tubo corto que no puede asegurarse perteneciera a una vasija; varios discos de cerámica recortada cuyo diámetro
alcanza 6'2 centímetros y 1,3 centímetros su altura. Al hablar de las
excavaciones nos ocupamos del interesante hallazgo de un lote de
11 de estas piezas, de tamaños en serie, que varfan de 62 a 23 milimetros de diámetro y que fueron encontrados, casi superficia les, junto
a la pared NE de 96 y a sobre un metro de otra pared aún borrosa
que parece salía de aquella en la me~cionada orient~ci6n.
Deben incluirse aquí dos soportes cerámicos para vasos (láminas
X, O Y X IX, 8 ) de los que se hará referencia.
VIII
VASOS
Si de alto interés resultan las piezas de todo género halladas en el
poblado que nos ocupa, se distinguen entre todas, por la abundancia
y variedad, los vasos cerámicos. Claro es que este hecho no ha de extrañ3 rnos cuando es sabido que la a bundancia de fragmentos de vasijas,
es 10 no rmal en los poblados ibéricos e incluso en todas las estaciones
prehist6ricas a partir de l Neolítico; pero ya resulta más curioso si agregamos que en La Bastida, la proporci6n de vasos reconstruibles fácil-1 94 -
[page-n-195]
lA BASTIDA DE n.ES ALCUSES>t (MQCENTE)
11
mente, cuando no enteros, es muy crecida; y 2.demás la variedad
y riqueza de formas es en este poblado muy notable.
En resumen, podríamos considerar como caracteres que resaltan
en la cerámica de La Bastida, los siguientes: frecuencia de vasos enteros o completos, lo cual constituye otra prueba del hecho, apuntado
ya, del repentino e impremeditado abandono de la ciudad, y pobreza
de la decoración pintada. que contrasta con la variedad y novedad de
las formas.
Como en todos los poblados prehistóricos, es lo corriente que las
cantidades enormes de fragmentos cerámicos irreconstruibles aparezcan dispersos dentro y fuera de las habitaciones, mientras los frecuentes vasos enteros o rotos por la presión de las tierras, conservando
todos sus fragmentos, suelen aparecer en lugares determinados de
las habitaciones, en rincones de éstas o agrupados junto a lo que puede
suponerse hogar (véase lámina VI y lo dicho en el capítulo 11).
En las presentes notas trataremos de dar una ligera idea de la cerámica de La Bastida, debiendo tenerse en cuenta que del centenar
de cajas llenas de fragmentos que se han recogido, s610 una mfnima
parte ha podido hasta ahora ser lavada y reconstruida, por lo que esta
reseña forzosamente ha de ser provisional y limitada a recoger tan solo
los ejemplares que desde el primer momento pudieron completarse.
Podemos dividirla en tres grandes grupos: cerámica helenística;
cerámica Ibérica fina; cerámica ibérica tosca. Examinémoslos sucesivamente.
CERÁMICA HELEl'dsTICA.-AI igual que en la mayorfa de poblados Ibéricos de la costa oriental de España, son aqul en extremo
abundantes los hallazgos de fragmentos de cerámica griega de baja
época (1). Al lado de un número reducido de fragmentos con figuras
pintadas, tenemos un número grande de piezas del tipo llamado campaniano, en que el barniz negro brillante, característico de la cerámica
helénica, ocupa toda la superficie del vaso sin que aparezca en él decoraciÓn figurada.
Fragmentos con fituras.-Pertene~n a las últimas manifestaciones, muy decandentes ya, del estilo de figuras rojas. Los fragmentos
conservados son parte de varios vasos cuya forma es dificil imaginar,
Es bien sabido que la presencia de fragmentos cerámicos griegos ha sido
paro datar los productos Indigenas apa~cidos juntamente y puede decll'"'..e que en gran parle la crono10g1a de la cultura lb6rlca se basa en esos hallazgos.
Pero es de lamentar que por tratarse de piezas de baja época. de fabricación regional , la cronologla no puede nunca precisarse, como ocurrida si se tratase de eJemplares de buena época en que puede llegarse al autor o a la escuela.
- 195(1)
ut¡¡¡~ada
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18
l . BALLESTER TORMO· L. PERICOT
aunque en algunos ~sos parece tratarse de copas (1) (véanse los más
importantes en la lámina XIII).
Varios de los fragmentos pertenecen a un vaso del que se conserva
una figura bastante completa: una mujer. a la que falta la cabeza,
en actitud de dirigirse o abrazar a una figura desnuda, sentada de
frente. de la que se vé s6lo una pequeña parte; de un estilo muy libre
y con poco cuidado en la aplicaci6n de la pintura negra que limita
las figuras dejadas en el tono rojo del fondo, la creemos una buena mue~
tra de la cerámica italiota de figuras rojas del siglo IV a. de J. C. (8,
centro). Fragmentos de otros vasos, más incompletos aún, muestran el
mismo estilo.
En cambio otra serie de fragmentos, entre los que sobresale uno
con parte de una cabeza con corona floral y una especie de alas a la
espalda, presenta un fondo color ceniza achocolatado, siendo los trazos negros que forman la figura muy finos y rígidos; además la ¡:.arte
interior del vaso queda sin pintar. De este vaso hay varios fragmentos (e, derecha). Otro vaso, con motivos florales en estilo semejante,
parece tener, a juzgar por los fragmentos conservados, un cuello relativamente estrecho (Id., centro). Otros fragmentos proceden de un plato o de una copa baja con borde recto, decorada con varias figuras de
animales (¿cánidos o féHdos, aves?) al parecer afrontados, y también
han adquirido este tono ceniciento, seguramente a causa del fuego
(A). Todos ellos no salen, sin embargo, del área de la cerámica italiota
del siglo IV.
Podemos citar aquí también los fragmentos, escasos, de vasos de
estilo campaniano con adornos ¡;encillos de motivos vegetales, en
negro o en rojo, generalmente cerca del borde del vaso y de ejecución
tosca.
Vasos campal1ianos.-La gran proporción de vasos de barniz negro
brillante, llamados campanianos, que han aparecido en La Bastida,
no constituye un fenómeno aislado, ya que esta especie cerámica es
la que suele acompañar a la ibérica en los poblados de época inmediatamente prerromana. Pero al igual de lo que ocurre con la terra sigillata de época romana . y acaso en mayor escala aún, se nota la falta
de estudios de conjunto, en especial para las variantes que aparecen
en la Península. Por ello resulta imposible, en la actualidad, distinguir
de variedades y procedencias e incluso no se puede extremar con ella
(1) Entre las estaciones españolas en que aparecen fragmentos de vasos griegos con flgura5. de baja época. podemos citar las de Ampurlas, Bagur, Cabrera
de Matar6. Puig Castellar. Les Umbrles, San Antonio de Calaccite, Tárrcga,
Sagunto, Ibiza, Covalta, Elche, Casa del Monte, Rojales, AmarcJo, Redoban,
Villarlcos, Galera. Peal del Becerro, Almedlnllla y Castellar de Santisteban; en
la portuguesa de Alcacer do Sal aparecen tamblm vasos de este tipo.
-196-
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LA BASTIDA DE _LES ALCUSf:!$I) (MOGENT.e:)
19
la cronología por desconocerse ésta en detalle, lo contrario de 10 que
ocurre con la restanle cerámica griega. Incluso cabría preguntarse
si la abundancia de sus ejemplares en las estaciones de la Península
no obliga a suponer que en esta existieran centros de fabricación,
como ha podido demostrarse para la lerra sigil-/ala.
Así, por necesario que nos parezca este estudio, que debiera 5er
previo, para poder localizar cronológica y estilistlcamcnle nuestros hallazgos, no podemos hacerlo aquí, debiendo limitarnos a la descripción
de las piezas halladas y a su comparación con las descubiertas en otras
estaciones españolas (J).
Las características generales de los vasos de esta especie, hallados
en La Bastida, coinciden con las ya conocidas: fina pasta de colar rosáceo generalmente, a veces ceniciento por la acción del fuego. excelente cocción, forma perfecta y elegante y barniz negro brillante.
Este último por la acción de la tierra ha perdido mucha de su brillanttt
y en algunos vasos se nota un fuerte descascarillado de la capa superficial. Sólo en alguno que otro vaso se conserva el brillo original en
toda su esplendidez, con el hermoso reflejo metálíco (plateado) que
(I) No Intentando aqul hacer el estudio de la cerámica campaniana en las ~ta·
taclones Ibéricas espal'lolas. nos abstenemos de dar la lista de los lugares en que
aparece, ru:\ como la blbliografla acerca de los mismos.
La cerámIca de barniz negro brillante, conocida generalmente con el nombre
de campaniana. tiene un origen muy remoto, ya que vasijas con dicho barniz, Imitando el brillo de los vasos metálicos, y sin decoración flgurada, se encuentran
en Grecia en el siglo VI a. de J. C.. viviendo paralelamente a la cerámica ática
de figuras y cuando ~ta decae se multiplica la fabricación de los vasos sin figuras,
surgiendo numerosos centros con productos que presentan entre si naturales di.
ferencias. Como centro de los productos de esta especie ha1!ados en España se ha
considerado la Italia meridional y más concretamente la Campania. de donde ha
recibido el nombre. Otras especies que presentan algunas analoglas con ella, las
de Cales, Megara y otros centros del mundo helenistico, son de ~poca parecida.
pero sus productos no tienen la sencillez ni la difusión (que alcanza a Francia y
España) de los productos del estilo campaniano (etrusco·campano, según Ducati).
La época de su fabricación es, según este conocido historiador de la ceramica grie.
ga, el siglo IV y la prlmera mitad del JlI, pero parece durar realmente algo más,
fabricándose durante todo el siglo 1I1 a. de J. C. en la misma Areno, donde a comienzos del siglo 1I desaparece paulatinamente ante la cerámica que sustituye
el negro brillante por el rojo coralino de la cerámica areUna o lerra s{gil./ata. La va.
riedad del tipo campanlano que suele darse en la Penlnsula es naturalmente la más
sencilla y a veces incluso de fabricación inferior, siendo lisa, a lo más gallonada
en contadas ocasiones, y con estampillados de palmetas y franjas de puntos y
rayitas onduladas o alguna franja de hojas, blanca o dorada.
-
197-
•
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20
1. BALLESTER TORMO· L. PERICOT
posee en los ejemplares mejor conservados, mientras en muchos
otros se ha vuelto mate (1).
A pesar de que relativamente son muchas las vasijas de esta especie reconstruídas y expuestas en el Museo, sin embargo, queda un número considerable de fragmentos que suelen repetir los tipos que reproducimos, pero en los que acaso un estudio más detenido, con la posiblidad de completarlos tras paciente rebusca, pueda descubrir variantes inéditas.
Uno de los tipos más interesantes y que no es raro, es el de crátera.
La crátera campaniana es corriente en la costa española, ya que la
podemos señalar, sin que pretendamos agotar la lista de estaciones,
en Enserune, Ampurias, Cabrera de Mataró, Puig Castellar, 5an An·
tonio de Calaceite y Covalta, Se trata de una variedad sencilla de la
crátera, de dimensiones pequeñas, sin adornos en el cuello, con asas
verticales bastante esbeltas, terminadas siempre en un a¡;éndice de
sección rectangular y puntiagudo (2); en algunos casos se nota cierta
irregularidad o imperfección subiendo una de las asas m.ás que la otra.
El borde superior es recto o presenta un reborde. Uno de los siete
ejemplares completos, que figuran ya en el Museo. liene la panza gallonada y otros dos presentan el fondo interior decorado con un circulo
de pequeñas líneas y con palmetas rodeadas por un drculo de rayitas.
respectivamente. Un ejemplar incompleto tiene también cuatro palmetas en cruz y dos fajas de rayitas. Véanse los ejemplares más completos en la lámina XI, D.; y la galJonada en la figura E de la misma lámina.
Si comparamos las cráteras de La Bastida con las de Enserune,
de donde poseemos magnífica y completa publicación (3), nos daremos
cuenta de la mayor riqueza de la estación francesa. aunque las formas
suelen coincidir, especialmente en la parte del pie; las nuest ras podrían
ponerse al lado, sobre todo, de las que Mouret atribuye acaso a una
i mitaci6n de las piezas buenas.
En cuanto al tamaño, el ejemplar de panza gallonada mide 18,2
centimetros de un extremo a otro de asa, 1I centímetros de dIámetro
(1) NQ creemos que el color mate de algunos &jemplart~ sea debido a un origen
distinto. Según DUCATI (Cfassi/icaUon des c"amiquls ontlquls, Paris, 1927. Clas·
si/icaUon 9. Ctromico delfa Ptmisola italiana, p. 28), la opacidad en el barniz ca·
racterizar1.a los productos de la Italia central (Etrurla) frente a la brillantez de
los de la Italia meridional (Campania).
(2) Las asas a poucitrs de los: autores: franceses.
(J) F. MOURl!:T, Coll«tion Mouret (Foulllts d'Enserun.), en el Corpus Vascrum
Anttquoru17l, fase. 6 de Francia. Parls, 1927.
V~ en la página 20 de dicha obra la bibllografa de la cerámica campaniana
que nos abstenemos de dar.
-
198-
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LA B....STIO .... DE tLES
ALCUSE~
(NOCENTE)
21
de la boca, 5,7 centlmetros el del pie y 10,5 centímetros de altura; en
los restantes ejemplares estas medidas oscilan respectivamente entre
los 14,3 y 19 centímetros, 8,7 y 10 centímetros, 4,8 y 5,7 centfmetros
y 8 Y 10,5 centimetros
Un tipo menos frecuente es el de oinochoe; el ejemplar de La Bastida
puso ser reconstruido utilizando gran número de fragmentos, resultando una pieza esbelta y fina, de cuerpo gallonado (lámina XI, H) Y
con los lóbulos de la boca puntiagudos. Mide 12 centimetros de altura,
5,5 centimetros de anchura en la boca y 4 centímetros de diámetro del
pie. De las estaciones levantinas no recordamos otro ejemplar de
este tipo que uno de Ampurias (1), gallonado también y parecido
tanto en forma como en dimensiones, excepto en lo puntiagudo de los
tres lóbulos, al que nos ocupa. Indudablemente de este y otros modelos griegos se copiarían los ejemplares ibéricos, menos elegantes, de
que luego hemos de hablar.
Algo más abundante (conocemos ejemplares en Ampurias y en
Enserune) es el tipo de lekylhos aribalistico del que apareció en La Bastida un ejemplar incompleto, ya que le falta el asa y la boca, no sien·
do seguro que una boca, que cerca se encontró. corresponda precisamente a este ejemplar, hallado por cierto en muy mal estado de con·
servación por haber saltado casi todo el barniz. Mide 8,5 centfmetros
de altura, 4,7 centfmetros de diámetro del pie. 6 centímetros de an chura máxima y 2 centímetros de diámetro del cuello (lámina XI, F).
Tampoco es raro el tipo de copa de pie bajo que se acerca al skyphos, o al Ko/y/e, del que poseemos dos ejemplares completos (lámina
XII, D y E) . Ambos tienen en su fondo un circulo de rayitas y en
el centro palmetas en cruz. Uno de ellos, bastante descascarillado,
muestra el color de la cerámica, rojizo-negruzco. Sus medidas son: al·
tura, 4,7 y 6 centlmetros, respectivamente; longitud máxima, 1B,5 y
21 centfmetros;ancho de la boca , 10,8 y 12,7 centfmetros; diámetro del
pie, 7 y B,5 centímetros. En Enserune hay varios ejemplares de este
tipo (2) .
Muy curioso es el vasito en forma de astrágalo, incompleto por
faltarle el asa y la boca; en la cerámica griega se nota la afición
a los vasos de formas raras (askos. rhylon), pero no son frecuent es
los de forma de astrágalo; recordemos el bello ejemplar con figura s
(1) En la SiIIccl6n de Prehistoria del Palacio Nacional de la Exposici6n Interna·
cional de Barcelona, procedente del Museo Municipal de Arte y Arqueologla de
dicha ciudad, n.O 6.358.
(2) Se encuentra también en Am purias y con seguridad en otras estaciones
peninsulares. La variante helbJlca llamada Kotyl, es acaso la que mis se acerca a
este tipo.
-199 -
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22
1. BALLESTER TORMO - l.. PERICOT
rojas del Museo Británico (1); el hallar aquf este ejemplar es otra prueba de la importación de centros importantes y del gusto indígena por
estas rarezas. El ejemplar de La Bastida (lámina XI. G) mide 8 centimetros de longitud por 4 de ancho y 4,5 de altura. siendo el diámetro de la boca rota. 1.7 centfmetros. Su factura es buena. No conocemos otro ejemplar en la Peninsu]a.
Lo que más abunda es, al igual que en otras estaciones, el tipo de
plato o de escudilla pequeña. De aquél reproducimos (lámina Xl, e y
XII, C) tres ejemplares: dos de ellos son de fondo curvado y boca
reentrante y el tercero es de fondo plano y boca con reborde. Ambas
variantes se encuentran en Enserune; pero es más abundante la primera, que se halla en casi todas las estaciones Ibéricas (2), Los dos
ejemplares de la misma, procedentes de La Bastida, miden 24 y
21,8 centímetros de diámetro máximo, 12,8 y 12 centímetros de diámetro del pie y 6,4 Y 5,8 centímetros de altura; uno de ellos presenta
su fondo decorado con palmetas rodeadas por cinco hileras circulares
de pequeños triángulos impresos y el otro con nueve palmetas elegantemente unidas por semicírculos que se cortan, rodeadas por una
faja circular de rayitas sinuosas, El ejemplar de boca con reborde
mide 24 centímetros de ancho máximo, 12,5 centímetros de diámetro
del pie y 7 centímetros de altura; también se halla su fondo decorado
por diez palmetas unidas por semicirculas rodeadas por una faja circular de triples rayitas (3),
Entre los numerosos fragmentos irreconstruíbles abundan los pertenecientes a bordes o fondos de piezas de este tipo, y entre los últi·
mos los hay bellamente decorados con los motivos estampados corrientes.
Este tipo de plato grande con palmetas en el fondo se encuentra
(1) Se trata en este caso de un depósito de astrágalos para el juego, que mide
15 centlmetros de longitud. Vúse el fase. 5 de Inglaterra del Corpus Vasoru/1I
Antt'quorum (British Museum, fase. 4, por H. B. WAt.T!MS, Londres, ]929), pAgina3,la.m]na26; en él se da una bibl10grafla de este tipo con indIcación de otros ejemplares. En el volumen V, pagina 31, figura 6.742 del Dictionnaire des antiquftes
t'ICqUes It ramaines, de DARI!NSI!RO y SAQt.IO, puede verse otro recipiente de la
misma forma, procedente de Eglna y utilizado como lAmpara.
(2) Véanse los ejemplares de Ampurias en el Museo de Barcelona y reproduccl6n
de algunos de ellos en CAZURRO-CANO!A, La Istlatificacidn de la celámica dI Ampupur¡as y la Ipoca de sus leStO (Anuari de 1'1. d'E. C .. IV, 1913·14, pAginas 657 y
S
siguientes). En el Musco Prehistórico Provincial de Valencia pueden verse algunos
platos de este tipo procedentes de Ampurlas, que pertenecieron a la colección Cazurro, la cual en su mayor parte ha pasado a dicho Museo. Los de Enserune en la lA·
mina 22 de la publlcaci6n citada.
(3) Vúse esta decoracl6n en las lAminas 24 y siguientes de la publicación de
Enserune.
-;ro-
[page-n-201]
LA BASTIDA DE fLES ALCUSESt (NOCENTE)
•
23
en casi todas las estaciones ibéricas. Recordemos s6lo el hallazgo del
mismo en los poblados ibéricos del Urgel y del Bajo Arag6n, en Ampurias, en El Charpolar, etc.
Las pequeñas escudillas son numeros!simas. como en Enserune y
poblados ibéricos españoles ( ¡ ). Reproducimos aquf doce de ellas (lámina XI, A Y B); pero debe tenerse en cuenta que los fragmentos importantes con los que podrían reconstruirse piezas de este tipo suman
muchas docenas. También en este tamaño pequeño son raras las escudillas de boca con reborde, mientras las de boca reentrante ofrecen
variantes por su esbeltez mayor o menor, el grueso de sus paredes y
la forma del pie (plano en los mejore~ ejemplares, de sección bífida
y delgada en los más rechonchos). Entre el pie y la panza suele
quedar una ranura con el color rojo o rosado natural del vaso y en la
parte plana de los pies de algunos alternan las fajas circulares de este
color natural con las pintadas de negro. Las impresiones de palmetas
y círculos de rayitas son también muy frecuentes, uniéndose en algún
caso las palmetas entre si por medio de semicírculos. En varios ejemplares (lámina XII. A Y B) aparecen sólo las palmetas puestas en
cruz; en un fragmentos de un fondo se ven las cuatro palmetas ro deando un pequeño cfrculo ya su vez dentro de otro. Otro fragmento.
no reconstruido, muestra una faja de diminutos circulitos entre pares
de círculos concéntricos y en el inlerior una faja circular de grupos de
tres circulitos. En una palabra, la variedad en la decoración es grande y se hace preciso un estudio aparte. en que reunidas todas las estampillas, puedan compararse con las de otras estaciones e iniciar
un estudio de fabricaciones y modelos que ha de ser de gran utilidad
para el conocimiento de esta especie cerámica. En tanto, sólo podemos indicar la abundancia en todas las estaciones ibéricas de este tipo
de escudilla o plato pequeño y la presencia siempre en él de los citados
motivos decorativos en una u en otra forma aplicados.
Entre los fragmentos que no pueden reconstruirse hay representantes de las formas más frecuentes entre las citadas; copas o platos de
todas las variantes, algunos de barniz que han conservado todo su brillo original, cráteras. etc. Por tratarse de una forma que no hemos citado aún, haremos notar la presencia de parte de un pie de grandes
dimensiones que por la forma parece corresponder a una crátera en
campana o a una ánfora acaso con figuras. Un pequeño fragmento al
parecer con relieves. de cerámica delgada se separa de lo corriente;
tampoco es posible identificar su forma.
(1 ) Véase la lamIna 22 de In publicaci6n citada de Enserune.
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201 -
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24
l. BALl.ESTER TORMO
~
L. PER1COT
CERÁMICA IBÉRICA FINA . - Es la que más abunda bien característica y conocida en un sin fin de estaciones (1). El barro. en general cuidado. es cocido de manera que produce una de las dos variedades principales siguientes: bien cocido, originándose una cerámica
de color ocre rosado a veces con capas de color fenuginoso en su interior, en la que la pintura adquiere singular relieve conservándose magnlficamente, o mal cocida, resultando blanda y poco consistente ,
poco favorable para la conservación de la pintura, ya que es casi imposible limpiarla de la tierra que en el transcurso de los siglos ha quedado adherida a su superficie. Esta última, que se nos muestra como
un signo de cierta decadencia, es la que aparece con mayor abundan*
cia en La Bastida, lo cual, unido a la pobreza dominante en los moti·
vos decorativos, contribuye a dar la impresión de cerámica pobre si
se compara con la conocida de otras estaciones levantinas cercanas.
Pero esta impresi6n queda, en parte por 10 menos, borrada ante
la riqueza de formas: riqueza que ha podido apreciarse mejor por 10
completo de muchos vasos y por haberse realizado la excavación con
sumo cuidado y recogiendo todos los fragmentos, aún los más insignl*
ficantes. Una vez reconstruido todo el material, creemos que será este
uno de los poblados ibéricos conocidos en que pueda apreciarse mayor
número de formas, abundando en ellas las realmente curiosas como
vamos a ver.
Agrupemos los vasos por sus formas y después estudiaremos la
decoración que en ellos a parece.
Las formas.- Tratemos de reunirlas en número reducido de tipos
que describiremos.
ES evidente que de muchas de estas formas podemos hallar el pro*
totipo en vasijas helénicas o helenísticas y acaso, a veces, cartaginesas.
y sus semejantes en otras estaciones ibéricas, pero creemos que en algunos casos se trata de formas que damos por primera vez a conocer
y que tal vez fueran peculiares de La Bastida y de la comarca de ella
dependiente. Pero este es un estudio que hay que emprender en con·
junto, teniendo en cuenta toda la cerámica de la regi6n, lo cual se halla
ahora lejos de nuestro propósito.
Una de las formas más clásicas es la oinochoe. Del tipo griego y helenfstico, del que se suelen encontrar ejemplos en las estaciones ¡bé·
. ricas (en La Bastida mismo tenemos como se recordará un caso), de·
bió derivar el modelo ibérico, menos elegante que el primero, pero
conservando todavía cierta esbeltez y gracia.
(1) La bibliografía completa es en extremo abundante por lo que sólo citare·
mas como obras fundamentales: P. PARIS, Essai sur l'arl,1 l' Industrie d, l' Espogll'
primilill', 11, Parls, 1904.
P. BOSCH CIIIIPl!:Jt~, El problema de la ur6mica iblrica, Madrid, 1915.
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l.A BASTIDA DE 'l.ES A1.CUSESt (MOGENTE)
Uno de los ejemplares (lámina XIV , H) tiene el cuerpo cilíndrico
y la parte superior c6nica, siendo por tanto comparab le a los ejemplares de Numancia. mucho menos esbeltos; mide 23 centímetros de
altura, 10,5 centímetros de diámetro de la base y 10 centímetros de
anchura de la boca. Otros dos ejemplares tienen en cambio el cuerpo
formado por dos troncos de cono aproximadamente. unidos por ~us
bases; el primero (lámina XIV. 1) mide 14.5 centímetros de altura (desde la base hasta la parte superior del asa, que sobresale de la boca)
y 10 centímetros aproximadamente de anchura máxima y S centí metros de diámetro del pie. El segundo (lámina XV, A) menos elegante , con un cuello irregular y una boca alargada, mide 17 cent ímetros de altura, 9 centímetros de anchura máxima, 6,5 centímetros de
longitud de la boca y 5,5 centímetros de diámetro del pie. Semejante al primero de estos dos ejemplares, pero con el cuello provisto de
un abultamiento, y sin asa, hay otra vasija (lámina XIV, J) de 12
centímetros de altura, 10 centímetros de anchura máxima y S centímetros de diámetro del pie. Las cuatro piezas descritas están todas
decoradas con líneas pintadas.
Un tipo parecido nos 10 ofrece otra elegante vasija que podrfa denomi narse hidria (lámina XV , e); de cuerpo cilíndrico abombado,
cuello estrecho e Irregular y boca de contorno irregular también po r
presentar unas escotaduras Que inician a manera de un pico: su altura es de 15,8 centímetros, el ancho de 10 centímet ros yel diámetro de
la boca de S centímetros; también aparece pintada con fajas de líneas paralelas y puntos en la parte cercana al cuello.
Otra forma bien característica es la de panza que va desde la forma
casi esférica hasta la bitroncoc6nica y con cuello y boca muy abiertos
o en forma de embudo o trompeta, cuya boca exvasa pronunciadamente.
De ésta han aparecido numerosos ejemplares, habiéndose reconstruido
por ahora hasta nueve. Como puede verse por los grabados, no hay
dos ejemplares iguales y mientras unos están bellamente decorados
otros carecen de toda pintura. Alguno es casi esférico (lámina XV, F);
dimensiones: 16 centímetros de altura, 15 de anchura máxima. 14 de
boca y 7 de diámetro de la base. con la boca extraordinariamente
abierta y con motivos pintados en el interior de la misma. Otro t:s
alargado (lámina XIV. A); dimensiones: 21,6 centímetros de altura .
15 centímetros de anchura máxima, 9,5 centímetros de diámetro de
la boca y 6,5 centímetros el del pie; otro muestra claramente [a boca
en forma de embudo desproporcionado, por su tamaño, con el cuerpo
de la vasija (lámina XIV, C); dimensiones: altura 18 centímetros. anchu ra máxima 14,5 centímetros, diámetro del pie 6,5 centímetros,
de la boca 10,3 centlmetros; tres ejemplares constituyen una transición a otro tipo que describiremos más adelante (lámina XIV , G);
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l. BAt.LESTER TORMO
p
L. PERICOT
dimensiones: de uno de ellos: altura 15.3 centímetros. anchura máxima 14 centímetros, diámetro boca 9,5 centímetros, diámetro del pie
7 centímetros. Los restantes tres ejemplares (XIV, B), uno de ellos.
ofrecen formas intermedias entre las descritas. variando sus dimen-
siones entre los 14,5 y 19,8 centímetros de altura. 14,5 y 17 centímetros de anchura máxima y 9,5 a 10,5 el diámetro de la boca. En la
cerámica de Galera hallamos formas parecidas.
Un tipo distinto. con largo cuello. panza abultada y baja. y boca
poco abierta, lo tenemos en la elegante vasija, de perfil que nos atre veríamos a calificar de modernista (XV, G). decorada con fajas pintadas y series de Hocas ondu ladas entre aquéllas. Sus dimensiones son:
[7 centímetros de altura, 16 centfmetros de anchura máxima, 8 centímetros de diámetro del pie y 6,5 centímetros de la boca, reduciéndose el diámetro interior del cuello a 3,2 centímetros. De paredes
bastantes gruesas, tiene un peso mayor del acostumbrado en estas
vasijas.
Por faltarle la boca no puede clasificarse de un modo definitivo.
pero parece pertenecer a este grupo un vaso de pie muy acusado.
abultamiento bajo y cuello con reborde (lámina XV, E); dimensiones:
altura 19 centímetros, anchura máxima 13 centímetros, anchura del
cuello 6 centímetros. diámetro del pie 7 centímetros: de cerámica
bastante tosca. con algunas líneas pintadas y con señales de la acci6n
del fuego en su exterior.
Otra forma, más difícil de describir. es la de urna de tamaño variable. con pie, panza troncoc6nica. cuello que se estrecha y se abre
finalmente en la boca (lámina XV, 1 Y XVI. A, B. G). Estas urnas
aparecen siempre decoradas, por lo general con series de círculos
concéntricos secantes. Hay reconstruídas hasta ahora cinco piezas de
esta forma, variando sus dimensiones de 7,5 a 13 centímetros en a[~
tura, de 9 centímetros a 14,5 centímetros en anchura máxima y de 5
centímetros a ¡ 1,5 centímetros en diámetro de la boca y de 5,5 a 7
centímetros en diámetro del pie. Esta forma es típicamente ibérica ,
apareciendo en muchas estaciones del este y del sur de la Península;
pero parece más propia de las comarcas meridionales que de las
septentrionales. La falta de publicaciones sistemáticas de cerámica
ibérica impide, como hemos dicho otras veces, intentar siquiera un
cuadro de distribución de la misma; señalemos su presencia en Alme~
dinilla, en Galera, en Castellar de Santisteban. etc. (J).
(1) En el trabajo de P. PARIS y A. ENOEI., Fouillls It rtchuches a Almedinilla
(Revue Archeologique, 1906, 11, páginas 49 '1 siguientes), se reproducen algunas
siluetas de vasos. Las referencias a formas de Galera las hacemos princIpalmente
a base de notas tomadas ante el material expuesto en el Museo Arqueológico Nacio.
nal de Madrid.
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l.A. BA.STIDA DE ~l.ES Al.CUSES~ (MOCENTE)
27
Otro tipo nuevo, creemos, en la cerámica ibérica conocida (cuando
menos la publicada), es la de vaso ciUndrico horizontal que recuerda.
es cierto, al botijo actual de algunas comarcas del sudeste de Espa·
ña (l). Se trata de un cuerpo cilíndrico que termina a ambos lados
por dos casquetes más o menos esféricos o troncoc6nicos. separados
del cuerpo por una ranura como para recibir una cuerda que a cada
lado lo sugete para suspenderle y que fijan dos mamelones, en la forma
de que hablaremos. En el centro del cuerpo cilíndrico se halla la boca.
Dos ejemplares se han reconstruido de este tipo, conservándose fragmentos de algún otro. lo cual indica que efectivamente no es un tipo frecuente. De aquéllos, uno ha podido completarse, mientras otro se ha de·
jado sin terminar ante la duda de si la parte que falta poseía alguna
particularidad insospechada. El ejemplar completo (lámina XVII, B),
de buena cerámica , es muy regular, tiene una boca relativamente pequeña y dos asas a ambos lados de la boca. Sus dimensiones son: 28 ceo time ·
tros de longitud total, 17 centímetros de diámetro del cilindro, 7 centímetros de diámetro de las bases de los casquetes extremos; diámetro de la
boca 5 centímetros y altura de ésta 2.5 centímetros. El ejemplar incom pleto (lámina XVII. C), es de cerámica tosca, más irregular y de boca cónica muy grande y provista de un pico; su longitud máxima es de 19 cen·
tímetros, la anchura mayor de 17 centímetros, el diámetro de la base
conservada 6 centímetros y 7 centímetros el diámetro de la boca.
Tenemos noticia del hallazgo de piezas semejantes en Bélgida
(provincia de Valencia), por D. Mariano Jornet (2). En 1919, uno de
nosotros, l. Ballester, encontró en el Castillico de Fortuna (provincia
de Murcia). la parte superior de una pieza de esta clase.
La misma forma. en mucho mayor tamaño, 54 centímetros de lon gitud y 32 centlmetros de diámetro, la tenemos en el precioso ejem.
pIar que bien podemos calificar de tonel o depósito de algún Uquido,
reproducido en la lámina XVII, A. Es de cerámica tosca y gruesas
paredes, muy regular y con algunas particularidades curiosas; una
de ellas consiste en tener un pequeño agujero circular de 1,5 centí·
metros de diámetro en la parte opuesta y enfrente de la boca, que
mide 10,5 centímetros de diámetro; otra es la presencia de los dos mu·
ñones inclinados a que acabamos de referirnos y que no miden más
que 2 centímetros de longitud el llevar una pronunciada ranura cir·
(1) Un dibujo de una vasija hallada por el Padre Furgu5 en Orlhuela ( P. J.
FURGus). La edad prehis/órica en Orihuela. a péndice 111 a la Historia de Orihuela,
de A. CI SB ERT y B ALL ESTER OS. Orlhue la 1903. páglna5 703 y sl guient~). y que 61
califica de tonelllo. produce la Idea d~ un rec ipiente seme jante al que n05 ocu pa,
pero s in los casque tes terminales y con la boca desmesuradamente grande .
(2) Se publicar!t en el oportuno trabajo por el autor del hallazgo. en el próximo
número del ARCHIVO.
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1. BALLESTER TORMO· L. PERICOT
cular en los extremos del cuerpo cilíndrico y arranque de los casquetes laterales, ya hemos dicho nos hace pensar si sirvieron para las
cuerdas de suspensión de estas piezas, destinándose los aludidos muñones a evitar que aquéllas se desplazaran. En el tipo de anillas se ve
que la suspensión se afirm6 en elJas.
Las grandes ánforas abundan también; la más completa de las
reconstruidas hasta ahora (lámina XIX, 8), mide 48 centímetros de
altu ra, 14,5 centímetros de diámetro de la boca y 26 centlmetros de
diámetro máximo y tiene dos asas muy salientes; su forma coincide
con la de otras ánforas halJadas en distintas estaciones ibéricas y es en
realidad una forma corriente en Cartago, donde suele datarse como
del siglo IV. Este tipo de vasijas suele carecer de decoración o reducirse a 10 más sencillo.
En la fotografía que se reproduce aparece el ánfora colocada sobre
un soporte de cerámica de que han aparecido varios ejemplares con
dimensiones en los dos completos, que varfan desde 6 a 8 centimetros
de altura y de 21 centímetros a 23 de diámetro. Se encontraron semejantes en Almedinilla y Covalta.
Una forma curiosa y que no hemos visto descrita para otras estaciones, aunque seguramente no será exclusiva de La Bastida, es la
de gran vasija u olla con un orificio y un pico, en la parte baja de la
panza, para dar salida al líquido que contuviera. Por los fragmentos
recogidos serán en número considerable los vasos de esta especie
que podrán reconstruirse; hasta ahora son cuatro (tres de ellos reproducidos en la lámina XVII, D, E, F), con dimensiones que varían,
pues el más pequeño mide 29,2 centimetros de altura, 18 centímetros
de diámetro de la boca, 29,3 centímetros de diámetro máximo y
9,5 centímetros de diámetro del pie, viniendo a estar el extremo del
pico a 0,5 centímetros sobre el suelo; en cambIo, el de mayor tamaño
mide respectivamente 57, 30. 49, 12 Y 8 centímetros. Aquel tiene dos
asas verticales acanaladas y está decorado, 10 mIsmo que otro de los
cuatro ejemplares, con lineas onduladas y círculos O segmentos de
círculo concéntricos. El ejemplar mayor es notable no sólo por las
dimensiones y por la perfecta cocción que ha permitido una conservación excelente de los motivos decorativos y que la distingue de la
mayor[a de productos cerámicos hallados en La Bastida, sino por
un detalle curioso: la presencia de un asa sencilla colocada a través
del orificio de salida, en su parte interior; tan extraño dispositivo es
difícil saber a Que obedeció, acaso sirviera para sujetar por el interior
algo que se colocara aUí, por ejemplo, un paño que actuara de filtro.
Una de 13s cuatro vasijas reconstruídas que acabamos de enumerar, más baja y de más ancha boca Que sus compañeras, con:=.tituye
sencillamente una modificación de un tipo muy general y corriente
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L" B"STIDA DE l/LES ALCUSESt (MDCENTI!:)
en todas las estaciones Ibéricas, el de gran vasija de tendencia ovoidea,
de boca más o menos ancha y con pie o sin él. Naturalmente abundan
en número enorme los fragmentos de piezas de este tipo, aunque hasta ahora. y ante la repetición del mismo, se hayan reconstruído sólo
un corto número de ejemplares que por lo general son de gran tamaño; existe una varied3d alargada (lámina XX, G. ejemplar que mide
32,S centfmetros de diámetro de la boca, 54 centímetros de diámetro
máximo y 62.5 centímetro!; de altura) y otra baja y redondeada (lámina XV, O), un ejemplar con las dimensiones siguientes: diámetro de la
boca 45 centímetros, ¡dem máximo 50 centímetros, altura 35,S centfmetros (1). En el Museo figuran varias vasijas de tipo semejante pero
de menor tamaño. que pueden bien calificarse de ollas; una de ellas
(23 centimetros altura y 1ó centímetros de diámetro de la boca) se
rompió en la antiguedad y fué recompuesta entonces por medio de
lañas de plomo (lámina XIV, O); otras seis son más groseras y ya veremos cómo abundan los ejemplares de forma semejante en cerámica
tosca. Por lo general las grandes vasijas de esta forma suelen carecer de decoraclOn o bien se limita a fajas pintadas, empleándose
más raramente los cfrculos concéntricos u otros motivos.
Uno de los ejemplos más caracteristicos de la imitación por el
arte indígena de los modelos helénicos 10 tenemos en lada la zona de
cultura ibérica, en la forma de copa con largas asas, el Kilyx griego.
No son demasiado frecuentes las piezas de este tipo, habiendo nosotros
reconstruido uno tan sOlo (lámina XV, B); este ejemplar mide 5,5
centímetros de altura y 21,5 centimetros de máxima anchura de un
extremo a otro de asas; está decorado y no responde a la esbeltez de
los modelos helénicos, pero así y todo consti tuye una de las piezas
más elegantes dentro de la serie ibérica.
Otra bella muestra que da esta estaciOn de la copia de modelos C6rámicos griegos la tenemos en el ánfora de la lámina X Iv, G; algo incompleta en su parte inferior, con la elegante linea de su panza y cuello con abultamiento antes de llegar a la boca y sobre todo con sus
asas rectas desde el vientre al borde, formadas por dos cañas que
se doblan en vistosas volutas, constituye una de las piezas más
interesantes halladas hasta ahora en La Bastida. La cerámica no es
muy fina y la decoración (circulas, rombos. etc.) se halla muy deteriorada, presentando la superficie un color negruzco en casi toda la
vasija, efecto sin duda de la acción del fuego.
Las dimensiones de este notable recipiente son las siguientes: altu(1) Observemos la abundancia de este tipo precisamente en las estaciones ano
dalulas, como Galera, Castellar de Santfsteban. etc. En camt:\o la varIedad
alargada se da con mucha frecuencia en todo Levante. en Cataluña y Arag6n.
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lo BALLESTER TORMO - L. PERICOT
ra, 29 centímetros; diámetro de la boca, 17,5 centímetros; diámetro
de la base, 11 centímetros; diámetro máximo, 20,5 centímetros; altura de las asas, 11,5 centímetros.
Algunos otros fragmentos de asas terminados con las mismas volutas se han encontrado en [as excavaciones, pero no es posible afIrmar pertenezcan a vasijas de la misma forma, aunque en algún caso
esto parezca probable. Abundan las volutas semejantes en la estación
de Covalta.
Entre la cerámica de otras estaciones ibéricas acaso pueda encontrarse un parecido con esta forma en una de Almedinilla (l). aunque
ésta parezca hallarse mucho más lejos del original helénico.
Seguramente debido a su pequeño tamaño se han conservado en
gran número, enteros, los menudos vasos que vamos a describir. Las
formas pequeñas son las siguientes: copa, plato, sostén o tapadera,
vaso campaniforme, vasija alta.
Muy curiosa es la forma de copa pequeña, que en algún caso podría
compararse con [a moderna huevera; los cinco ejemplares que conservamos completos y que en parte reproducimos (lámina XVIII, e y F),
muestran tres tipos distintos, variando también en cuanto a la clase de cerámica y al color, sin que ninguno de ellos esté decorado. El
mayor mide sólo 5 centímetros de altura y 4,2 centímetros el menor;
la anchura máx.ima varía desde 4,5 centímetros a 5,4 centímetros y
el diámetro del pie de 3 centímetros a 4,7 centímetros.
Las piezas de pie alto y fondo plano, de pequeño tamaño, abundan
también; tres de ellos están reproducidos en la lámina XVIii, e y F;
sus dimensiones varían desde 2,3 centímetros a 3,4 centímetros de altura, de 4 a 5 centímetros el diámetro del pie; de 6,8 a 7,8 centímetros
el diámetro del plato, cuya profundidad no llega a medio centímetro.
Carecen todos ellos de decoración. Podrían acaso suponerse tapaderas,
pero el hallazgo de una de estas piezas en suposición natural teniendo
encima una de las pequeñas vasijas que vamos a describir inmediatamente, nos confirma en la idea de que se trata de soportes. Este tipo
y el anterior aparecen también en Almedinilla.
Este último tipo de vasijas a que nos referíamos contiene numerosas
variantes y viene a ser la copia en tamaño reducido de las vasijas mayores que hemos denominado vasijas con el cuello en embudo. Seis
ejemplares casi completos o completos se han hallado y se reproducen
en la lámina XVIII, G; los dos mayores, de superficie color ceniza,
por la acción del fuego. presentan numerosas fajas pintadas, habiéndose transformado el color original hasta hacerse casI negro; sus
(1) P. Plt.R1S y A. ENGI!L, FOIi/l/es d rechDdu a Almtdinilfa (Revue Archea_
lagique, 1906, 11. página 49 y siguientes).
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LA BASTIDA DE tLES ALCUSEst (MOCENTE)
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dimensiones son: 7 y 7,5 centímetros. respectivamente, de altura; 3.5
y 5.2 centimetros de diámetro de la boca. 4 y 4,4 de diámetro del
pie. y 5.5 y 7 centímetros de diámetro máximo. Los dos tipos que
acabamos de describir encuentran sus paralelos en otras estaciones
ibéricas.
Un tipo abundantísimo en toda la cultura ibérica del este y sur
de España es el de pequeña vasija campaniforme. De perfil elegante,
caracterizada además por un pulimento o barniz de su superficie que
la acerca, los mismo que su forma. a tipos helenfsticos. lJega a constituir un grupo especial. bien marcado, dentro del conjunto cerámico
indígena. Los ejemplares de La Bastida (quince en el Museo, reproduciéndose siete de ellos en la lámina XVI 1I. D, E y F) no se distinguen precisamente por su finura. ya que por el contrario son más toscos
e incluso de formas menos elegantes que lo general, por lo que pueden considerarse como imitaciones no bien logradas. Son de color
negro (es muy raro aquí el color ocre que en este tipo se da con
frecuencia en otras comarcas) y su altura oscila entre 5 y 7 centimetros, el diámetro de su boca entre 7.5 y 9.5 centímetros yel del pie
entre 3 y 4 centímetros. El estudio comparativo de este tipo sería
muy interesante; su aparición en las estaciones ibéricas catalanas fué
pronto observada y alguna vez se aplicó a ella el calificativo de helenística (1); no nos atreveríamos a admitir tanto, pero si reconocemos
que forma un grupo aparte del resto de la cerámica indígena. En Levante tenemos la interesante cueva del Colmenar (Domeño), provincia de Valencia (2). en donde no aparece, hasta ahora, más cerámica
fina que la de este tipo y de la variedad más perfecta, de color negro
u ocre y en este último caso con lineas pintadas de rojo.
En las nuestras se observan variantes, y así el de la lámina
XV JI 1, F. ofrece una ancha boca, mientras otro es de forma más
clásica. con el cuello , casi c¡¡¡ndrico. abriéndose ligeramente y el re·
borde marcado de la panza.
En cierto modo como variante de este tipo puede considerarse
el de cazoleta de perfil más acusado y de tamaño menor aún. Seis ejemplares poseemos de la misma (lámina XVIII, D, F Y G); el menor no
mide más que 2,3 centímetros de altura, 4,7 de diámetro de la boca.
3.3 centímetros de diámetro del pie y 5,2 centímetros de diámetro
(1) Véase por ejemplo: P. BOSCH Gn.PER.... P"hist(Jl';a cata/alfa. Barcelona
1911, paginas 254 y siguientes. y los estudios de dicho autor sobre la cultura lb6rl·
ca catalana y del Bajo Aragón, publicados en el A Ifllar; d./'/ IfStitut ti' Estudis Ca·
talalfS. VI. 1915·19~.
(2) Explorada superficialmente por el Laboratorio de Arqueologla de la Uni.
versidad de 'falencia. que se propone realizar la excavación. El material. Inédito,
se guarda en la colección del Laboratorio.
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1. BALLESTER TORMO - L. PERICOT
máximo. El ejemplar más alto no pasa de 4 centímetros y el más
ancho de 6. Carecen del barniz o pulimento del tipo anterior, así
como de toda decoraciÓn pintada, pero están cuidadosamente hechos. De estos dos últimos tipos aparecen algunos ejemplares en
Covalta.
El tipo de plato ibérico tan abundante siempre. ha aparecido también aquí con frecuencia. Entre los muchos que se han reconstruido,
aparte el gran número de ejemplares incompletos o de fragmentos,
reproducimos algunos de eJlos. Casi siempre se observa un parecido
con las formas helénicas. especialmente en los pequeños de boca reentrante (lámina XVIII, A, By Fl. comparables a los platitos helenísticos de que hemos hablado antes; éstos son los de dimensiones más
reducidas (en el menor de ellos el diámetro de la boca es de 7,5 centí~
metros y la altura de 2,3), siguiendo los abiertos (lámina XVIII, B;
dimensiones del menor: 3,5 centímetros de altura, 4 de diámetro del
pie y 12 centímetros de diámetro máximo); finalmente algunos
tienen la parte superior ligeramente oblicua, constituyendo verdaderos platos y llegando hasta medir 6,5 centímetros de altura y 18
centímetros de diámetro máximo y 7 centímetros de diámetro de pie.
Las dos últimas variantes suelen hallarse decoradas, y en los mayores
la decoración, muy elegante, es interior y exterior: de la misma puede dar idea la lámina XVI, e, D y E, donde se reproducen el exterior de tres de ellos completos o reconstruidos, cuyas dimensiones
son, respectivamente, las siguientes: 3,5, 4 Y 5 centfmetros de altu·
ra, 12, 18 Y 17 centímetros de diámetro máximo y 4,3, 5,5 Y 6 cen~
tímetros de diámetro del pie. No falta el tipo de gran plato cónico,
parecido a los campanianos y aún a tipos de cuenco de épocas ante~
riores (dimensiones: 7,5 centímetros de altura y 24,5 centfmetros de
diámetro). De la variante en forma de copa esférica con pie bajo no hemos encontrado hasta ahora en La Bastida más que un ejemplar
muy incompleto.
Otro tipo menos frecuente, muy original y elegante y que recuerda el psychler griego (1), 10 tenemos en dos ejemplares uno de ellos
reproducido en la lámina XVIII, D (tercera pieza desde la izquierda),
de pie y boca semejantes en diámetro (4 y 4,5 centímetros en uno y
6 Y 4,5 centímetros en otro, siendo las respectivas alturas de 7 y 6.5
centímetros) y de panza regular y muy abultada (10,5 y 10 centímetros respectivamente de diámetro máximo). En otras estaciones espa-
(1) O alguna forma hallstAttlca. Véase el ejemplar de Estiche (provincia de Hues.
ca), reproducido por P. BOSCH CIMPERA. Notls dI PTlhistoria Arago,lesa. Butlletl
de la !\SS. Cat. d'Antr, Etn. I Preh., volumen 1, 1923, página 57, figura 16.
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LA BASTIDA DE «LES ALCUSESt (MOCENTE)
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ñolas lo hallamos también, por ejemplo en Cádiz (1), Castellar de
Santisteban, Galera, etc.
Variantes del mismo pueden considerarse dos vasijas (láminas XV,
H Y XVI, F), en que no se acusa menos el abultamiento de la panza
y la boca es más estrecha y está provista de un reborde; sus medidas
son las siguientes: altura, 6,2 y \O centímetros; diámetro máximo, 8
y 14,5 centímetros; diámetro del pie, 3,7 y 6 centímetros, y diámetro
de [a boca, 3,7 y 4 centimetros. Ambos ejemplares se hallan decorados; el menor, por haberse encontrado completo y la buena clase de
cerámica, es un bello ejemplar.
Entre la primera de estas dos formas y la que hemos denominado
campaniforme, se presenta un grado intermedio en el pequeño vaso
de la lámina XVIII, D (segundo ejemplar por la izquierda) que mide
6,5 cenUmetros de altura, 6 diámetro de la boca, 4 centímetros de
diámetro del pie y 7,5 de diámetro máximo, y en otro de la misma
forma y algo mayor; esta forma recuerda otras que abundan en los
poblados ibéricos aragoneses (2).
La decoraci6n.-Contrastando con la riqueza de formas, la decoración de los vasos de La Bastida es sumamente pobre. Se reduce a la
pintura de sencillos motivos en el color rojo vinoso característico,
sobre el fondo amarillento rosado del vaso, más o menos alterado
todo ello por la acción del fuego y del tiempo.
Los motivos son puramente geométricos, no habiendo aparecido
hasta ahora un solo motivo vegetal o animal, fenómeno realmente sorprendente si tenemos en cuenta que no lejos se hallan estaciones en
que estos motivos decorativos son bien abundantes y que no cabe
tampoco suponer muy alejados cronológicamente.
Los motivos que hasta ahora hemos podido observar son los siguientes: líneas o fajas pintadas paralelas, de anchura varia; círculos concéntricos, tangentes, secantes o cortados a su vez por el centro por líneas
rectas; semicírculos y segmentos de círculo concéntricos; series de
líneas onduladas paralelas, verticales o inclinadas; series de rombos
o de puntos. Como siempre, se sigue la agrupación en zonas de motivos distintos que se separan por fajas pintadas.
La ejecución de los motivos suele ser buena. En general se aplican
(1) Véase P!L¡\VO QUINURO, EXJ:allaciones en extramuros d, la ciudad d, C6dilo Memorias de la Junta Superior de Excs. y Ana., número 26, Madrid, 1920.
Umina IV.
(2) Cada vez parecen concretarse mejor los tipos derivado~ de los haJlstáttico$
que desde muy pronto se introducen en la Peninsula. Su aparición en Cataluña
y Aragón ha :¡ido especialmente estudiada por p. Bosch Gimpera en varios de
los trabajos citados en el presente articulo.
-211 -
[page-n-212]
34
l . BALl.ESTER TORMO - L. PERICOT
a la parte central (panza) del vaso los motivos más complicados (circulas generalmente).
Los vasos que suelen aparecer decorados con mayor frecuencia o
más ricamente son los que hemos llamado urnas y los platos. Las grandes vasijas si se decoran es con fajas pintadas simplemente, aunque
alguna tiene magníficas decoraciones de motivos más complicados y
elegantemente combinados.
Por la decoración, la cerámica de La Bastida se relaciona más con
el grupo andaluz (1) que con la propia del sureste; de si esta dependencia está en relación con otros aspectos de la cultu ra que nos ofrece La
Bastida o de sí nos hallamos simplemente ante una diferencia cronol6gica respecto de las estaciones conocidas del sureste, trata remos al
final de nuestro estudio.
LA CERÁMI CA TOSCA .- AI lado de la cerámica fina que acabamos de estudiar, aparece en grandes cantidades la especie más
tosca, que también se fabrica a torno, pero que se distingue por el barro
mal preparado y que adquiere con la cocción un color negruzco, con
menor frecuencia rojizo y una superficie de apariencia porosa. Es de
notar también que en general su grosor es escaso, a pesar de lo cual
llegan los vasos de este tipo a tener notables dimensiones.
Todas estas circunstancias explican que se hayan conservado muy
mal las vasijas de esta especie y sus características poco acusadas dificultan grandemente la rebusca de los fragmentos pertenecientes al
mismo ejemplar, por lo que hasta ahora se han podido reconstruir
pocas, relativamente, de este tipo, y rarísimas entre las de mayores
dimensiones.
Salvo excepciones, la forma dominante dentro de esta especie es
la de oUa de vientre esférico u ovoideo con la base sensiblemente plana
y el cuello vuelto (véase lámina XX, A, B, e y D), de la que se exponen
en el Museo hasta doce ejemplares. El de mayor tamaño alcanza 34
centímetros de diámetro de la boca y 48 centímetros de altura.
Otras formas menos frecuentes son las de tapadera y plato (láminas XVII J, C-en el ceotro-y XX, E y F), de dimensiones varias.
De esta misma clase de cerámica es una especie de cantimplora (lámina XIV, E) de forma ligeramente ovalada y aplastada; la boca está
rota y mide 3 centímetros de diámetro, el ancho es de 13,5 centímetros
y el diámetro máximo de 17,5. También es de factura tosca, lo cual
se observa sobre todo en su superficie, una gran vasija ovalada de
62,S centfmetros de altura, 32,5 de diámetro de la boca y 54 de díá(1) Falta un estudio comparativo completo de la decoración de la ocramica
ibérica agrupada en regiones. V!ase los datos presentados por P. BOSCH G IM PERA,
en El problema de la cerámica iblr{ca, y en sus trabajos posteriores.
-212 -
[page-n-213]
LA BASTiDA DE eLES ALCUSES» (MOCENTE)
3S
metro máximo (lámina XIX, A). Por último, Incluiremos aquf la par·
te superior de una vasija cuya forma sería parecida a una botella ac·
tual, con los ángulos vigorosos, que tiene cerca del borde dos pares
de pequeños agujeros.
Como es 16gico, estas vasijas de superficie tosca y basta factura
carecen de decoraci6n pintada y aún la de otra clase es rarísima, recor·
dando cuando existe, la decoraci6n de cerámica de épocas anteriores,
lograda gracias al relieve y la incisión. Así en una pequeña olla (lámina
XX, D) y en otros fragmentos, aparece debajo del cuello un cordón en
que las clásicas impresiones digitales se han sustituido por una pro·
funda incisión en zig-zag, de efecto parecido. En otra gran vasija ovoidea de gruesas paredes (lámina XX, H) el adorno del cuello consiste
en dos hileras muy juntas de fuertes incisiones, como acaso pudiera
encontrarse precedente en la cerámica hallstáttica catalana (1). En una
pequeña olla negruzca, alrededor del cuello, hay cinco triángulos de
grandes puntos.
Claro está que es difícil establecer una separación radical entre la
cerámica tosca y la fina, por lo que no es de extrañar que algunas de
las piezas que colocamos entre ésta última tengan caracteres de la
anterior como ocurre con la especie de tonel y el botijo incompleto
a que nos hemos referido anteriormente.
Es evidente que esta abundante cerámica tosca ocupa el lugar de
la cerámica a mano que aparece en otras estaciones ibéricas. A nuestro
modo de ver la fa lta de esta última en esta estación puede ser un indi·
cio más de la fecha avanzada de su desaparición, a cuyo momento cabe
atribuir los restos hasta ahora encontrados.
(1) AsI por ejemplo en las Incisiones profundas que decoran la cerámica de la
cueva de L1or!, explorada por M. Pallarés, que se publica en el Anuar; d, l' Id' E. C. ,
volumen VII, 1920·25, no apareCido aún.
-213 -
[page-n-214]
[page-n-215]
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Alcus,¡ visto dude ti N.
Determlnad6n C..!- ~) de 111 utensl6n de la, ruinas.
B. El 11100 de LIS AkuSIS, vis to des de t i curo.
C. Ru Inas de 1 I'roblbl t putrll dt l••, dtl pobl.do.
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[page-n-217]
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A. E~uvlC16n de l departamento 18. En prImer Itrmlno,lIO$ crUfUt pltllras to n que uce pdo na lm enle se
construyó, IhU6ndoLu, ta pared S. En el fondo, y en su 51110, una de la s pl anch u de plomO probab le llar,
H. EUDVlc/Ón de 11 habilatl6n 91. MonlOn de jIt$Os de tcl ar.
[page-n-219]
1. BALLESTER - L. PERICOT • _La
Bastjda~.
LÁMINA V.
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A. Dcparlamtnlo 64. Al londo y B la Izquierda restos de /MlYOJ o banCOI.
u. lI ab llul6n 42. En primer Ihmlno, puerla qu e le ~munl(a CO II 41; solllbrea y II1l1l1no
desmoni~do. itl sil": y en rl ingulo IlQulerdo del londo el /MlYo que debió sus lenl u le.
[page-n-220]
l. BALLESTER - L. PERI COT - _ Bastida••
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LÁM INA V I.
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A Y B. V/stu fn 'f nUd o dIstint o dd depllI'lammto 49. en dOI 1\10mfntOl de 111 n c_ ucl6n.
Lote!_ y dl vfnol objetos hallados fn IU .uro.
[page-n-221]
l. BALLESTER - L. PERICOT - . La Bastida ••
LÁMINA VII.
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A. Drparlllmnlos 48 (. l. II.ulud'I, 45 , 46 Y 41 (. l. dench. de . rrlb. ' '''10).
o. Grupo de l•• h.blt. clones 67, 70. 73 Y 88.
[page-n-222]
1. BALLESTER - L. PERICOT - . La
Bastjda ~.
LÁM INA VIII.
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1. BALlESTER - L. PERICOT _ (lla Bastida~ .
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A Y B. AnVfr10 y rtVCr10 df la IAmln. de plomo esull..
LÁMINA IX.
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(t. na!.).
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L. PERICOT - .-La Bastida$.
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l. fondo dt tolldof, o crlb. dc c",,",lcl.
C. O'Jtto Incompleto de cerimltl. de ' .pllcad6n Ignoradl.
O, Uno de los 100ltnes ,de :VlIOS 'hlllados.
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[page-n-235]
ISSN 1989-508
1. BALLESTER TORMO - L. PERICOT
Trabajos del Servicio de: InvestigadO" Prehistórica
EL CERRO Y EL DESPOBLADO DE LA BASTIDA DE . LES AlCUSES.
Separa las cuencas del Albaida y del Cáñoles el pequeño sistema
montuoso denominado Serra-gTossa, que, ya muy a poniente de los va·
Iles a que dan nombre aquéllos, viene a disgregarse en pequeños montículos, teniendo antes por término un largo y estrecho cerro de sobre
700 metros de altura, separado de la sierra dicha por profundo barranco, que le deja aislado ent re la llanada del Alfor; (Fontanares) por
el sur y la de Les Alcuses (Magente) por el norte. Son las laderas de
este monte de tan rápida pendiente, que s6lo tiene fácil acceso por su
extremo occidental, desde donde la cima, de escasa anchura, va poco
a poco elevándose, alcanzando su máxima altura y amplitud ya cerca
del extremo opuesto, que es precisamente el sitio que ocupó el poblado. En la lámina 11, figura A, aparece el cerro de La Bastida,
visto desde el norte o sea de us Alcuses, con Indicación del lugar en
que se extienden las ruinas.
El nombre de La Bastida, con que se conoce este monte, aparece
en Levante denominando otros cerros, siempre con despoblados de
época más o menos remota.
Domínase desde esta altura un amplio panorama sólo limitado al
este por el macizo montañoso de que forma parte. En la misma orientaci6n, por encima de los cerros más altos de la sierra, emergen lejanos
las crestas rocosas de Benicadell. Al sureste, en el fondo, destácase,
surgiendo de la masa montuosa de Mariola, la cumbre de Moncabrer I
-
179-
[page-n-180]
2
1. BAtl.ESTER TORMO - L. PERICOT
y más bajo y próximo, parte del Valle de Albaida y la pintoresca hoz
del Pouc/ar (Onteniente), donde comienza la interesante zona de las
cuevas conocidas en el país por les casetes d' els mtJros. Al mediodía se
ve en primer término la llanura del AI/ari, sembrada de caseríos,
con el pueblecito de Fontanares como núcleo urbano. cuyo amplio
paso da acceso desde el valle dicho a [a meseta albaceteña, por tierras de Caudete; y más allá del llano los montes de la Umbria que
lo cierran por el sur, y en ellos, bien a la vista, la estación de la Zafra
y aún alguna otra de época más remota, como la deIs Gamellóns. Por
el lado opuesto, al pie del cerro, bajo de un rellano de la loma cubierto
de pinar, extiéndese de norte a poniente la llanada de us Alcuses,
(lámina JI, Bl también con numerosos caseríos; algo más lejos, pero
en igual sentido, la honda cañada formada por la rambla del Cáñoles. paralelos a la cual suben los actuales caminos (carretera y línea férrea) que comunican la costa con Albacete; y en último término los
montes que separan la cuenca dicha de la serranía de Enguera. Y al
suroeste, donde vienen a comunicar fácilmente ambas llanuras, la del
Alforí y Les Alcuses, aparece Fuente la Higuera pegada al cortinón
montañoso de Mariaga, zona también fecunda en restos prehistóricos
(Torre de Tallada, El Angel, Alf de la Fundisió, Mola de Torró, Saflgomengo, etc.); más allá, los dilatados horizontes que sobrepasan las
tierras de Caudete y Almansa, y por encima de ésta, percíbese, recortándose en el fondo, casi esfumada, la Inconfundible silueta de la
despoblada ciudad de Meca.
Situación tan estratégica permitió a los pobladores de La Bastida atalayar los pasos de la meseta, bien visibles a oeste y suroeste, e
intervenir los caminos naturales que, a través de los mencionados valles, comunicaban aquélla con las ricas comarcas levantinas y con el
mar.
La primera referencia a esta estación hizonosla D. Luis Tortosa,
de Onteniente, en el verano de 1909, cuando con motivo de la catalogación de monumentos de la provincia de Valencia, encomendada al señor González Simancas, inquiría éste, con uno de nosotros, la existencia de yacimientos prehistóricos en el sur de aquella. El Sr. Tortosa
posera algunas piezas de bronce, fíbulas especialmente, de tal procedencia. Años después volvía a hablarnos de este despoblado D. Gonzalo J. Viñes, con quien lo visitamos luego. La importancia del esfuerzo que exigía la excavación de tal yacimiento, ha imposibilitado su
exploración hasta crearse el Servicio de Investigación Prehist6rica
por la Diputación valenciana.
Extendíase el poblado, como queda dicho, en la parte más elevada
y ancha de la meseta. La subida a ésta por el lado más fácil o sea por
poniente, cortábala primeramente una muralla que, atravesando trans-
180-
[page-n-181]
LA BASTIDA DE «LES ALCUSESt (MOGENTE)
3
versalmente la cima. continuaba hacia levante por el borde de las
laderas. uniéndose a poco en ellas a otra muralla que, atajando tam·
bién el paso por la cresta. curvábase hacia las vertientes y continuaba
por ellas hasta juntarse de nuevo en el lado opuesto, cerrándose
así el cinturón de defensas en el extremo levante del poblado. Precisamente en el punto en que las ruinas de ambos cintos de muro cortan
la espina de la loma, casi coincidiendo con el eje mayor del despo·
blado, aparecen sendosi rompimentos, de bastante amplitud, en los
muros, denotadores del lugar de las puertas de este lado de la pobla·
ción, entradas cuyas defensas debieron estar reforzadas con fortificaciones especiales, como veremos. En el extremo levante alcanza a
notarse otra puerta, también en lo más alto de la cresta, en el punto
de unión de las murallas laterales, lugar donde parecen verse probable,
ruinas de torre; entreviéndose hacia el norte. también confusamente
algo como paso. Estos restos de derruídas fortificaciones son conocidas en Les Alcuses por les ba/erles d'els moros. Véase en el croquis
de la figura 1.& el probable trazado de las murallas según permiten
apreciar las ruinas, yen láminas 11, e y 111, A Y S, las vistas de los
rompimientos de las puertas.
Como aparece de lo expuesto, contuvo el poblado dos recintos:
uno, el del extremo este, es el del poblado propiamente dicho y se com·
pone de dos porciones, la inmediata a la puerta de poniente, más llana
y baja, y la restante. a levante, con rápida inclinación al norte; y en
toda el área, salvo donde aflora la roca, vénse las líneas de las paredes
y aún la traza completa de alguna construcción; siendo éste, entre los
poblados levantinos que nos son conocidos, el en que más manifiesta·
mente se mostraba su existencia; y en cambio en el recinto de oeste,
o sea el comprendido entre las dos murallas de dicho lado, no obstante
ser adecuado, por lo llano, para contener la poblaci6n, no se exterioriza, ni probablemente hubo, construcción alguna; lo que nos
hace pensar, si al mismo tiempo que tal espacio murado servla de
refuerzo a la defensa por el punto más débil, vino a desempeñar también
papel parecido al albacar de los castillos de muchos siglos después
o sea de lugar cercado y defendido donde guardar las bestias y ganados en caso de peligro o sitio.
En lo más elevado del despoblado propiamente dicho, aparecen dos
cavidades, a manera de simas, tal vez utilizadas como algibes, si bien
por estar emplazados tan altas, no sería mucha el agua pluvial que
en ellas pudiera recogerse. Los buscadores de tesoros de las cercanías,
tentados por el misterio de estas oquedades, hiciéronlas motivo de sus
afanes, según dejan ver los montones del extraldo depósito que las rellenara.
-181 -
[page-n-182]
4
1. BAl.LESTER TORMO· 1.. PERICOT
¡¡
LAS EXCAVACIONES DEL DESPOBLADO
Como queda dicho, la importancia de la labor a emprender ha hecho
que la excavación de La Bastida no se pudiera realizar hasta que,
creado por la Diputaci6n Provincial de Valencia su Servicio de Investigación Prehistórica, se decidiera a efectuarla, sin regatear medios,
solicitándose de la Junta Superior el procedente permiso (1), y comenzando los trabajos el primero de Julio de 1928, bajo la dirección de uno
de nosotros, pero quedando al frente de los mismos el colaborador
del Servicio D. Mariano Jornel Perales, auxiliado eficazmente. cuando otras labores de investigación lo han hecho posible, por D. Luis
Pericot y D. Gonzalo J. Viñes, subdirector y colaborador respectiva mente de aquél. La cuidadosa labor del Sr. Jornet , a quien se debe n
además los trabajos planimétricos efectua dos en La Bastida, es digna
de todo encomio .
La comisión de excavaciones no puede agradecer bastante a D. En rique Segura y D. Manuel Lera, las atenciones tenidas con su personal, pues han puesto a disposición de este las casas de labor
que poseen en Les Aicuses y aún sus particulares habitaciones.
La dirección de estos trabajos ha sido una de las más fáciles que
hemos realizado, pues el estrato estaba intacto y afloraban en buena
parte, en el suelo, los restos de las construcciones, siendo por demás
sencilla la labor de su descubrimiento.
FIl:. l. Planta cid poblada Ibtrleo dt Ltl Btlstlda. la zona uyada IncllCII
ti "patio ueavado hu la ahora.
El t. 1 : 6.000
Inicióse la excavación, de norte asur, en el centro de lo más elevado
del despoblado. partiendo de un a manera de camino de ronda, bien
claro junto a la muralla norte; habiéndose explorado. hasta que redactamos este trabajo. casi toda la parte central de aquél. como aparece en el croquis de la figura 1. 8 , donde se ve rayado el espacio excavado.
(l) Se concedi6 por R. O. de 23 de Abril de 1929.
-
•
la¡¡ -
[page-n-183]
LA BASTIDA DE «LES ALCUSES» (MOCENTE)
5
Ni en las murallas ni en las puertas se ha efectuado, hasta ahora,
exploración ninguna.
La pronunciada pendiente que de sur a norte tiene el área excava·
da, y su fondo rocoso, dan lugar a que la profundidad del estrato sea
variadrsima. En muchos lugares, y aún en anchos espacios, aflora la
roca, rellenando escasa tierra sus oquedades naturales; y en otros, en
especial en el centro del área dicha, suelen encontrarse las profundidades máximas, que disminuyen algo al llanear un poco el terreno en
las inmediaciones de la muralla. La profundidad mayor en las habita·
ciones ha llegado a 74 centímetros.
La estratificación general es igual a la de los otros poblados
valencianos de la misma época, y comprobación manifiesta de la de
Covalta (Albaida), poblado excavado desde hace bastantes años por
uno de nosotros. Dentro de las construcciones aprécianse dos capas:
una, la superficial, compuesta de mantillo; otra, la más profunda, de
tierra gris rojiza semejante a descomposición de enlucido de barro,
estrato que a veces se endurece en el fondo, donde suele hallarse aJgu·
na zona gris cenicienta. Separa las dos capas otra mezcla de la tierra
de ambas. Aparece revullta en estas abundante piedra del tamaño
usual en las construcciones, nunca en cantidad bastante a dar a las
paredes la altura necesaria en una habitación ordinaria de una sola
planta. En el exterior de las viviendas, junto a sus paredes, se acusan
también los dos estratos dichos; y en el resto del espacio se suele ver,
bajo la capa mantillosa, algo de la rojiza, y otras, aunque escasas veces,
alguna mancha grisácea, como resto de acumulación de cenizas. La pro·
fundidad de dichos estratos es bien variable; el de humus suele tener
15 o 20 centímetros.
La fecundidad de este yacimiento, como la de los otros poblados
coetáneos de Levante, es tal que sólo en la primera campaña de exca·
vaciones, que no llegó a durar un mes, se obtuvieron cerca de 2.000
objetos, algunos de extraordInario valor arqueológico que se verá;
llegando el número de vasos completos encontrados a la cifra de 116,
algunos de ellos de típos nuevos.
Objetos de todas clases, de adorno, armas, útiles diversos, pequeñas
joyas y hasta menudos vasos y las conocidas piedras de molino a mano,
aparecen esparcidos, como sembrados, por todas partes, en las habi·
taciones y fuera de ellas, en todas las capas del estrato, aunque abun·
dando más en el fondo de la gris rojiza de dentro de las viviendas,
donde suelen hallarse muchos objetos in si/u, V?SOS especialmente.
Son manifiestas las huellas de un gran desorden acaecido en el poblado. Bajo de una gran piedra rodada de la pared sur del departamento 18, hacia su centro, encontramos dos pequeños platos completos,
uno de ellos campaniano. Fuera del 36, a sobre un metro de su pared
-
183-
[page-n-184]
6
r.
BALLESTER TORMO - L. PERICOT
norte y cerca de la divisoria con 32, ha1l6se un lote de 12 anillos o aretes de bronce juntos, que debieron estar atados o enhebrados, pues
de otro modo se hubieran dispersado antes de llegar hasta alll. Una
interesante cacha de madera, de las del tipo de es pada corriente en la
necrópolis ibérica de la Casa del Monte (Albacete) excavada por uno de
nosotros (1), tipo del que se conoce un ejemplar de Illora y otro de Alpanseque, fué hallada sin haber podido dar, no obstante el extremado
cuidado puesto, con el menor fragmento del arma a que perteneci6.
El pequeño tesoro compuesto de dos pares de pendientes de oro , presea
estimada de una bastidana de los últimos días del poblado, hallóse
también junto, constituyendo las cuatro piezas un lote (tal vez porque
los sugetara algún atadijo), fuera de las construcciones 39 y 40, en el
ángulo que al norte forman ambas y a 15 centlmetros de la última
y 30 de profundidad, bajo de una piedra desprendida de las inmediatas paredes. En el fondo del departamento 42 se hall6 un molino .
caído junto al poyo que debi6 ocupar, y cerca una soliférrea rota
(véase figura B, lámina V). Serían inacabables las citas de hechos parecidos. Lo excepcional es encontrar las cosas en su posici6n normal. Incluso las que aparecen en el sitio donde deBieron estar al extinguirse
la poblaci6n.
Confirman las excavaciones que no fué aquélla abandonada voluntaria y pacificamente, sino que, como los demás poblados de la
comarca situados en las sierras, peligrosos por su fácil defensa o
por su posición estratégica, rué arrasada y tal vez incendiada, probablemente después de un asalto.
Se ve que no hubo tiempo de retirarse sus ocupantes llevándose los
vasos pequeños y de lujo, cuando menos, los útiles de trabajo, ni siquiera los menudos objetos de adorno y las joyas, como sortijas de plata y
bronce, pendientes de oro, fíbulas, pinzas, agrafes con incrustaciones de
plata. Sólo qued6 algo en su sitio en los fondos de habitaciones, donde
el sistemático asolamiento no lIeg6 a alcanzar. En el departamento
48 se encontraban in situ, cerca de la pared norte, el pequeño molino
bajo el que asomaba la lámina de plomo escrita, y en otro lado, cuidadosamente amontonados, buen número de pesos que nos hace su~
poner un telar desmontado (véase el fondo de esta casa en la lámina VIII,
figura A). En la 91 ha116se también ot ro mont6n de pesos en igual
número (lámina IV, figura B), y en el lado opuesto varios vasos en
posición normal; hecho este registrado en no pocos departamentos,
muy en especial en el 49, donde encontramos muchos diseminados
(1) 1. B.U.LESTER TORN O, ComunicQdonl.S al IV Congrl.So internacional de
Arqutologla: 11. Auance al estudio dI la n«r6polis ibtrica dI fa Casa dtf Montl (Al~Ctt/).
-184-
[page-n-185]
LA BASTIDA DE _LES ALCUSES. (MOGENTE)
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en el fondo, junto con algunos afiladores, y en particular cerca del
ángulo norte, donde se veía colocada en posición normal una loseta de
asperón, con huellas de reiterados afilamientos, y una gran pieza dis·
coíde de plomo que estuvo sujeta en el sitio a enérgica acción del fue·
go y hallábase rodeada de tierras cenicientas. y donde apareció nutrido
grupo de vasijas pequeñas y medianas, finas y bastas, que debieron
dejar los habitantes del poblado, en las últimas horas de éste, rodean·
do el llar. En las figuras A y B de la lámina VI, damos dos vistas,
tomadas en sentido contrario, de este fondo de habitación.
Que hubo lucha dentro de la población parece confirmarlo el en·
contrarse, en las habitaciones y fuera de ellas, herrajes de las arma·
duras de los escudos, asideros de los mismos, uno muy perfecto y com·
pleto rodeado de clavos cortos de gruesa cabeza en forma de casquete
esférico que tal vez sujetaron el cuero de aquéllos, así como la soliférrea
y no pocos regatones y hojas de jabalina de otros tipos y de lanzas, ar·
mas en estado de haber sido aprovechadas al debelarse el poblado.
Inducen a pensar que éste fué incendiado, las amplias zonas de
tierras cenicientas que suelen registrarse bajo del mantillo, el carbón
rollizo encontrado alguna vez en bastante cantidad, como en el fondo
del departamento 48 (figura A, lámina VIII), y sobre todo que en el
cubo de las moharras de algunas lanzas y jabalinas y en el hueco de
sus regatones se ven carbonizados los restos de madera de las astas
que en ellos se aseguraran; particularidad también notada en algún
instrumento o útil de hierro que llevó madera adherida o sujeta.
Las habitaciones, de las que nos hemos de ocupar más adelante,
son rectangulares, de dimensiones bien distintas, y aparecen agrupa·
das como constituyendo una sola vivienda, con paredes comunes a di·
versos compartimientos, viéndose claramente alguna vez su delimita·
ción y siendo difícil de precisar otras.
También la excavación del poblado nos proporciona indicios sobre
el destino de alguna de las dependencias agrupadas formando vivlen·
da. Asf, por ejemplo, parece existir en cada grupo un departamento
donde se hallara montado el telar. Las construcciones 48 y 91 contenían
apilados buen número de pesos; lo que hace pensar si se trataba de
dos telares que hallábanse desmontados al fenecer el poblado. Parece
confirmarlo el que en el departamento 35 encontráranse también gran
número de pesos; doce formando grupo y algunos más sobre larga
lámina de hierro roblonada, gemela de otra hallada en el propio
departamento, láminas Que sugieren la idea del armazón del telar, no
desmontado, en este caso, sino posiblemente destruido .
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l. BALLESTER TORMO· L. PERICOT
También parece que hubo en cada grupo, como es lógico, un departamento destinado a cocina. Por ejemplo el número 49. con el lote
de vasos, la loseta de afilar y la placa discoidal de plomo, posible llar.
de que hablamos antes: debiendo tener igual destino alguna otra dependencia en que se encontrara placa semejante. así como en las que
suele hallarse buen número de vasos colocados en posición normal.
Tal vez alguna dependencia en que aparecieron grandes vasos, como
en las 37 y 31. se destinara a pequeña bodega o a depósito de granos.
Es confirmación de la finalidad diversa de cada departamento, el hecho de que en los del grupo constituido por los I a 4, s6lo el 3 contenía
piezas cerámicas. circunstancia que semeja repetirse en olras dependencias. aunque no tan claramente_
Es de importancia el hallazgo. en el angulo occidental del departamento 16, de un lote constituído por ocho pesas de bronce y plomo. y
formas diversas. de que nos ocuparemos detalladamente; descubrimiento cuyo interés aumenta si se relaciona con el de un platillo de balanza, de lat6n. de 7 centímetros de diámetro y con tres agujeritos en
los bordes para su suspensión, encontrado en la propia dependencia (1).
Oe un hallazgo, más curioso que trascendental, conviene dar
cuenta: en la rinconada que lleva el número 78. y cuya excavación
fué en extremo fecunda. encontráronse. separados sobre SO centímetros. dos vasos, uno de ellos del tipo de boca acampanada. rotos por
la presi6n de las tierras. que contenían entre las que los rellenaban,
y a su alrededor, noventa tabas de tamaño pequeño muy uniforme.
salvo cuatro. algo más gruesas. Supuesto su destino de piezas de
juego, no deja de ser curioso el encontrar esta especie de almacén de
juguetes tales.
-También es interesante el hallazgo . entre el departamento 90 y
el que se Insinúa a poniente del 96, de un lote de los conocidos discos
de cerámica recortada, de los cuales mide el mayor 63 milímetros
de diámetro y 23 el más pequeño.
Conviene subrayar la particularidad de que, entre los abundantísimos restos de vasos, no aparezca la más pequeña muestradecerámica saguntina, ni de ninguna otra variedad que con certeza quepa
datar como romana. Tampoco han dado hasta hora las excavaciones
moneda alguna.
(1) V6ase 1. e .... t.LESTER TORMO. Comunicaciones o/IV Congreso Inl#rnocional
de Arque%gla: l. Los pOl/derales iblricos dI tipo coualtino.
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LA eASTIDA DE tLES ALCUSESt (UOCENTE)
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LAS CONSTRUCCIONES
Dicho queda que hasta ahora se ha excavado s6lo parte del poblado, no habiéndose practicado exploración alguna en las fortificaciones_
El superficial reconocimiento de los restos de és tas deja ver que se
construye ron de piedra en seco, siendo aquélla sin desbastar y generalmente de tamaño no grande_ De las dos murallas que defienden el
poblado por poniente, la interior semeja por las ruinas haber sido
más elevada y fuerte que la externa y tal vez que todo el resto del recinto_ Unos rompimientos en el paramento de la doble muralla de l
oeste, coincidentes con la espi na de la loma y correspondiéndose con
el eje mayor de l poblado , hemos dicho ya que semejan ser las puertas
de dicho doble recinto; vislumbrándose, fuera y dentro de la interior.
restos de construcciones que completaron su defensa, así como a los
lados grandes amontonamientos de piedra que parecen indicios de
sendas torres destinadas a igual fin. También en el lado opuesto de l
poblado. en el extremo levante del recinto, donde las murallas extendiéndose por el borde de las laderas vienen a encontrarse formando
agudo ángulo, nótase asimismo otro amontonamiento de piedras que
hace suponer la existencia de otra torre, refuerzo de la defensa de la
puerta que debiera existir en tal lugar, de la que parece también indicio un dudoso paso o entrada. existente en el nordeste de la supuesta
torre. En las figuras e de la lámina I I y B de la 111 aparecen fotografías de los rompimientos, probables puertas de poniente. vistos de
fu era a dentro y en sentido contrario la posible puerta de levante.
También nos hemos ocupado antes del probable destino, semejante al a lbacar de los castillos de siglos después, que a nuestro juicio
pudo tener el recinto exterior.
Tocante a las habitaciones, el sistema de construcción es el
mismo de las fortificaciones: paredes de piedra en seco, seguramente
sentada con barro que el tiempo ha hecho desaparecer.
Lo descubierto consiste en series de departamentos, aproximadamente rectangulares. de medidas que oscilan entre 10 y 2,5 metros
aproximadamente. Excavábase el suelo aplanando en lo posible la
pronunciada vertiente, y sobre unas paredes, como base de la construcción, apoyábanse otras, dividiendo el área en compartimientos de la
forma dicha; soliendo tener las paredes de 45 a 7D centímetros de ano
chas; siendo excepcional medidas mayores y el empleo de mejor aparejo, como en la pared norte de los departamentos 61 a 65 (véase ti- 187 -
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1. BALLESTER TORMO - L. PERICOT
gura C. lámina 11 1), o bien como en la del sur del 18 en que se aprovecharon gruesas piedras ahiladas para formarla.
Como deja ver el plano de lo excavado. inserto en la lámina 1,
los compartimientos parecen agruparse para constituír una sola vi·
vlenda. Es clara la agrupaci6n formada por los departamentos 45 a
56 y tal vez el 59. Un amplio departamento central, el 48, sirve de
núcleo a los restantes, generalmente pequeños. En su pared norte , y
a nivel Inferior, apóyanse los departamentos 49 a 52, viéndose más
al norte de estos, restos de otros tantos, en parte destruídos. En el
lado opuesto, o sea al sur del de partamento central, y a nivel superior, descubriéronse tres dependencias mayores y más regulares
que las antedichas; y aún más al sur. los espacios 58 y 59 pudieran
ser departamentos pertenecientes a la misma vivienda.
Se destacan, también, claramente algunos otros grupos: el formado
por los J a 4, excavado incompletamente; los constituidos por los de·
partamentos 5 a 18, 19 a 24, 25 a 27, 61 a 65 y 77, 89 a 94 y 97. Se
hace dudosa la determinación de otras viviendas al agruparse las de·
pendencias sin solución de continuidad. confusión que puede nacer de
estimar como restos de departamentos algunas paredes, mejor diría·
mas cimientos, que pudieron servir sólo para contención de tierras
o aplanamiento del suelo, tan desigual , donde se levanta la parte
excavada del despoblado. Por ejemplo el espacio señalado con el número 36, que sólo conserva la dudosa pared del norte, y que por el
lado sur semeja limitado por unas rocas que afloran, pudiera no ser
habitación, no obstante el buen número de objetos que diera, sino
hueco de paso de la parte alta de la población a la muralla. En tal
caso las dependencias 28 a 35 constituirían probablemente una vi·
vienda. Otro tanto sucede con el espacio 44, que semeja también se·
parar de 42 y 43 el grupo de dependencias que se apoyan en 48.
El desnivel existente entre los diversos departamen tos que cons·
tituyen una sola vivienda, como consecuencia de la pronunciada pe ndiente del suelo, debió ser salvado por medio de escaleras o de ram·
paso Así en el grupo denominado casa del plomo (48 a 50), el departamento central debi6 unirse al 47 por una de aquéllas que seguramente
se apoyaría en la gran piedra saliente bajo la pared colindante. En
el ángulo levante de 46 apareció un escal6n que facilitaría el acceso
desde 58 a 46; y en éste, uniéndose oblicuamente a la pared lindando
con 48, hall6se una hilera de piedras planas, como formando otro
escalón, resto de la escalera que le uniera alguna vez con 48, y decimos alguna vez porque no debió existir en los últi mos tiempos de
la poblaci6n, puesto que la pared separatoria de ambos se hallaba a
mayor altura que el escalón dicho. También la comunicación de
48 con la serie de departamentos de nivel inferior, tal vez se resol·
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LA BASTIDA DE .LES ALCUSESII (MOCENTE)
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viera de modo parecido, especialmente con 50 y 51, ya que se nota
por la parte de los últimos, y en la pared divisoria, gruesas piedras
en que estribaría la escalera; si bien hemos de hacer constar que no
existia resto alguno de escalón que sirviera para salvar la altura de
la expresada pared por la parte de 48. Pocos indicios más se pueden
observar referente a este punto.
Alguna otra particularidad constructiva suele apreciarse en las
habitaciones, En el ángulo sur de 42 hallóse un pequeño poyo de igual
técnica que las paredes (cuarenta centímetros de altura y 65 por 75
aproximadamente de superficie), que pudo servir para sentar en él el
pequeño molino que, completo aunque roto, encontrábase derribado
junto a él (véase la figura B de la lámina V). También hemos expuesto antes de ahora que en el ángulo norte de 49 encontróse, sentada
horizontalmente, una loseta de piedra arenisca, con huellas de su empleo como afiladora. En otros departamentos, como en la pared levan·
te del 72 y las poniente y norte del 64, ha1l6se a manera de una segunda pared más baja, que por su disposición y medidas debió emplearse
a modo de banco o poyo. En la figura A de la misma lámina, damos
una vista del interior de l departamento 64, en que se manifiestan bien
claramente los supuestos bancos.
Antes de ahOra hemos aludido también a la técnica de estas construcciones. Generalmente fueron fabricadas con piedras de mediano
tamaño, siempre sin el empleo de argamasa, soliendo tener las paredes
de 45 a 70 centímetros de anchura, que se aumenta excepcionalmente,
como por ejemplo en las intermedias de 62, 63 y 64 Y 65. También la
pared norte que une todas aquellas es de técnica más cuidada que la
corriente en el poblado, como deja ver el primer término de la
citada figura A.
Es asímismo comprobación de interés la de que, como en Covalta,
no pudieron las paredes, a juzgar por sus restos, exceder mucho de 1,50
metros; lo que hace pensar que en éste, como en aquel poblado, se completaron las paredes con adobes o con tabiques de cañas o ramas revocados con barro, si bien hemos de hacer constar que no hallamos
en La Bastida las pellas de barro, con improntas de aquellas, que en Covalta aparecen.
De esta técnica , de ramaje o cañas con revoque de barro, debieron
ser las cubiertas de los departamentos. Su sustentación se haría con
rollizos de madera, de los que aparecen algunos restos carbonizados.
Difícil es resolver el problema de luces de algunos pequeños compartimIentos, que háUanse empotrados entre otros que pudieron tenerlas directas.
Otro tanto sucede con las vertientes de aguas; pues también en este
poblado dejan de observarse los estrechos espacios, de menos de un
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1. aALLE$TER TORMO - L. PERICOT
metro de ::tnchura, que separan las construcciones de Covalta, sIguiendo la inclinación natural del suelo.
Parece haber predominado en La Bastida el ensalada de las habitaciones con barro o tierra apisonada. Sus restos suelen constituir
una dura capa de tierra rojo-grisácea, perceptible alguna vez por bajo
del estrato de tierra más suelta de parecido color y naturaleza. Así
sucedió en la excavación de los departamentos 63, 64 y 66. Otras veces encuéntranse restos de enlosado, como acontece en el departamento 62, en el que se hallaron dos grupos de piedras planas, compuesto uno de seis y otro de cuatro; y otro de tres losetas descubriose
en el ángulo norte de 42.
Pocas veces percíbense en las paredes los huecos para las puertas.
Sólo en algunas suelen reconocerse claramente, como en el departamento 4, entre el 12 y el 11, el 15 y el 16 y más claramente que en
ningún otro sitio en la entrada al 92 y comunicaci6n de éste con el
91 y 93.
IV
LA LAM INA DE PLOMO ESCRITA
Al excavarse el fondo de la habitaci6n 48, el 28 de Julio de 1928,
y al tratar de determinar y limpiar el macizado de unos 15 centimetros
sobre que se sentaba el pequeño molino de que reiteradamente se ha
hablado, apareci6, a pocos centímetros por bajo de la muela fija y en
posicl6n horizontal que denotaba colocaci6n intencional, una lámina
de plomo arrollada en espiral, de la que se veía s610 pequeña parte.
De ella vamos a ocuparnos.
Trátase de una delgada planchuela rectangular, que mide [80 milímetros de largo por 49 de ancho y se halla escrita por ambos lados en caracteres ibéricos. En la lámina IX aparecen ambos textos
en tamaño natural yen las figuras B, e, o y E de la lámina VIII
la propia planchuela antes de ser desarrollada.
En la cara B contiene 177 signos y 96 en la A, o sea en suma 273,
cabiendo la posibilidad de algún ligero error al contarlos. La superficie de ambas caras dividi6se en zonas o espacios mediante líneas
horizontales paralelas, fuertemente trazadas; y los dos textos escribiéronse sobre tal pautado, siempre de derecha a izquierda, sin terminar las líneas, de tal manera que sobró buen espacio en blanco en
alguna de ellas, más en A que en B; comenzándose a aprovechar parte
del de dos líneas de aquella, escribiendo en sentido contrario.
Los grupos de signos, frases o palabras (nada sabemos de cierto),
hállanse como separados por líneas de puntos, generalmente colocados
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LA BASTIDA DE .LES ALCUSESt (MOCENTE)
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en fila vertical y en núme ro distinto, que suele variar de dos a ocho;
observ~ndose la particularidad de que, no cabiendo en el ancho de la
pauta el número de aquellos que se pretendió grabar, colocáronse los
sobrantes aliado mismo. En una de las caras destácanse los puntos
más confusamente, por haberse arrastrado al grabarles, en vez de
levantarse, el punzón.
Es interesante observar que, de las 19 frases o palabras del texto
B, 16 terminan con el mismo signo y las tres restantes con otro;
y entre aquellas, en 12 se repite no sólo el último sino también el penúltimo signo, yen las otras cuatro se da otra combinación de los dos
signos finales; todo lo cual parece suponer la repetición de Iguales
desinencias.
Otra particularidad del mismo texto (B), consiste en encontrarse
algunas de sus frases cruzadas horizontalmente por otras líneas menos
enérgicamente grabadas que las del pautado. Unas veces tal rayado
alcanza a una sola frase; otras. con un solo trazo crúzanse varias de
ellas; y en alguna ocasión se han cruzado frases inmediatas con trazos
distintos; lo que hace suponer que pudieron no trazarse en el mismo
momento, sino en ocasiones diferentes.
En el texto del lado opuesto (A) observánse características parecidas, pero sin tachaduras. ni tantas repeticiones de letras finales. Es
su texto más corto y, según hemos expuesto, trató de aprovecharse
para nueva escritura yen sentido contrario, el espacio libre de las dos
últimas lineas del pautado.
Nuestra falta de preparación en la materia nos obliga a dejar el
estudio íntegro de este preciado documento a persona suficientemente especializada (1). Ello no es obstáculo a que demos nuestra impresión, consecuencia de las particularidades observadas, de que uno
de los textos dichos semeja una serie de apuntes que fueron tachados
en su mayor parte, dejando subsistentes otros, como la última frase
de la segunda linea; y de que las series de puntos, con que parecen
terminar frases o palabras, semejan tener significación más importante
que la de mera puntuación separatoria de aquéllas, a juzgar por su
número diverso y por el cuidado que se puso en completar la serie,
como cosa indispensable, aún no cabiendo en el ancho del pautado.
Las circunstancias de encontrarse el importante documento de
que tratamos, en su sitio yen el fondo de una mansión a donde no llegara la destrucción del poblado. permitiendo suponer que vivió aquél
los últimos dias de éste, autorizan a darle, como cronología bastante
(I) Se ha encargado de tal trabajo el sabio profesor Sr. G6me:r.: Moreno, tan ex·
traordlnariamente preparado para labor de esta Indole. Su estudio aparecedl probablemente en el Inmediato número de ARCHIVO DE PREHISTORIt\. LEV ... NTIN ....
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14
1. BAl.l.ESTER TORMO - L. PERlCOT
precisa, la del momento final de La Bastida; particularidad que avalora extraordinariamente la importancia del hallazgo. pues es la única
pieza de esta clase cuyo descubrimiento se documenta tan completa mente. En la lámina VIII, figura A, incluimos la fotografía del interior
de la repetida habitación, viéndose a la Izquierda de la muela inferior
la lámina de plomo, aún en el sitio en que se hallara.
v
PESOS DE TELAR
Son abundantes esta clase de piezas en la estación que nos ocupa;
hallándolas en las habitaciones y fuera de ellas; en general de tamaño
mediano (dimensiones máximas: 15 centímetros longitud, 7,5 por
7,5 base mayor, 6 por 5,5 base menor; dimensiones mínimas: 8, 4,5
por 5 y 3,5 por 3. respectivamente), troncopiramidales de base rectangular y de barro casi siempre tosco y poco cocho, por lo que general mente han salido incompletos, rompiéndose al intentar sacarlos de
la tierra en que se hallaban.
La construccl6n 3 di6 dos pesos de esta clase; dos más la 7; en
el centro de la 26 sobre doce más o menos completos, entre restos
de otros diversos; en la 35 número igual yen circunstancias semejantes; en la 37 un peso y fragmentos de otro; uno más en el departamento 75; yen el 48 y 91 sendos montones de '2fJ pesos, hallazgos interesantes que hacen suponer se trataba de telares desmontados en el
momento de destrucci6n del poblado (véanse láminas IV, B
Y Vll1 , Al.
Tal vez las largas láminas de hierro, dobladas hasta formar dos ramas paralelas unidas por roblones equidistantes, de igual medida
ambas, pudieran relacionarse con los hallazgos de pesos, pensando,
si formarían parte del montaje de los telares.
En la base menor de dos de los pesos se obse rvan borrosas impresiones de carácter floral, en apariencia.
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LA BASTIDA DE .LES ALCLlSESt (NOCENTE)
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VI
LAS fUSA YOLAS
Como es corriente en todos los lugares de habitación del hombre
primitivo o del salvaje a partir del momento en que conoce ya el arte
textil, la abundancia de husos o fusayolas, por lo general de barro.
es considerable. Aparecen en La Bastida, un poco en todas partes. sin
que se pueda observar acumulación en determinadas habitaciones,
como ocurre con los pesos de telar.
El número de las halladas hasta ahora y expuestas en el Museo.
es de 180. Salvo raras excepciones se han conservado enteras. Sus
formas son muy variadas. pero domina la de doble tronco de cono
con sus dos partes desiguales. Las bases suelen ser planas o ¡igeramen·
te rehundidas. Si bien son frecuentes los casos en que [a forma bitron·
cocónica está bien marcada, generalmente en los ejemplares más pero
fectos, de superficie alisada o pulida y color negruzco en la mayoría
de los casos, pueden observarse todos los grados de la transición a
otras formas. Por una parte el cono superior, siempre más alto que el
inferior, va exagerándose hasta producir el tipo simplemente tronco·
cónico y por otra se va perdiendo la rigidez de la silueta, pasando a
ser esferoidal. Otras veces deriva hacia la forma discoidal o a la cilin·
drlca. Además surgen un número reducido de casos especiales con superficies cóncavas o con abultamientos en la parte superior o en la
inferior. Véase en la lámina X, E. muestras de todos los tipos.
Las dimensiones varían también aunque la mayoría de piezas sue·
len medir alrededor de 2,5 centímetros de altura y de diámetro máximo: las más pequeñas llegan a tener 1,6 centímetros en ambas dimensio·
nes, mientras en las mayores observamos diámetros de 4 centimetros
y alturas cercanas a 3.
Treinta y seis de los ejemplares encontrados presentan decoración;
17 de ellos con líneas incisas: una, dos o dos series de dos, dispuestas
paralelamente a las bases: sólo en un caso vemos líneas perpendicu·
lares cortando a estas transversales. Tres con líneas y puntos. Cuatro
con series de puntos, incisos profundamente y en un caso con un pun·
zón triangular. Por último, 15 con líneas puntilla das, paralelas, radiales. en cuadrícula o en zig-za.g, formando en algún caso combinaciones
realmente bellas.
Como ya hemos indicado su color suele ser negruzco o grisáceoterroso, a veces algo rosado, presentando algunos ejemplares huellas
de haber sufrido la acciÓn del fuego.
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1. BAl.l.I!STER TORMO· L. PER ICOT
VII
OTROS OBJETOS DE CERÁMICA
Adem ás de los pesas de telar y las fusayo las de que acabamos de
ocuparnos, existen otras piezas cerámicas de interés.
Los objetos de índole varia o de dudosa determinaci6n, hallados
en La Bastida, son los siguientes: Un fondo agujereado o colador, de
cerámica tosca, incompleto. aproximadamente discoidal, de 6,5 centlmetros de diámetro (lám ina X, B); una especie de peq ueña cubeta
o recipiente cuadrangular con los lados curvados hacia dentro, de
5.5 centímetros de lado y 2,5 centímetros de altura (lámina X, F);
fragmentos de otro recipiente irregular y de paredes más gruesas,
con varios compartimientos, de 4 centímetros de altura; la parte del
cuell o de una vasi ja, vuelto al revés y recortado en su parte supe rior
en forma de curioso almenado, que mide 19 centimetros de diámetro
y 8 de altura; una pieza inclasificable, con impresiones parecidas a
palmetas en sus cuatros caras, 6 centímetros de longitud por 3 de
grueso máximo (lámina citada, C); una pieza larga, de sección trapezoidal, con impresiones digit ales a 10 largo de su cara mayor, de
uso indeterminable; un tubo corto que no puede asegurarse perteneciera a una vasija; varios discos de cerámica recortada cuyo diámetro
alcanza 6'2 centímetros y 1,3 centímetros su altura. Al hablar de las
excavaciones nos ocupamos del interesante hallazgo de un lote de
11 de estas piezas, de tamaños en serie, que varfan de 62 a 23 milimetros de diámetro y que fueron encontrados, casi superficia les, junto
a la pared NE de 96 y a sobre un metro de otra pared aún borrosa
que parece salía de aquella en la me~cionada orient~ci6n.
Deben incluirse aquí dos soportes cerámicos para vasos (láminas
X, O Y X IX, 8 ) de los que se hará referencia.
VIII
VASOS
Si de alto interés resultan las piezas de todo género halladas en el
poblado que nos ocupa, se distinguen entre todas, por la abundancia
y variedad, los vasos cerámicos. Claro es que este hecho no ha de extrañ3 rnos cuando es sabido que la a bundancia de fragmentos de vasijas,
es 10 no rmal en los poblados ibéricos e incluso en todas las estaciones
prehist6ricas a partir de l Neolítico; pero ya resulta más curioso si agregamos que en La Bastida, la proporci6n de vasos reconstruibles fácil-1 94 -
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lA BASTIDA DE n.ES ALCUSES>t (MQCENTE)
11
mente, cuando no enteros, es muy crecida; y 2.demás la variedad
y riqueza de formas es en este poblado muy notable.
En resumen, podríamos considerar como caracteres que resaltan
en la cerámica de La Bastida, los siguientes: frecuencia de vasos enteros o completos, lo cual constituye otra prueba del hecho, apuntado
ya, del repentino e impremeditado abandono de la ciudad, y pobreza
de la decoración pintada. que contrasta con la variedad y novedad de
las formas.
Como en todos los poblados prehistóricos, es lo corriente que las
cantidades enormes de fragmentos cerámicos irreconstruibles aparezcan dispersos dentro y fuera de las habitaciones, mientras los frecuentes vasos enteros o rotos por la presión de las tierras, conservando
todos sus fragmentos, suelen aparecer en lugares determinados de
las habitaciones, en rincones de éstas o agrupados junto a lo que puede
suponerse hogar (véase lámina VI y lo dicho en el capítulo 11).
En las presentes notas trataremos de dar una ligera idea de la cerámica de La Bastida, debiendo tenerse en cuenta que del centenar
de cajas llenas de fragmentos que se han recogido, s610 una mfnima
parte ha podido hasta ahora ser lavada y reconstruida, por lo que esta
reseña forzosamente ha de ser provisional y limitada a recoger tan solo
los ejemplares que desde el primer momento pudieron completarse.
Podemos dividirla en tres grandes grupos: cerámica helenística;
cerámica Ibérica fina; cerámica ibérica tosca. Examinémoslos sucesivamente.
CERÁMICA HELEl'dsTICA.-AI igual que en la mayorfa de poblados Ibéricos de la costa oriental de España, son aqul en extremo
abundantes los hallazgos de fragmentos de cerámica griega de baja
época (1). Al lado de un número reducido de fragmentos con figuras
pintadas, tenemos un número grande de piezas del tipo llamado campaniano, en que el barniz negro brillante, característico de la cerámica
helénica, ocupa toda la superficie del vaso sin que aparezca en él decoraciÓn figurada.
Fragmentos con fituras.-Pertene~n a las últimas manifestaciones, muy decandentes ya, del estilo de figuras rojas. Los fragmentos
conservados son parte de varios vasos cuya forma es dificil imaginar,
Es bien sabido que la presencia de fragmentos cerámicos griegos ha sido
paro datar los productos Indigenas apa~cidos juntamente y puede decll'"'..e que en gran parle la crono10g1a de la cultura lb6rlca se basa en esos hallazgos.
Pero es de lamentar que por tratarse de piezas de baja época. de fabricación regional , la cronologla no puede nunca precisarse, como ocurrida si se tratase de eJemplares de buena época en que puede llegarse al autor o a la escuela.
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ut¡¡¡~ada
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18
l . BALLESTER TORMO· L. PERICOT
aunque en algunos ~sos parece tratarse de copas (1) (véanse los más
importantes en la lámina XIII).
Varios de los fragmentos pertenecen a un vaso del que se conserva
una figura bastante completa: una mujer. a la que falta la cabeza,
en actitud de dirigirse o abrazar a una figura desnuda, sentada de
frente. de la que se vé s6lo una pequeña parte; de un estilo muy libre
y con poco cuidado en la aplicaci6n de la pintura negra que limita
las figuras dejadas en el tono rojo del fondo, la creemos una buena mue~
tra de la cerámica italiota de figuras rojas del siglo IV a. de J. C. (8,
centro). Fragmentos de otros vasos, más incompletos aún, muestran el
mismo estilo.
En cambio otra serie de fragmentos, entre los que sobresale uno
con parte de una cabeza con corona floral y una especie de alas a la
espalda, presenta un fondo color ceniza achocolatado, siendo los trazos negros que forman la figura muy finos y rígidos; además la ¡:.arte
interior del vaso queda sin pintar. De este vaso hay varios fragmentos (e, derecha). Otro vaso, con motivos florales en estilo semejante,
parece tener, a juzgar por los fragmentos conservados, un cuello relativamente estrecho (Id., centro). Otros fragmentos proceden de un plato o de una copa baja con borde recto, decorada con varias figuras de
animales (¿cánidos o féHdos, aves?) al parecer afrontados, y también
han adquirido este tono ceniciento, seguramente a causa del fuego
(A). Todos ellos no salen, sin embargo, del área de la cerámica italiota
del siglo IV.
Podemos citar aquí también los fragmentos, escasos, de vasos de
estilo campaniano con adornos ¡;encillos de motivos vegetales, en
negro o en rojo, generalmente cerca del borde del vaso y de ejecución
tosca.
Vasos campal1ianos.-La gran proporción de vasos de barniz negro
brillante, llamados campanianos, que han aparecido en La Bastida,
no constituye un fenómeno aislado, ya que esta especie cerámica es
la que suele acompañar a la ibérica en los poblados de época inmediatamente prerromana. Pero al igual de lo que ocurre con la terra sigillata de época romana . y acaso en mayor escala aún, se nota la falta
de estudios de conjunto, en especial para las variantes que aparecen
en la Península. Por ello resulta imposible, en la actualidad, distinguir
de variedades y procedencias e incluso no se puede extremar con ella
(1) Entre las estaciones españolas en que aparecen fragmentos de vasos griegos con flgura5. de baja época. podemos citar las de Ampurlas, Bagur, Cabrera
de Matar6. Puig Castellar. Les Umbrles, San Antonio de Calaccite, Tárrcga,
Sagunto, Ibiza, Covalta, Elche, Casa del Monte, Rojales, AmarcJo, Redoban,
Villarlcos, Galera. Peal del Becerro, Almedlnllla y Castellar de Santisteban; en
la portuguesa de Alcacer do Sal aparecen tamblm vasos de este tipo.
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LA BASTIDA DE _LES ALCUSf:!$I) (MOGENT.e:)
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la cronología por desconocerse ésta en detalle, lo contrario de 10 que
ocurre con la restanle cerámica griega. Incluso cabría preguntarse
si la abundancia de sus ejemplares en las estaciones de la Península
no obliga a suponer que en esta existieran centros de fabricación,
como ha podido demostrarse para la lerra sigil-/ala.
Así, por necesario que nos parezca este estudio, que debiera 5er
previo, para poder localizar cronológica y estilistlcamcnle nuestros hallazgos, no podemos hacerlo aquí, debiendo limitarnos a la descripción
de las piezas halladas y a su comparación con las descubiertas en otras
estaciones españolas (J).
Las características generales de los vasos de esta especie, hallados
en La Bastida, coinciden con las ya conocidas: fina pasta de colar rosáceo generalmente, a veces ceniciento por la acción del fuego. excelente cocción, forma perfecta y elegante y barniz negro brillante.
Este último por la acción de la tierra ha perdido mucha de su brillanttt
y en algunos vasos se nota un fuerte descascarillado de la capa superficial. Sólo en alguno que otro vaso se conserva el brillo original en
toda su esplendidez, con el hermoso reflejo metálíco (plateado) que
(I) No Intentando aqul hacer el estudio de la cerámica campaniana en las ~ta·
taclones Ibéricas espal'lolas. nos abstenemos de dar la lista de los lugares en que
aparece, ru:\ como la blbliografla acerca de los mismos.
La cerámIca de barniz negro brillante, conocida generalmente con el nombre
de campaniana. tiene un origen muy remoto, ya que vasijas con dicho barniz, Imitando el brillo de los vasos metálicos, y sin decoración flgurada, se encuentran
en Grecia en el siglo VI a. de J. C.. viviendo paralelamente a la cerámica ática
de figuras y cuando ~ta decae se multiplica la fabricación de los vasos sin figuras,
surgiendo numerosos centros con productos que presentan entre si naturales di.
ferencias. Como centro de los productos de esta especie ha1!ados en España se ha
considerado la Italia meridional y más concretamente la Campania. de donde ha
recibido el nombre. Otras especies que presentan algunas analoglas con ella, las
de Cales, Megara y otros centros del mundo helenistico, son de ~poca parecida.
pero sus productos no tienen la sencillez ni la difusión (que alcanza a Francia y
España) de los productos del estilo campaniano (etrusco·campano, según Ducati).
La época de su fabricación es, según este conocido historiador de la ceramica grie.
ga, el siglo IV y la prlmera mitad del JlI, pero parece durar realmente algo más,
fabricándose durante todo el siglo 1I1 a. de J. C. en la misma Areno, donde a comienzos del siglo 1I desaparece paulatinamente ante la cerámica que sustituye
el negro brillante por el rojo coralino de la cerámica areUna o lerra s{gil./ata. La va.
riedad del tipo campanlano que suele darse en la Penlnsula es naturalmente la más
sencilla y a veces incluso de fabricación inferior, siendo lisa, a lo más gallonada
en contadas ocasiones, y con estampillados de palmetas y franjas de puntos y
rayitas onduladas o alguna franja de hojas, blanca o dorada.
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1. BALLESTER TORMO· L. PERICOT
posee en los ejemplares mejor conservados, mientras en muchos
otros se ha vuelto mate (1).
A pesar de que relativamente son muchas las vasijas de esta especie reconstruídas y expuestas en el Museo, sin embargo, queda un número considerable de fragmentos que suelen repetir los tipos que reproducimos, pero en los que acaso un estudio más detenido, con la posiblidad de completarlos tras paciente rebusca, pueda descubrir variantes inéditas.
Uno de los tipos más interesantes y que no es raro, es el de crátera.
La crátera campaniana es corriente en la costa española, ya que la
podemos señalar, sin que pretendamos agotar la lista de estaciones,
en Enserune, Ampurias, Cabrera de Mataró, Puig Castellar, 5an An·
tonio de Calaceite y Covalta, Se trata de una variedad sencilla de la
crátera, de dimensiones pequeñas, sin adornos en el cuello, con asas
verticales bastante esbeltas, terminadas siempre en un a¡;éndice de
sección rectangular y puntiagudo (2); en algunos casos se nota cierta
irregularidad o imperfección subiendo una de las asas m.ás que la otra.
El borde superior es recto o presenta un reborde. Uno de los siete
ejemplares completos, que figuran ya en el Museo. liene la panza gallonada y otros dos presentan el fondo interior decorado con un circulo
de pequeñas líneas y con palmetas rodeadas por un drculo de rayitas.
respectivamente. Un ejemplar incompleto tiene también cuatro palmetas en cruz y dos fajas de rayitas. Véanse los ejemplares más completos en la lámina XI, D.; y la galJonada en la figura E de la misma lámina.
Si comparamos las cráteras de La Bastida con las de Enserune,
de donde poseemos magnífica y completa publicación (3), nos daremos
cuenta de la mayor riqueza de la estación francesa. aunque las formas
suelen coincidir, especialmente en la parte del pie; las nuest ras podrían
ponerse al lado, sobre todo, de las que Mouret atribuye acaso a una
i mitaci6n de las piezas buenas.
En cuanto al tamaño, el ejemplar de panza gallonada mide 18,2
centimetros de un extremo a otro de asa, 1I centímetros de dIámetro
(1) NQ creemos que el color mate de algunos &jemplart~ sea debido a un origen
distinto. Según DUCATI (Cfassi/icaUon des c"amiquls ontlquls, Paris, 1927. Clas·
si/icaUon 9. Ctromico delfa Ptmisola italiana, p. 28), la opacidad en el barniz ca·
racterizar1.a los productos de la Italia central (Etrurla) frente a la brillantez de
los de la Italia meridional (Campania).
(2) Las asas a poucitrs de los: autores: franceses.
(J) F. MOURl!:T, Coll«tion Mouret (Foulllts d'Enserun.), en el Corpus Vascrum
Anttquoru17l, fase. 6 de Francia. Parls, 1927.
V~ en la página 20 de dicha obra la bibllografa de la cerámica campaniana
que nos abstenemos de dar.
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LA B....STIO .... DE tLES
ALCUSE~
(NOCENTE)
21
de la boca, 5,7 centlmetros el del pie y 10,5 centímetros de altura; en
los restantes ejemplares estas medidas oscilan respectivamente entre
los 14,3 y 19 centímetros, 8,7 y 10 centímetros, 4,8 y 5,7 centfmetros
y 8 Y 10,5 centimetros
Un tipo menos frecuente es el de oinochoe; el ejemplar de La Bastida
puso ser reconstruido utilizando gran número de fragmentos, resultando una pieza esbelta y fina, de cuerpo gallonado (lámina XI, H) Y
con los lóbulos de la boca puntiagudos. Mide 12 centimetros de altura,
5,5 centimetros de anchura en la boca y 4 centímetros de diámetro del
pie. De las estaciones levantinas no recordamos otro ejemplar de
este tipo que uno de Ampurias (1), gallonado también y parecido
tanto en forma como en dimensiones, excepto en lo puntiagudo de los
tres lóbulos, al que nos ocupa. Indudablemente de este y otros modelos griegos se copiarían los ejemplares ibéricos, menos elegantes, de
que luego hemos de hablar.
Algo más abundante (conocemos ejemplares en Ampurias y en
Enserune) es el tipo de lekylhos aribalistico del que apareció en La Bastida un ejemplar incompleto, ya que le falta el asa y la boca, no sien·
do seguro que una boca, que cerca se encontró. corresponda precisamente a este ejemplar, hallado por cierto en muy mal estado de con·
servación por haber saltado casi todo el barniz. Mide 8,5 centfmetros
de altura, 4,7 centfmetros de diámetro del pie. 6 centímetros de an chura máxima y 2 centímetros de diámetro del cuello (lámina XI, F).
Tampoco es raro el tipo de copa de pie bajo que se acerca al skyphos, o al Ko/y/e, del que poseemos dos ejemplares completos (lámina
XII, D y E) . Ambos tienen en su fondo un circulo de rayitas y en
el centro palmetas en cruz. Uno de ellos, bastante descascarillado,
muestra el color de la cerámica, rojizo-negruzco. Sus medidas son: al·
tura, 4,7 y 6 centlmetros, respectivamente; longitud máxima, 1B,5 y
21 centfmetros;ancho de la boca , 10,8 y 12,7 centfmetros; diámetro del
pie, 7 y B,5 centímetros. En Enserune hay varios ejemplares de este
tipo (2) .
Muy curioso es el vasito en forma de astrágalo, incompleto por
faltarle el asa y la boca; en la cerámica griega se nota la afición
a los vasos de formas raras (askos. rhylon), pero no son frecuent es
los de forma de astrágalo; recordemos el bello ejemplar con figura s
(1) En la SiIIccl6n de Prehistoria del Palacio Nacional de la Exposici6n Interna·
cional de Barcelona, procedente del Museo Municipal de Arte y Arqueologla de
dicha ciudad, n.O 6.358.
(2) Se encuentra también en Am purias y con seguridad en otras estaciones
peninsulares. La variante helbJlca llamada Kotyl, es acaso la que mis se acerca a
este tipo.
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1. BALLESTER TORMO - l.. PERICOT
rojas del Museo Británico (1); el hallar aquf este ejemplar es otra prueba de la importación de centros importantes y del gusto indígena por
estas rarezas. El ejemplar de La Bastida (lámina XI. G) mide 8 centimetros de longitud por 4 de ancho y 4,5 de altura. siendo el diámetro de la boca rota. 1.7 centfmetros. Su factura es buena. No conocemos otro ejemplar en la Peninsu]a.
Lo que más abunda es, al igual que en otras estaciones, el tipo de
plato o de escudilla pequeña. De aquél reproducimos (lámina Xl, e y
XII, C) tres ejemplares: dos de ellos son de fondo curvado y boca
reentrante y el tercero es de fondo plano y boca con reborde. Ambas
variantes se encuentran en Enserune; pero es más abundante la primera, que se halla en casi todas las estaciones Ibéricas (2), Los dos
ejemplares de la misma, procedentes de La Bastida, miden 24 y
21,8 centímetros de diámetro máximo, 12,8 y 12 centímetros de diámetro del pie y 6,4 Y 5,8 centímetros de altura; uno de ellos presenta
su fondo decorado con palmetas rodeadas por cinco hileras circulares
de pequeños triángulos impresos y el otro con nueve palmetas elegantemente unidas por semicírculos que se cortan, rodeadas por una
faja circular de rayitas sinuosas, El ejemplar de boca con reborde
mide 24 centímetros de ancho máximo, 12,5 centímetros de diámetro
del pie y 7 centímetros de altura; también se halla su fondo decorado
por diez palmetas unidas por semicirculas rodeadas por una faja circular de triples rayitas (3),
Entre los numerosos fragmentos irreconstruíbles abundan los pertenecientes a bordes o fondos de piezas de este tipo, y entre los últi·
mos los hay bellamente decorados con los motivos estampados corrientes.
Este tipo de plato grande con palmetas en el fondo se encuentra
(1) Se trata en este caso de un depósito de astrágalos para el juego, que mide
15 centlmetros de longitud. Vúse el fase. 5 de Inglaterra del Corpus Vasoru/1I
Antt'quorum (British Museum, fase. 4, por H. B. WAt.T!MS, Londres, ]929), pAgina3,la.m]na26; en él se da una bibl10grafla de este tipo con indIcación de otros ejemplares. En el volumen V, pagina 31, figura 6.742 del Dictionnaire des antiquftes
t'ICqUes It ramaines, de DARI!NSI!RO y SAQt.IO, puede verse otro recipiente de la
misma forma, procedente de Eglna y utilizado como lAmpara.
(2) Véanse los ejemplares de Ampurias en el Museo de Barcelona y reproduccl6n
de algunos de ellos en CAZURRO-CANO!A, La Istlatificacidn de la celámica dI Ampupur¡as y la Ipoca de sus leStO (Anuari de 1'1. d'E. C .. IV, 1913·14, pAginas 657 y
S
siguientes). En el Musco Prehistórico Provincial de Valencia pueden verse algunos
platos de este tipo procedentes de Ampurlas, que pertenecieron a la colección Cazurro, la cual en su mayor parte ha pasado a dicho Museo. Los de Enserune en la lA·
mina 22 de la publlcaci6n citada.
(3) Vúse esta decoracl6n en las lAminas 24 y siguientes de la publicación de
Enserune.
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LA BASTIDA DE fLES ALCUSESt (NOCENTE)
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23
en casi todas las estaciones ibéricas. Recordemos s6lo el hallazgo del
mismo en los poblados ibéricos del Urgel y del Bajo Arag6n, en Ampurias, en El Charpolar, etc.
Las pequeñas escudillas son numeros!simas. como en Enserune y
poblados ibéricos españoles ( ¡ ). Reproducimos aquf doce de ellas (lámina XI, A Y B); pero debe tenerse en cuenta que los fragmentos importantes con los que podrían reconstruirse piezas de este tipo suman
muchas docenas. También en este tamaño pequeño son raras las escudillas de boca con reborde, mientras las de boca reentrante ofrecen
variantes por su esbeltez mayor o menor, el grueso de sus paredes y
la forma del pie (plano en los mejore~ ejemplares, de sección bífida
y delgada en los más rechonchos). Entre el pie y la panza suele
quedar una ranura con el color rojo o rosado natural del vaso y en la
parte plana de los pies de algunos alternan las fajas circulares de este
color natural con las pintadas de negro. Las impresiones de palmetas
y círculos de rayitas son también muy frecuentes, uniéndose en algún
caso las palmetas entre si por medio de semicírculos. En varios ejemplares (lámina XII. A Y B) aparecen sólo las palmetas puestas en
cruz; en un fragmentos de un fondo se ven las cuatro palmetas ro deando un pequeño cfrculo ya su vez dentro de otro. Otro fragmento.
no reconstruido, muestra una faja de diminutos circulitos entre pares
de círculos concéntricos y en el inlerior una faja circular de grupos de
tres circulitos. En una palabra, la variedad en la decoración es grande y se hace preciso un estudio aparte. en que reunidas todas las estampillas, puedan compararse con las de otras estaciones e iniciar
un estudio de fabricaciones y modelos que ha de ser de gran utilidad
para el conocimiento de esta especie cerámica. En tanto, sólo podemos indicar la abundancia en todas las estaciones ibéricas de este tipo
de escudilla o plato pequeño y la presencia siempre en él de los citados
motivos decorativos en una u en otra forma aplicados.
Entre los fragmentos que no pueden reconstruirse hay representantes de las formas más frecuentes entre las citadas; copas o platos de
todas las variantes, algunos de barniz que han conservado todo su brillo original, cráteras. etc. Por tratarse de una forma que no hemos citado aún, haremos notar la presencia de parte de un pie de grandes
dimensiones que por la forma parece corresponder a una crátera en
campana o a una ánfora acaso con figuras. Un pequeño fragmento al
parecer con relieves. de cerámica delgada se separa de lo corriente;
tampoco es posible identificar su forma.
(1 ) Véase la lamIna 22 de In publicaci6n citada de Enserune.
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24
l. BALl.ESTER TORMO
~
L. PER1COT
CERÁMICA IBÉRICA FINA . - Es la que más abunda bien característica y conocida en un sin fin de estaciones (1). El barro. en general cuidado. es cocido de manera que produce una de las dos variedades principales siguientes: bien cocido, originándose una cerámica
de color ocre rosado a veces con capas de color fenuginoso en su interior, en la que la pintura adquiere singular relieve conservándose magnlficamente, o mal cocida, resultando blanda y poco consistente ,
poco favorable para la conservación de la pintura, ya que es casi imposible limpiarla de la tierra que en el transcurso de los siglos ha quedado adherida a su superficie. Esta última, que se nos muestra como
un signo de cierta decadencia, es la que aparece con mayor abundan*
cia en La Bastida, lo cual, unido a la pobreza dominante en los moti·
vos decorativos, contribuye a dar la impresión de cerámica pobre si
se compara con la conocida de otras estaciones levantinas cercanas.
Pero esta impresi6n queda, en parte por 10 menos, borrada ante
la riqueza de formas: riqueza que ha podido apreciarse mejor por 10
completo de muchos vasos y por haberse realizado la excavación con
sumo cuidado y recogiendo todos los fragmentos, aún los más insignl*
ficantes. Una vez reconstruido todo el material, creemos que será este
uno de los poblados ibéricos conocidos en que pueda apreciarse mayor
número de formas, abundando en ellas las realmente curiosas como
vamos a ver.
Agrupemos los vasos por sus formas y después estudiaremos la
decoración que en ellos a parece.
Las formas.- Tratemos de reunirlas en número reducido de tipos
que describiremos.
ES evidente que de muchas de estas formas podemos hallar el pro*
totipo en vasijas helénicas o helenísticas y acaso, a veces, cartaginesas.
y sus semejantes en otras estaciones ibéricas, pero creemos que en algunos casos se trata de formas que damos por primera vez a conocer
y que tal vez fueran peculiares de La Bastida y de la comarca de ella
dependiente. Pero este es un estudio que hay que emprender en con·
junto, teniendo en cuenta toda la cerámica de la regi6n, lo cual se halla
ahora lejos de nuestro propósito.
Una de las formas más clásicas es la oinochoe. Del tipo griego y helenfstico, del que se suelen encontrar ejemplos en las estaciones ¡bé·
. ricas (en La Bastida mismo tenemos como se recordará un caso), de·
bió derivar el modelo ibérico, menos elegante que el primero, pero
conservando todavía cierta esbeltez y gracia.
(1) La bibliografía completa es en extremo abundante por lo que sólo citare·
mas como obras fundamentales: P. PARIS, Essai sur l'arl,1 l' Industrie d, l' Espogll'
primilill', 11, Parls, 1904.
P. BOSCH CIIIIPl!:Jt~, El problema de la ur6mica iblrica, Madrid, 1915.
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l.A BASTIDA DE 'l.ES A1.CUSESt (MOGENTE)
Uno de los ejemplares (lámina XIV , H) tiene el cuerpo cilíndrico
y la parte superior c6nica, siendo por tanto comparab le a los ejemplares de Numancia. mucho menos esbeltos; mide 23 centímetros de
altura, 10,5 centímetros de diámetro de la base y 10 centímetros de
anchura de la boca. Otros dos ejemplares tienen en cambio el cuerpo
formado por dos troncos de cono aproximadamente. unidos por ~us
bases; el primero (lámina XIV. 1) mide 14.5 centímetros de altura (desde la base hasta la parte superior del asa, que sobresale de la boca)
y 10 centímetros aproximadamente de anchura máxima y S centí metros de diámetro del pie. El segundo (lámina XV, A) menos elegante , con un cuello irregular y una boca alargada, mide 17 cent ímetros de altura, 9 centímetros de anchura máxima, 6,5 centímetros de
longitud de la boca y 5,5 centímetros de diámetro del pie. Semejante al primero de estos dos ejemplares, pero con el cuello provisto de
un abultamiento, y sin asa, hay otra vasija (lámina XIV, J) de 12
centímetros de altura, 10 centímetros de anchura máxima y S centímetros de diámetro del pie. Las cuatro piezas descritas están todas
decoradas con líneas pintadas.
Un tipo parecido nos 10 ofrece otra elegante vasija que podrfa denomi narse hidria (lámina XV , e); de cuerpo cilíndrico abombado,
cuello estrecho e Irregular y boca de contorno irregular también po r
presentar unas escotaduras Que inician a manera de un pico: su altura es de 15,8 centímetros, el ancho de 10 centímet ros yel diámetro de
la boca de S centímetros; también aparece pintada con fajas de líneas paralelas y puntos en la parte cercana al cuello.
Otra forma bien característica es la de panza que va desde la forma
casi esférica hasta la bitroncoc6nica y con cuello y boca muy abiertos
o en forma de embudo o trompeta, cuya boca exvasa pronunciadamente.
De ésta han aparecido numerosos ejemplares, habiéndose reconstruido
por ahora hasta nueve. Como puede verse por los grabados, no hay
dos ejemplares iguales y mientras unos están bellamente decorados
otros carecen de toda pintura. Alguno es casi esférico (lámina XV, F);
dimensiones: 16 centímetros de altura, 15 de anchura máxima. 14 de
boca y 7 de diámetro de la base. con la boca extraordinariamente
abierta y con motivos pintados en el interior de la misma. Otro t:s
alargado (lámina XIV. A); dimensiones: 21,6 centímetros de altura .
15 centímetros de anchura máxima, 9,5 centímetros de diámetro de
la boca y 6,5 centímetros el del pie; otro muestra claramente [a boca
en forma de embudo desproporcionado, por su tamaño, con el cuerpo
de la vasija (lámina XIV, C); dimensiones: altura 18 centímetros. anchu ra máxima 14,5 centímetros, diámetro del pie 6,5 centímetros,
de la boca 10,3 centlmetros; tres ejemplares constituyen una transición a otro tipo que describiremos más adelante (lámina XIV , G);
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l. BAt.LESTER TORMO
p
L. PERICOT
dimensiones: de uno de ellos: altura 15.3 centímetros. anchura máxima 14 centímetros, diámetro boca 9,5 centímetros, diámetro del pie
7 centímetros. Los restantes tres ejemplares (XIV, B), uno de ellos.
ofrecen formas intermedias entre las descritas. variando sus dimen-
siones entre los 14,5 y 19,8 centímetros de altura. 14,5 y 17 centímetros de anchura máxima y 9,5 a 10,5 el diámetro de la boca. En la
cerámica de Galera hallamos formas parecidas.
Un tipo distinto. con largo cuello. panza abultada y baja. y boca
poco abierta, lo tenemos en la elegante vasija, de perfil que nos atre veríamos a calificar de modernista (XV, G). decorada con fajas pintadas y series de Hocas ondu ladas entre aquéllas. Sus dimensiones son:
[7 centímetros de altura, 16 centfmetros de anchura máxima, 8 centímetros de diámetro del pie y 6,5 centímetros de la boca, reduciéndose el diámetro interior del cuello a 3,2 centímetros. De paredes
bastantes gruesas, tiene un peso mayor del acostumbrado en estas
vasijas.
Por faltarle la boca no puede clasificarse de un modo definitivo.
pero parece pertenecer a este grupo un vaso de pie muy acusado.
abultamiento bajo y cuello con reborde (lámina XV, E); dimensiones:
altura 19 centímetros, anchura máxima 13 centímetros, anchura del
cuello 6 centímetros. diámetro del pie 7 centímetros: de cerámica
bastante tosca. con algunas líneas pintadas y con señales de la acci6n
del fuego en su exterior.
Otra forma, más difícil de describir. es la de urna de tamaño variable. con pie, panza troncoc6nica. cuello que se estrecha y se abre
finalmente en la boca (lámina XV, 1 Y XVI. A, B. G). Estas urnas
aparecen siempre decoradas, por lo general con series de círculos
concéntricos secantes. Hay reconstruídas hasta ahora cinco piezas de
esta forma, variando sus dimensiones de 7,5 a 13 centímetros en a[~
tura, de 9 centímetros a 14,5 centímetros en anchura máxima y de 5
centímetros a ¡ 1,5 centímetros en diámetro de la boca y de 5,5 a 7
centímetros en diámetro del pie. Esta forma es típicamente ibérica ,
apareciendo en muchas estaciones del este y del sur de la Península;
pero parece más propia de las comarcas meridionales que de las
septentrionales. La falta de publicaciones sistemáticas de cerámica
ibérica impide, como hemos dicho otras veces, intentar siquiera un
cuadro de distribución de la misma; señalemos su presencia en Alme~
dinilla, en Galera, en Castellar de Santisteban. etc. (J).
(1) En el trabajo de P. PARIS y A. ENOEI., Fouillls It rtchuches a Almedinilla
(Revue Archeologique, 1906, 11, páginas 49 '1 siguientes), se reproducen algunas
siluetas de vasos. Las referencias a formas de Galera las hacemos princIpalmente
a base de notas tomadas ante el material expuesto en el Museo Arqueológico Nacio.
nal de Madrid.
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l.A. BA.STIDA DE ~l.ES Al.CUSES~ (MOCENTE)
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Otro tipo nuevo, creemos, en la cerámica ibérica conocida (cuando
menos la publicada), es la de vaso ciUndrico horizontal que recuerda.
es cierto, al botijo actual de algunas comarcas del sudeste de Espa·
ña (l). Se trata de un cuerpo cilíndrico que termina a ambos lados
por dos casquetes más o menos esféricos o troncoc6nicos. separados
del cuerpo por una ranura como para recibir una cuerda que a cada
lado lo sugete para suspenderle y que fijan dos mamelones, en la forma
de que hablaremos. En el centro del cuerpo cilíndrico se halla la boca.
Dos ejemplares se han reconstruido de este tipo, conservándose fragmentos de algún otro. lo cual indica que efectivamente no es un tipo frecuente. De aquéllos, uno ha podido completarse, mientras otro se ha de·
jado sin terminar ante la duda de si la parte que falta poseía alguna
particularidad insospechada. El ejemplar completo (lámina XVII, B),
de buena cerámica , es muy regular, tiene una boca relativamente pequeña y dos asas a ambos lados de la boca. Sus dimensiones son: 28 ceo time ·
tros de longitud total, 17 centímetros de diámetro del cilindro, 7 centímetros de diámetro de las bases de los casquetes extremos; diámetro de la
boca 5 centímetros y altura de ésta 2.5 centímetros. El ejemplar incom pleto (lámina XVII. C), es de cerámica tosca, más irregular y de boca cónica muy grande y provista de un pico; su longitud máxima es de 19 cen·
tímetros, la anchura mayor de 17 centímetros, el diámetro de la base
conservada 6 centímetros y 7 centímetros el diámetro de la boca.
Tenemos noticia del hallazgo de piezas semejantes en Bélgida
(provincia de Valencia), por D. Mariano Jornet (2). En 1919, uno de
nosotros, l. Ballester, encontró en el Castillico de Fortuna (provincia
de Murcia). la parte superior de una pieza de esta clase.
La misma forma. en mucho mayor tamaño, 54 centímetros de lon gitud y 32 centlmetros de diámetro, la tenemos en el precioso ejem.
pIar que bien podemos calificar de tonel o depósito de algún Uquido,
reproducido en la lámina XVII, A. Es de cerámica tosca y gruesas
paredes, muy regular y con algunas particularidades curiosas; una
de ellas consiste en tener un pequeño agujero circular de 1,5 centí·
metros de diámetro en la parte opuesta y enfrente de la boca, que
mide 10,5 centímetros de diámetro; otra es la presencia de los dos mu·
ñones inclinados a que acabamos de referirnos y que no miden más
que 2 centímetros de longitud el llevar una pronunciada ranura cir·
(1) Un dibujo de una vasija hallada por el Padre Furgu5 en Orlhuela ( P. J.
FURGus). La edad prehis/órica en Orihuela. a péndice 111 a la Historia de Orihuela,
de A. CI SB ERT y B ALL ESTER OS. Orlhue la 1903. páglna5 703 y sl guient~). y que 61
califica de tonelllo. produce la Idea d~ un rec ipiente seme jante al que n05 ocu pa,
pero s in los casque tes terminales y con la boca desmesuradamente grande .
(2) Se publicar!t en el oportuno trabajo por el autor del hallazgo. en el próximo
número del ARCHIVO.
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1. BALLESTER TORMO· L. PERICOT
cular en los extremos del cuerpo cilíndrico y arranque de los casquetes laterales, ya hemos dicho nos hace pensar si sirvieron para las
cuerdas de suspensión de estas piezas, destinándose los aludidos muñones a evitar que aquéllas se desplazaran. En el tipo de anillas se ve
que la suspensión se afirm6 en elJas.
Las grandes ánforas abundan también; la más completa de las
reconstruidas hasta ahora (lámina XIX, 8), mide 48 centímetros de
altu ra, 14,5 centímetros de diámetro de la boca y 26 centlmetros de
diámetro máximo y tiene dos asas muy salientes; su forma coincide
con la de otras ánforas halJadas en distintas estaciones ibéricas y es en
realidad una forma corriente en Cartago, donde suele datarse como
del siglo IV. Este tipo de vasijas suele carecer de decoración o reducirse a 10 más sencillo.
En la fotografía que se reproduce aparece el ánfora colocada sobre
un soporte de cerámica de que han aparecido varios ejemplares con
dimensiones en los dos completos, que varfan desde 6 a 8 centimetros
de altura y de 21 centímetros a 23 de diámetro. Se encontraron semejantes en Almedinilla y Covalta.
Una forma curiosa y que no hemos visto descrita para otras estaciones, aunque seguramente no será exclusiva de La Bastida, es la
de gran vasija u olla con un orificio y un pico, en la parte baja de la
panza, para dar salida al líquido que contuviera. Por los fragmentos
recogidos serán en número considerable los vasos de esta especie
que podrán reconstruirse; hasta ahora son cuatro (tres de ellos reproducidos en la lámina XVII, D, E, F), con dimensiones que varían,
pues el más pequeño mide 29,2 centimetros de altura, 18 centímetros
de diámetro de la boca, 29,3 centímetros de diámetro máximo y
9,5 centímetros de diámetro del pie, viniendo a estar el extremo del
pico a 0,5 centímetros sobre el suelo; en cambIo, el de mayor tamaño
mide respectivamente 57, 30. 49, 12 Y 8 centímetros. Aquel tiene dos
asas verticales acanaladas y está decorado, 10 mIsmo que otro de los
cuatro ejemplares, con lineas onduladas y círculos O segmentos de
círculo concéntricos. El ejemplar mayor es notable no sólo por las
dimensiones y por la perfecta cocción que ha permitido una conservación excelente de los motivos decorativos y que la distingue de la
mayor[a de productos cerámicos hallados en La Bastida, sino por
un detalle curioso: la presencia de un asa sencilla colocada a través
del orificio de salida, en su parte interior; tan extraño dispositivo es
difícil saber a Que obedeció, acaso sirviera para sujetar por el interior
algo que se colocara aUí, por ejemplo, un paño que actuara de filtro.
Una de 13s cuatro vasijas reconstruídas que acabamos de enumerar, más baja y de más ancha boca Que sus compañeras, con:=.tituye
sencillamente una modificación de un tipo muy general y corriente
-206-
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L" B"STIDA DE l/LES ALCUSESt (MDCENTI!:)
en todas las estaciones Ibéricas, el de gran vasija de tendencia ovoidea,
de boca más o menos ancha y con pie o sin él. Naturalmente abundan
en número enorme los fragmentos de piezas de este tipo, aunque hasta ahora. y ante la repetición del mismo, se hayan reconstruído sólo
un corto número de ejemplares que por lo general son de gran tamaño; existe una varied3d alargada (lámina XX, G. ejemplar que mide
32,S centfmetros de diámetro de la boca, 54 centímetros de diámetro
máximo y 62.5 centímetro!; de altura) y otra baja y redondeada (lámina XV, O), un ejemplar con las dimensiones siguientes: diámetro de la
boca 45 centímetros, ¡dem máximo 50 centímetros, altura 35,S centfmetros (1). En el Museo figuran varias vasijas de tipo semejante pero
de menor tamaño. que pueden bien calificarse de ollas; una de ellas
(23 centimetros altura y 1ó centímetros de diámetro de la boca) se
rompió en la antiguedad y fué recompuesta entonces por medio de
lañas de plomo (lámina XIV, O); otras seis son más groseras y ya veremos cómo abundan los ejemplares de forma semejante en cerámica
tosca. Por lo general las grandes vasijas de esta forma suelen carecer de decoraclOn o bien se limita a fajas pintadas, empleándose
más raramente los cfrculos concéntricos u otros motivos.
Uno de los ejemplos más caracteristicos de la imitación por el
arte indígena de los modelos helénicos 10 tenemos en lada la zona de
cultura ibérica, en la forma de copa con largas asas, el Kilyx griego.
No son demasiado frecuentes las piezas de este tipo, habiendo nosotros
reconstruido uno tan sOlo (lámina XV, B); este ejemplar mide 5,5
centímetros de altura y 21,5 centimetros de máxima anchura de un
extremo a otro de asas; está decorado y no responde a la esbeltez de
los modelos helénicos, pero así y todo consti tuye una de las piezas
más elegantes dentro de la serie ibérica.
Otra bella muestra que da esta estaciOn de la copia de modelos C6rámicos griegos la tenemos en el ánfora de la lámina X Iv, G; algo incompleta en su parte inferior, con la elegante linea de su panza y cuello con abultamiento antes de llegar a la boca y sobre todo con sus
asas rectas desde el vientre al borde, formadas por dos cañas que
se doblan en vistosas volutas, constituye una de las piezas más
interesantes halladas hasta ahora en La Bastida. La cerámica no es
muy fina y la decoración (circulas, rombos. etc.) se halla muy deteriorada, presentando la superficie un color negruzco en casi toda la
vasija, efecto sin duda de la acción del fuego.
Las dimensiones de este notable recipiente son las siguientes: altu(1) Observemos la abundancia de este tipo precisamente en las estaciones ano
dalulas, como Galera, Castellar de Santfsteban. etc. En camt:\o la varIedad
alargada se da con mucha frecuencia en todo Levante. en Cataluña y Arag6n.
-207 -
•
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30
lo BALLESTER TORMO - L. PERICOT
ra, 29 centímetros; diámetro de la boca, 17,5 centímetros; diámetro
de la base, 11 centímetros; diámetro máximo, 20,5 centímetros; altura de las asas, 11,5 centímetros.
Algunos otros fragmentos de asas terminados con las mismas volutas se han encontrado en [as excavaciones, pero no es posible afIrmar pertenezcan a vasijas de la misma forma, aunque en algún caso
esto parezca probable. Abundan las volutas semejantes en la estación
de Covalta.
Entre la cerámica de otras estaciones ibéricas acaso pueda encontrarse un parecido con esta forma en una de Almedinilla (l). aunque
ésta parezca hallarse mucho más lejos del original helénico.
Seguramente debido a su pequeño tamaño se han conservado en
gran número, enteros, los menudos vasos que vamos a describir. Las
formas pequeñas son las siguientes: copa, plato, sostén o tapadera,
vaso campaniforme, vasija alta.
Muy curiosa es la forma de copa pequeña, que en algún caso podría
compararse con [a moderna huevera; los cinco ejemplares que conservamos completos y que en parte reproducimos (lámina XVIII, e y F),
muestran tres tipos distintos, variando también en cuanto a la clase de cerámica y al color, sin que ninguno de ellos esté decorado. El
mayor mide sólo 5 centímetros de altura y 4,2 centímetros el menor;
la anchura máx.ima varía desde 4,5 centímetros a 5,4 centímetros y
el diámetro del pie de 3 centímetros a 4,7 centímetros.
Las piezas de pie alto y fondo plano, de pequeño tamaño, abundan
también; tres de ellos están reproducidos en la lámina XVIii, e y F;
sus dimensiones varían desde 2,3 centímetros a 3,4 centímetros de altura, de 4 a 5 centímetros el diámetro del pie; de 6,8 a 7,8 centímetros
el diámetro del plato, cuya profundidad no llega a medio centímetro.
Carecen todos ellos de decoración. Podrían acaso suponerse tapaderas,
pero el hallazgo de una de estas piezas en suposición natural teniendo
encima una de las pequeñas vasijas que vamos a describir inmediatamente, nos confirma en la idea de que se trata de soportes. Este tipo
y el anterior aparecen también en Almedinilla.
Este último tipo de vasijas a que nos referíamos contiene numerosas
variantes y viene a ser la copia en tamaño reducido de las vasijas mayores que hemos denominado vasijas con el cuello en embudo. Seis
ejemplares casi completos o completos se han hallado y se reproducen
en la lámina XVIII, G; los dos mayores, de superficie color ceniza,
por la acción del fuego. presentan numerosas fajas pintadas, habiéndose transformado el color original hasta hacerse casI negro; sus
(1) P. Plt.R1S y A. ENGI!L, FOIi/l/es d rechDdu a Almtdinilfa (Revue Archea_
lagique, 1906, 11. página 49 y siguientes).
-208 -
•
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LA BASTIDA DE tLES ALCUSEst (MOCENTE)
31
dimensiones son: 7 y 7,5 centímetros. respectivamente, de altura; 3.5
y 5.2 centimetros de diámetro de la boca. 4 y 4,4 de diámetro del
pie. y 5.5 y 7 centímetros de diámetro máximo. Los dos tipos que
acabamos de describir encuentran sus paralelos en otras estaciones
ibéricas.
Un tipo abundantísimo en toda la cultura ibérica del este y sur
de España es el de pequeña vasija campaniforme. De perfil elegante,
caracterizada además por un pulimento o barniz de su superficie que
la acerca, los mismo que su forma. a tipos helenfsticos. lJega a constituir un grupo especial. bien marcado, dentro del conjunto cerámico
indígena. Los ejemplares de La Bastida (quince en el Museo, reproduciéndose siete de ellos en la lámina XVI 1I. D, E y F) no se distinguen precisamente por su finura. ya que por el contrario son más toscos
e incluso de formas menos elegantes que lo general, por lo que pueden considerarse como imitaciones no bien logradas. Son de color
negro (es muy raro aquí el color ocre que en este tipo se da con
frecuencia en otras comarcas) y su altura oscila entre 5 y 7 centimetros, el diámetro de su boca entre 7.5 y 9.5 centímetros yel del pie
entre 3 y 4 centímetros. El estudio comparativo de este tipo sería
muy interesante; su aparición en las estaciones ibéricas catalanas fué
pronto observada y alguna vez se aplicó a ella el calificativo de helenística (1); no nos atreveríamos a admitir tanto, pero si reconocemos
que forma un grupo aparte del resto de la cerámica indígena. En Levante tenemos la interesante cueva del Colmenar (Domeño), provincia de Valencia (2). en donde no aparece, hasta ahora, más cerámica
fina que la de este tipo y de la variedad más perfecta, de color negro
u ocre y en este último caso con lineas pintadas de rojo.
En las nuestras se observan variantes, y así el de la lámina
XV JI 1, F. ofrece una ancha boca, mientras otro es de forma más
clásica. con el cuello , casi c¡¡¡ndrico. abriéndose ligeramente y el re·
borde marcado de la panza.
En cierto modo como variante de este tipo puede considerarse
el de cazoleta de perfil más acusado y de tamaño menor aún. Seis ejemplares poseemos de la misma (lámina XVIII, D, F Y G); el menor no
mide más que 2,3 centímetros de altura, 4,7 de diámetro de la boca.
3.3 centímetros de diámetro del pie y 5,2 centímetros de diámetro
(1) Véase por ejemplo: P. BOSCH Gn.PER.... P"hist(Jl';a cata/alfa. Barcelona
1911, paginas 254 y siguientes. y los estudios de dicho autor sobre la cultura lb6rl·
ca catalana y del Bajo Aragón, publicados en el A Ifllar; d./'/ IfStitut ti' Estudis Ca·
talalfS. VI. 1915·19~.
(2) Explorada superficialmente por el Laboratorio de Arqueologla de la Uni.
versidad de 'falencia. que se propone realizar la excavación. El material. Inédito,
se guarda en la colección del Laboratorio.
-209 -
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32
1. BALLESTER TORMO - L. PERICOT
máximo. El ejemplar más alto no pasa de 4 centímetros y el más
ancho de 6. Carecen del barniz o pulimento del tipo anterior, así
como de toda decoraciÓn pintada, pero están cuidadosamente hechos. De estos dos últimos tipos aparecen algunos ejemplares en
Covalta.
El tipo de plato ibérico tan abundante siempre. ha aparecido también aquí con frecuencia. Entre los muchos que se han reconstruido,
aparte el gran número de ejemplares incompletos o de fragmentos,
reproducimos algunos de eJlos. Casi siempre se observa un parecido
con las formas helénicas. especialmente en los pequeños de boca reentrante (lámina XVIII, A, By Fl. comparables a los platitos helenísticos de que hemos hablado antes; éstos son los de dimensiones más
reducidas (en el menor de ellos el diámetro de la boca es de 7,5 centí~
metros y la altura de 2,3), siguiendo los abiertos (lámina XVIII, B;
dimensiones del menor: 3,5 centímetros de altura, 4 de diámetro del
pie y 12 centímetros de diámetro máximo); finalmente algunos
tienen la parte superior ligeramente oblicua, constituyendo verdaderos platos y llegando hasta medir 6,5 centímetros de altura y 18
centímetros de diámetro máximo y 7 centímetros de diámetro de pie.
Las dos últimas variantes suelen hallarse decoradas, y en los mayores
la decoración, muy elegante, es interior y exterior: de la misma puede dar idea la lámina XVI, e, D y E, donde se reproducen el exterior de tres de ellos completos o reconstruidos, cuyas dimensiones
son, respectivamente, las siguientes: 3,5, 4 Y 5 centfmetros de altu·
ra, 12, 18 Y 17 centímetros de diámetro máximo y 4,3, 5,5 Y 6 cen~
tímetros de diámetro del pie. No falta el tipo de gran plato cónico,
parecido a los campanianos y aún a tipos de cuenco de épocas ante~
riores (dimensiones: 7,5 centímetros de altura y 24,5 centfmetros de
diámetro). De la variante en forma de copa esférica con pie bajo no hemos encontrado hasta ahora en La Bastida más que un ejemplar
muy incompleto.
Otro tipo menos frecuente, muy original y elegante y que recuerda el psychler griego (1), 10 tenemos en dos ejemplares uno de ellos
reproducido en la lámina XVIII, D (tercera pieza desde la izquierda),
de pie y boca semejantes en diámetro (4 y 4,5 centímetros en uno y
6 Y 4,5 centímetros en otro, siendo las respectivas alturas de 7 y 6.5
centímetros) y de panza regular y muy abultada (10,5 y 10 centímetros respectivamente de diámetro máximo). En otras estaciones espa-
(1) O alguna forma hallstAttlca. Véase el ejemplar de Estiche (provincia de Hues.
ca), reproducido por P. BOSCH CIMPERA. Notls dI PTlhistoria Arago,lesa. Butlletl
de la !\SS. Cat. d'Antr, Etn. I Preh., volumen 1, 1923, página 57, figura 16.
-210-
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LA BASTIDA DE «LES ALCUSESt (MOCENTE)
33
ñolas lo hallamos también, por ejemplo en Cádiz (1), Castellar de
Santisteban, Galera, etc.
Variantes del mismo pueden considerarse dos vasijas (láminas XV,
H Y XVI, F), en que no se acusa menos el abultamiento de la panza
y la boca es más estrecha y está provista de un reborde; sus medidas
son las siguientes: altura, 6,2 y \O centímetros; diámetro máximo, 8
y 14,5 centímetros; diámetro del pie, 3,7 y 6 centímetros, y diámetro
de [a boca, 3,7 y 4 centimetros. Ambos ejemplares se hallan decorados; el menor, por haberse encontrado completo y la buena clase de
cerámica, es un bello ejemplar.
Entre la primera de estas dos formas y la que hemos denominado
campaniforme, se presenta un grado intermedio en el pequeño vaso
de la lámina XVIII, D (segundo ejemplar por la izquierda) que mide
6,5 cenUmetros de altura, 6 diámetro de la boca, 4 centímetros de
diámetro del pie y 7,5 de diámetro máximo, y en otro de la misma
forma y algo mayor; esta forma recuerda otras que abundan en los
poblados ibéricos aragoneses (2).
La decoraci6n.-Contrastando con la riqueza de formas, la decoración de los vasos de La Bastida es sumamente pobre. Se reduce a la
pintura de sencillos motivos en el color rojo vinoso característico,
sobre el fondo amarillento rosado del vaso, más o menos alterado
todo ello por la acción del fuego y del tiempo.
Los motivos son puramente geométricos, no habiendo aparecido
hasta ahora un solo motivo vegetal o animal, fenómeno realmente sorprendente si tenemos en cuenta que no lejos se hallan estaciones en
que estos motivos decorativos son bien abundantes y que no cabe
tampoco suponer muy alejados cronológicamente.
Los motivos que hasta ahora hemos podido observar son los siguientes: líneas o fajas pintadas paralelas, de anchura varia; círculos concéntricos, tangentes, secantes o cortados a su vez por el centro por líneas
rectas; semicírculos y segmentos de círculo concéntricos; series de
líneas onduladas paralelas, verticales o inclinadas; series de rombos
o de puntos. Como siempre, se sigue la agrupación en zonas de motivos distintos que se separan por fajas pintadas.
La ejecución de los motivos suele ser buena. En general se aplican
(1) Véase P!L¡\VO QUINURO, EXJ:allaciones en extramuros d, la ciudad d, C6dilo Memorias de la Junta Superior de Excs. y Ana., número 26, Madrid, 1920.
Umina IV.
(2) Cada vez parecen concretarse mejor los tipos derivado~ de los haJlstáttico$
que desde muy pronto se introducen en la Peninsula. Su aparición en Cataluña
y Aragón ha :¡ido especialmente estudiada por p. Bosch Gimpera en varios de
los trabajos citados en el presente articulo.
-211 -
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34
l . BALl.ESTER TORMO - L. PERICOT
a la parte central (panza) del vaso los motivos más complicados (circulas generalmente).
Los vasos que suelen aparecer decorados con mayor frecuencia o
más ricamente son los que hemos llamado urnas y los platos. Las grandes vasijas si se decoran es con fajas pintadas simplemente, aunque
alguna tiene magníficas decoraciones de motivos más complicados y
elegantemente combinados.
Por la decoración, la cerámica de La Bastida se relaciona más con
el grupo andaluz (1) que con la propia del sureste; de si esta dependencia está en relación con otros aspectos de la cultu ra que nos ofrece La
Bastida o de sí nos hallamos simplemente ante una diferencia cronol6gica respecto de las estaciones conocidas del sureste, trata remos al
final de nuestro estudio.
LA CERÁMI CA TOSCA .- AI lado de la cerámica fina que acabamos de estudiar, aparece en grandes cantidades la especie más
tosca, que también se fabrica a torno, pero que se distingue por el barro
mal preparado y que adquiere con la cocción un color negruzco, con
menor frecuencia rojizo y una superficie de apariencia porosa. Es de
notar también que en general su grosor es escaso, a pesar de lo cual
llegan los vasos de este tipo a tener notables dimensiones.
Todas estas circunstancias explican que se hayan conservado muy
mal las vasijas de esta especie y sus características poco acusadas dificultan grandemente la rebusca de los fragmentos pertenecientes al
mismo ejemplar, por lo que hasta ahora se han podido reconstruir
pocas, relativamente, de este tipo, y rarísimas entre las de mayores
dimensiones.
Salvo excepciones, la forma dominante dentro de esta especie es
la de oUa de vientre esférico u ovoideo con la base sensiblemente plana
y el cuello vuelto (véase lámina XX, A, B, e y D), de la que se exponen
en el Museo hasta doce ejemplares. El de mayor tamaño alcanza 34
centímetros de diámetro de la boca y 48 centímetros de altura.
Otras formas menos frecuentes son las de tapadera y plato (láminas XVII J, C-en el ceotro-y XX, E y F), de dimensiones varias.
De esta misma clase de cerámica es una especie de cantimplora (lámina XIV, E) de forma ligeramente ovalada y aplastada; la boca está
rota y mide 3 centímetros de diámetro, el ancho es de 13,5 centímetros
y el diámetro máximo de 17,5. También es de factura tosca, lo cual
se observa sobre todo en su superficie, una gran vasija ovalada de
62,S centfmetros de altura, 32,5 de diámetro de la boca y 54 de díá(1) Falta un estudio comparativo completo de la decoración de la ocramica
ibérica agrupada en regiones. V!ase los datos presentados por P. BOSCH G IM PERA,
en El problema de la cerámica iblr{ca, y en sus trabajos posteriores.
-212 -
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LA BASTiDA DE eLES ALCUSES» (MOCENTE)
3S
metro máximo (lámina XIX, A). Por último, Incluiremos aquf la par·
te superior de una vasija cuya forma sería parecida a una botella ac·
tual, con los ángulos vigorosos, que tiene cerca del borde dos pares
de pequeños agujeros.
Como es 16gico, estas vasijas de superficie tosca y basta factura
carecen de decoraci6n pintada y aún la de otra clase es rarísima, recor·
dando cuando existe, la decoraci6n de cerámica de épocas anteriores,
lograda gracias al relieve y la incisión. Así en una pequeña olla (lámina
XX, D) y en otros fragmentos, aparece debajo del cuello un cordón en
que las clásicas impresiones digitales se han sustituido por una pro·
funda incisión en zig-zag, de efecto parecido. En otra gran vasija ovoidea de gruesas paredes (lámina XX, H) el adorno del cuello consiste
en dos hileras muy juntas de fuertes incisiones, como acaso pudiera
encontrarse precedente en la cerámica hallstáttica catalana (1). En una
pequeña olla negruzca, alrededor del cuello, hay cinco triángulos de
grandes puntos.
Claro está que es difícil establecer una separación radical entre la
cerámica tosca y la fina, por lo que no es de extrañar que algunas de
las piezas que colocamos entre ésta última tengan caracteres de la
anterior como ocurre con la especie de tonel y el botijo incompleto
a que nos hemos referido anteriormente.
Es evidente que esta abundante cerámica tosca ocupa el lugar de
la cerámica a mano que aparece en otras estaciones ibéricas. A nuestro
modo de ver la fa lta de esta última en esta estación puede ser un indi·
cio más de la fecha avanzada de su desaparición, a cuyo momento cabe
atribuir los restos hasta ahora encontrados.
(1) AsI por ejemplo en las Incisiones profundas que decoran la cerámica de la
cueva de L1or!, explorada por M. Pallarés, que se publica en el Anuar; d, l' Id' E. C. ,
volumen VII, 1920·25, no apareCido aún.
-213 -
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