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ISSN 1989-508
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E. PLA BALLESTER
«Cóva de le~ Marav.elle~ »
(Gandla)
En la colección arqueo lógica, tan interesa nte como poco conocida, de mi deudo D. Isidro Balleater Tormo, figuran no pocos d:¡ tos de cstaciones en cuevas o en despoblados que, si son insufici ente base para un estudio completo de los yacimientos a que se refieren. tienen, si n embargo. interés no pequeño pa ra la fijación de
enterramientos o de núcleos de poblaciones primitiva s en las comarcas valencianas y albaceteñas orientales. De alguna de ellas cabría
csper:1r que sus dalos y materiales fueran completados po r trabajos
posteriores del Sr. Ballester; aunq ue desde 1927 en Que se fundara
el Servicio de lnvestigación Prehistórica de la Exma. Dipu.
taci6n Provincial de Valencia y se le e ncargara de su direcci6n,
le haya sido difícil atender a sus propios descubrimientos, absorhidas sus actividades por las exploraci ones y excavaciones del mencionado Centro,
De una de tales estacio nes, la cueva de v:Les Maravelles», ya totalmente expo liada y parte de cuyo materi al figura en l~ co lecci6 n
dicha, vamos aquí a ocuparnos, con la única finalidad de dar a conocer lo Que hoy resta de aquél y de lo Que, habiendo desaparecido,
queda memo ri a su ficiente para ser recordado,
La _Cava de les Maravelles» ábrese frente :1 la llanad a de Malchuquera, e n el sitio conocid o por Marchuquera Alta, mirando a
R6tova y al estrecho llamado .Coll de Llaut6», por donde se comunica el va J1 e del Albaida y la huerta de Gandía, a ,obre kil6metro
y medio de la «Cova-Negra:. de dicha comarca.
Según el co mpetentísimo y hoy casi olvidado ge61ogo P . Lean.
dro Calvo, de la s Escuelas Pías (1), (rálaSe de una muy grande
(1)
La mayor parte de las notas arqueol6glca.s que el P. calvo recogiera en
sus IIbreltl4. tueron tomadas. y son guardadas aUn, por e-l Sr. Ba.lIeat.er.
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E, PL4. 8.ALLESTER
cueva abierta en terreno cretáceo y reducida en su anchura por el
estilicidio que aprisionaba en la parte baja huesos de época cuaternaria. La parte superior del piso hallábase constituída por ancho
estrato de terreno suelto, compuesto de si rle y restos de todas épocas. El P. Calvo halló en este yacimiento una lámina de marfil plana
y de perfil ovoide algo irregular, con algunas rayas o signos Que le
hicieron pensar en un amuleto; varias agujas de hueso de sobre 8
centímetros de longitud y de 1 a 2 mm. de grueso, con el coso taladrado por yuxtaposición de dos perforaciones en sentido opuesto,
no siem pre coincidentes con CX3c lit ud; fragmentos de cerámica
hecha a mano, lisos tinos y otros con decoración incis3 y ca rdíal .
de los que existían muestras en el Colegio de los PP. Escolapios de
Gandía; otros fragmentos de época posterior y ahundanles restos
de lucernas y monedas romanas de fecha muy avanzada.
Esta eueva había sido ya visit:ld:l muchos años antes por el n:ltur:l!ista valenciano D . Juan Vilanova y Piera. que la describe así:
«especie de ~alón inmenso de estrecha abertura. de más grandes
proporcione!> en el interior y en cuyo fOrido encontré -dice-. en
los horizontes superiores baslante cerámica romana. junto con restos de m:lmíferos domésticos. y en otros depÓsitos su byacentes. entre otras COS:lS. una pequeña flecha de pedernal de una perfección
notable, la cual figura en el carlón de objelos españoles que regalé
en 1868 al Musco Arqueológico, junto con Olr:lS de procedencia extranjera. (1).
Poco nos decía la descripci6n que el Sr. Vilanova hiciera de la
punta de flecha~ pues ni su calificación de «pequeña flech:l de
pedernal de una perfección notahle» que US:lra unas veces, ni la de
~bonita flecha de peder nal"O Que e mpleara p:lr:l describirla en ~u
flGeología y Protohistoria Ibérica» nos daban ¡den de cómo pudiera
ser. No obstante el Sr. B:lllester supuso Que era una pieza Neo(1) (Origen, naturaleza¡ y antigüedad del hombret, pág. 364. Madrid, 1872.
Ver también del mismo: (Memoria geognósUco-agrfcola y protohlstór1:::a de Valencia», pág. 483. Madrid, 1893. Idem y Rada y Delgado: eGoologlo. v Protohistor'l'
Ibérico.s», t. I de la cHlstoria de Espat'l.a», de CAnovaa. pág. 452. ESlA cueva fué
dado. a conocer en el COn¡rreso Internacional de Prehistoria que se CI'"lebró en
Copenhague en 1869, siendo por tanto una de las primeras f'slaclones cuya
Importancia trascendiera de nuestras fronteras.. Ver Vllanova y TUblno: cViak
científico a Dtnamarea y Suecia con moUvo del Congreso Tntemaclone1.. .•, página 58. Madrid. 18'11.
En el Museo Antropol6g\co Nacional, entre el material que regalara. D. Juan
Vllanova y Plern., se encuentran varios objetos Inventariados con el núm. 455,
bajo la denominación de (útiles toscos». Debemos esta nota o. nuestrc. campanero del S. l. P., D. DominI!:O F1etcher Val1s. por la que le quedamOD obligados.
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eneolítica (1), quiz:í con aletas y pedúnculo. Interesándonos completa. con este detalle el material provinente de la cueva que
estudiamos, hemos gestionado y obtenido el perfil de la pieza de
referencia, que publicamos en la fig. 1, núm . 11. Trátase de ulla
pequeña punta de flecha de sílex de lona claro y perfil triangular
'Iproximadamente equilátero, en cuya base, mediante dos muescas
pronunciadas, se destaca el pedúnculo y las aletas redondeadas (2).
Años después, en Agosto de 1867, hizo un reconocimiento en la
cueva, el sabio naturalista, también valenciano D. Eduardo Bosc:í
y Casanovcs, quien halló en ella los huesos cuaternarios a Que
se refcrÍ:J el P. Calvo, y varios sílex Que parecen confirmar la
exislenci:l de un nivel paleolítico. Refiriéndose años después el
Sr. Bosd a esta cueva decía: «de las exploraciones realizadas por
el Sr. Espinós, farmacéutico de Gandía, por 1871 a 1878, resultaron
armas talladas de sílex de simetría y belleza n3d:! común ... pudiéndose estudiar en dich1 cueva la superposición de cerámica romana
sobre los fragmenlos de barro cocido a la hoguera y de hachas
paleolíticas» (3). LlI colección del Sr. l30scá ha sido conservada por
su hijo D. Antimo, catedrático jubilado, Que amablemente la h:l
puesto a nuestra disposición, aunquc por dcsgracia sólo conservara
en ella tres piezas de sílex melado de la cueva Que estamos estudiando. Estas son: un:l gran hoja apuntada, con buenos retoques
en ambos bordes, base deprimida, y que posiblemente fué usada
como cuchillo; una raedera sobre lasca alargada, de borde curvo
intens:lmente retocado; y una bsca-raspador de fornu ;rregular.
con ligeros retoques en su filo. (Véase fig. 1. núms. 1. 2 y 3.) (4).
En la primavera de 19J3 fuévisitada la cueva de Que tratamos por
el Abate Breuil, encontrándose con Que el estrato había desaparecido en gran parte para su explotación como ;¡bono, :lunquc aun
pudo observar que el Neolítico estal:ia ampliamente representado
en. ella, y que a la izquierda, en un rincón, bajo una faja neolítica
inlacta, habí:m hogares sin cedm.ica y con sílex de aspecto paleolí(1) l. Balleswr Tormo: «Unas cerámicas Interesantes en el Valle de Albaldu. Tirada aparte de .Cultura Valenclanu, rase. ID y IV de 1928, pág. 12.
(2) La pieza de rererencia figura en el Museo Arqueol6g:lco ~a.clonal en t:l
cuadro núm. 3, donación de D. Juan VUanova. 405 (61). Debemos y agradecemos a la amabIlIdad del Sr. Fernandt'Z de Avilés el envio del dibujo que publicamos.
(31 INotas hlst6rlco-natural. s a propósito de la localidad l' provincia ti,·
e
Valencia., discurso de apertura del afio académico de 1901-02. pág. 28. Ver
también del mismo: IUn paradero de la época paleolitlca en Oliva : ;ra1encla1_,
en Boletin de la Soc. Esp. de Hlst. Natural. t. XVI. pAgo 81. Madnd, 1916.
(4) Vaya nqul nuestro agradecimiento a D. Antlmo Boscá y Seytre. a quien
tantos favores debe nuestro servicio y la cultura valenciana en general.
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Il. PLA 8ALLESTSR
"
Pitwl l .·
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·COVA O'E LI!S MARAVELLf..S. (CA.!'lOIA)
tico superior, con huesos de ciervo, cabra montés Y. sobre todo,
co nejo, Que consider6 paleolíticos (1)
y un año después, visitáronla de nuevo el P. Leandro Calvo y
el Sr. Ballester, acompañados de D .losé L1uch, en una exp loración de todas las cucva~ situ:Jdas en la comarca de MarchuQuera,
quienes se enteraron de que incitada la codicia de los dueños de
13 de cMaravellesll por la profund3 capa de estiérco l, huesos y otros
reSIOs ndecuad06 para su utilizaci6n como abono, acababan de vaciarla. habiendo transportado su conten ido al término de Almoines, donde vivía su entonces propietario D. Francisco García. para
abonar unos huertos de naranjos; :l cuyo poder Ileg6, por lan cienlífico procedimiento. una buena porción de materia l arqueol6gico,
no digamos en (Iué condiciones. Aun pudieron los visitantes. a peS:l r de ello, recoger a la entnlda de la cueva un buen fragmento de
cerámica cardial. Días después hacían una visita al Sr García,
quien les puso de manifiesto lo Que conservaba del material llegado
a sus manos, del que tom6 nota el Sr. Ballester, y que ('s el que
luego describiremos, exiSTente hoy en su colecci6n, más algunos
\)bjctos desaparecidos. de los que también se hablad (2).
Poco después caían todos los materiales en manos de chamarileros. dc las Que pudo libra rl os el Sr. Ballester e ingresa rl os en su
colecci6n, como hemos dicho. pero habiendo desaparec:do los alu didos objetos de interés que especificaremos luego. Los pertenecientes a la dicha colección so n los que siguen:
De sílex: Un pequeño raspador de color gris, plano. sobre hoja
(fig. 1, núm . 6); tln a modo de raspador de filo có ncavo, sobre lasca
de sílex roj izo (fig. 1, núm. 5), y una basta Id mina de pedern:1i melado. especie de tosco cuchillo sin retoques (fig. 1, núm. 4).
De roncha: Dos fragmentos de pectúnculo, uno con el natis
agujereado por fr-otaci6n y el otro ennegrecido por haber sido afectado por el fuego.
De hueso: Diversos dientes de cérvidos y cápridos. Y fragmento
de algo como diente de jahalí o trozo de brazalete.
/Je piedra: Dos pequeños afiladores, uno de grano más grueso
y concav idad por un lado, tal vez producida por desgaste, y otro
m.ís pequeño y de grano fino; los dos alargados y de forma aproximadamente elipsoida l (I¡ím IH. fig. 3).
BreuU: IlRapports... ». en «L'Anthropologle». tomo :xxv, (1914), pag.251
1. Ballesler Tormo: cOnas cerámicas tnteresant.es...•, pégs. I Y 12
Y en d.4l covacha sepulcral de CamI Real (Albaida).. en cArch. de Pr~
historia Levantina. l. 1928•• pág. 61.
(1)
(2)
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E. PLA &ALLESl'l3~
De cerómica primitit,o: Un minúsculo cuenco de cerámica
hecha:l mano. oscura }' con restos de pulido (I:ím. 1, fig. 3. izquier.
da); un fragmento de cerámica cardíal, también oscura y bien pulid:l,
cuya decoración consiste en una zona resaltada de sobre un centí.
metro de ancho y ornarla con repetidas y espesas impresiones obt;·
CU:IS conseguidas con el borde de una concha de cardium. sobre cUy:1
cinta se desarrollaría una orn;¡mentación de esta clase, indeterminable por la rotura, pero de la que hay restos, y en la parte infericr
IlcVll adosadas un:l serie de hucll:13 producid:ls con el naris de b
misma wncha. ·y paralcl;lmentc a aquélla otra serie de impresiones
más pequeñas conseguidas de igual modo (I;Ím. J. fig. l. arri·
ba) (1); otro fragmento t,lmbién cardial y de barro oscuro pulido.
que lleva como ol;'coración una zona de impresiones car.li:dcs horizontales. de las que penden :1 modo de apretados colg;;ntes otras
series de impresiones oblicuas terminadas con las de menudo natis
de esta clase de concha (lámina citada, fig. 1, debajo); y algún olro
fr .. gmenlo de ceriimica a mano, que no acusan forma ni decora
ción.
De cerámico hecho a tor1l0: Buena cantidad de fragmentos; un
ejemplar de vaso caliciforme de pequeño tamaño, barro rojo y
sobre 4 centímetros y medio de altura (Iám. J. fig. 4. centro); la
mitad inferior de otro del mismo tipo, dc cedmica cenicient~ (lámina dicha. tig. 3, ccntro): tres menudas cazoletas de forma semejante :1 algún cjemplar covaltino. que vienen a tencr ur1 par de
centímetros dc altura y sobre cuatro y medio a cinco y medio de
diámetro (I,ímina dtada. ng. 3. derecha. y fig. 4. izquierda y derecha); y parte de borde de una pequeña anforita.
De cedmica. también, son dos menudas tabletas, aproximadamente rect:lngulares-, de ¡:lS que una tiene el extremo dentado y lleva
incis:l una decoración en espin:l; y 11mbas rematan por el extremo
opuesto en sentido ligeramente cóncavo, lo que hace pensar si fueron asideros O mangos de un útil, de perfil curvo, en su mayor
parte desaparecido (lám. 1I. fig. S). Dos toscas representaciones .Je
piernas humanas, una que alcanza del pie :l la rodilla y otra más
corta. posibles restos de figuras que desempeñarían una funcí1n
funeraria, como (,tros restos semejantes que se hallan entre el matcri;d de la necrópolis de la Gasa del Monte en la colección Ballestedl:ím.
fig. 2). Buena parte de una figurn humana sin cabeza.
brazos ni piernas. o sea algo m:ís del torso de una estatuílla, al pareccr de varón. y de cuyo buen modelado quedan . manifiestos rcs-
n.
(1)
I. Ballester Tormo: lUnas cen\rnlca8 intercsRntee... :t, pág. 13, Dg. 9.
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.OOVA DE llES
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las. que pudo haber desempeñado papel semejante al de las figuras
que pertenecieron los restos antecitados (I:ím. n, tig. 3). Merecen
cspccial mención los dos siguientes objetos: en el extremo superior de dos como cilindros de cerámica, uno c:lsi macizo y otro
:lll1pli:lIl1ente hueco, y sobrc ligeros cxtrangulamientos, tiguran
toscamente modclad:ls dos cabezas humanas. una con la boca constiluíd:l por un:l ligera hendidura y los ojos por un pa! de depresiones, y la otra con la nariz producida como por débil pellizco
que ocasiona unas poco profundas depresiones laterales con puntos por ojos y boca sumaria sobre mentón iniciado y las orejas reprcsentadas por dos cresteótas elementales (Iám. n, fig . 1).
De cC"lmica r01l/l/IIQ: Varias lucernas. una limit:lda al recipiente, sin tapa, que h:lce pensar. por su tosquedad, en una desgraci:IJ:1
imitación indígena (Iám. nI, fig. 2, núm. 5), y cinco ejemplares bastante completos: una de cerámica roja, con el recipiente circul:u,
asa en forma de anillo y mechero corto, plano, redondeado y con
línea en su arranque, llevando en el disco y en relieve dos hojas de
al parecer acanto, de las cuales un3 es incompleta por ~otura. y el
disco, con un solo agujero central.¡ está circumcrito por una zona
de ovas (lám. dicha. fig. 2, núm. 2 y fig. 1, núm. 2); arra ejemplar
de harro amarillento, de igual forma que la anterior, sin decor:lción
alguna, Que ,iene un pCQueño orificio cerca del mechero, Que pro·
hablemente sen'iría para estirar la mecha (lám. Ill, tig 2, núm. 4);
otra lucerna, también de barro amarillento y del mismo tipo que
his precedentes, que posiblemente tendría dos agujeros en el disco,
que parece así indicarlo. el cual está circunscrito por un cordón
en relieve (I:ím. c:tad:l, fig. 2, núm. 6); otra, muy pequeñ3. de lIterr:l sigillafa», de igual forma que las anteriores, sin decoración. a
la que faltaba el as:'! que ha sido reconstruída. y Que lleva en la
base un:! marca eJe alfarero (Iám. dicha, fig. 2. núm. 1); y otra lucero;l, de ceflÍmk:a amarilla. con la tapa del recipiente convexa qlJe
deja reducido el ¡'entro del disco a una especie de embudo terminado en un agujero, su mechero es corto y redondo, fallándole el
asa que ha sido Teconstruída, y lleva como decoración unOi radios
en el disco, circunscritos por amplia zona de pequeños gránulos
(l:ím. 111. fig. 1, núm. 1 y fig. 2, núm 3). Adem:ís de estas lucern:ls
completas, se conserva la parte superior de otra. de barro rojo. y
al parecer del mismo tipo Que las anteriores. que lleva en el disco,
como ornato, J:¡ parte superior de una figura femenina con la cabeza radiada. posible representación de la diosa Minerva. y rodeando el conjunto. una zona rayada; tiene dos aiujeros Y se encuentra en mal eslado de consen'ación.
:1
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E. PLA BALLEST~
MOlledas: Entre el malcrial llegado tI la colección Balleste" hay
también una buena serie de monedas romanas muy mal canservad:ls. Son 34, de las que sólo han podido ser clasificadas 23, que
se agrupan del siguiente modo: una de Cartagcna, con los bustos
de Tiberio y Calígula en cada una de sus caras; cuatro de
Claudia 1; una de Vespasiano con Vesta; tres de Domiciano que no
se pueden leer; una posiblemente de Trajano; tres de Adriano. ulla
con la Esperanza en el reverso, la otra con Palas lanzando el rayo
y la tercera ilegible; otra, también posiblemente de Adriano; una
de Marco Aurclio segura y otra dudes3; tres de Septimio Severo
con la Victoria andando, y otr:1 del mismo con Marte; una de
ClolUdio el Gótico con la Fe militar; otra de Aureliano con la Concordia militar en el reverso, y una de Ma.ximiliano Hércules (1).
El material visto por:- el P. Leandro Calvo y O. Isidro BalJester
en la visita que hicieran al dueño de la cueva y Que posteriormente
ha desaparecido, material que inventariara y crOQuizara el Sr. BallClltcr en sus notas, es el Que sigue: Un bello vasito de barro oscu10 y pulido, en forma de tonelete, con la boca aproximadamente
cilíndrica, en la parte alta, y cuatro menudas asas, pareadas a cad:¡
bdo de aquélla, pieza que medía sobrQ unos 12 Cnl. de diámetro
máximo y que estaba decorada con líneas punteadas, sin Que pudiera precisarse luego si eran o no de origen card íal ; un cuchillo de
pedernal de buena labra y de sobre 15 cm. de largo, y varias lucern:ls romanas. entre ellas una decorada con dos figuras en escena
lúbrica.
En el verano de 1932, .llgunos elementos del S. 1. P. realizaron
una visita a varias de las cuevas de la coma rca de Gandía, ent re ellas
a la que nos referimos. en la que encontraron en algunos montones
de tierra que había en la parte exterior de la en trada, y en un rincón de su interior, en el que aún quedaba estrato. los siguientes objetos Que se guardan en el Museo de Prehistoria del Servicio:
De síle:c: Un magnífico raspador plano, de pedernal melado,
sobre hoja y con buenos retoques en los bordes late rales (fig. 1. núm.ero 7); una hoja, con escasos retoques en la base (fig. citada,
núm. 8); un fragmento de cuchillo de pedernal grueso y de magnífica labra. rctocado en :Imbos filos (fig. dicha, núm . 10); una
sierrecilla, prob:lble elemento de hoz. con el borde trabajado ligeramente (fig. J. núm. 9), y algunas o tras lascas sin labrar.
(1) Debemos esta clasificación a D. plo Beltrén ViIlagrasa, a quien en estal
linea.a le enviamos nuestro agradecimiento.
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.mVA DE LES ,\\AIRNVF,.LLES. (GANDIA)
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Restos de Qnimales: Huesos de dípridos y cérvidos; una mandíbula de conejo y :lIgunas conchas de pCctCIl )' de cardium.
De cerámica: Alflu nos fragmentos de cer:ímica oscura, hecha a
mano y sin decor:u, entre los que es diflno de mencionarse un borde
de cuenco de mediano tamaño con asa horizontal sobre aquél, parecida a algunas de 1:1 Cov~ de 1:1 Sars:I; un fragmento de cerámica
rojiza cardíal, a mano, y con decoración formada por dos series de
impresiones en forma de espina consefluid:ls con el borde de un cardium y otra zona inferior co n series de huellas verticales logradas
de igual forma (::ím. 1, lig. 2, arriba); otro fragmento cardial tic
cerámica gr is:1cc1J-amari ll enta decorada con amp li a faja compueHa
de impresiones horizontales y Iigeramentc onduladas, producidas
al pareccr mediante el arrastre del borde de la concha y delimitad:1
tanto en la p;lrte superior como en la inferior por otras impresiones trazadas perpendicularmente a la zona dicha (Iám J, lig. 2,
inferior); otro pequeño fragmento, de igual tipo que los dos anIcriores .. con decoración de líneas incisas pamlelas y muy junlal>;
y un fragmento inmediato a l arranque de una 3sa, con restos de
ornamentación de cordones, con impresiones aproximadamente
circulares (lám. JI, lig. 4).
También de cenímica hecha a torno hay un buen número de
fra.E:mentos, entre los QUC citaremos uno de borde, al parecer de
lIna pequeña cop:) dt, pie baj o, con franjas horizontales color siena
oscuro como decoración. Además, exfr;¡ordinario número de diminutos fragmentos de lucernas romanas, asas especialmente (1) •
•••
Expuesto ya e l ll1:lI crial Que se conserva de esta cueva, y dada
noticia del que habiendo desaparecido se rccuerda, vamos a intentar su clasificación, tare:1 no fácil debido a que se desconocen las
circunstancias y c\etalJes en que aparecieron los diversos objetos.
Tanto del mate rial que poseemos como de las diversas noticias
que los visitantes de la cueva nos han dejado, podemos considerar,
con toda clase de reservas, que son tres 108 niveles principa les : uno
Paleolítico superior. otro Neo-eneolítico y un tercero Ibero-romano.
Nos apoyamos, para afirmar la existencia del nivel Paleolítico.
(1) «La labor del S. l . P. Y su Museo ... ». 1932, pág. 2.-L. Perlcct: «La Cueva
del Parpalló (Gandlahl. pág. 276. Madrid, 1942.-.1. San-Valero: «Notas )mm
el estudIo de la cerámica cardlal de la cueva de la Sarsa (Valencia)>>, en «Actas
y Memorias de la. 600 Esp. de Antr., EtnQg. y Prehist.• , lomo XVIT, 1-4. pagina
102. Madrid, 1942.
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E. Pl.A 8Al.l.ESTéR
10
en el testimonio ya citlldo de Breuil (1). que dice observar «bajo una
bja neolítica inlacta, hogares sin ccrámic:1 y con sílex de aspecto
p;,lcolílico superior»; como también parece ratificar ta les afirmaciones 1:1 existencia de huesos de conejo. que considera característicos de esta época. Con amcrioridad JI Breuil ya el P. Calvo
hahía observado cómo el estilicidio había aprisionado en la parte
haja huesos de época cuaternaria. Respecto al malerial. aunque
no poscemos ninguna pieza que por sí nos indique una cultura
propia del Pale3lítico superior, parecen sugerirlo algunos útiles, si no por su tipo, sí por su técnica. De esta forma, las tres- piezas que perlcnecieron a la colección BOSClí (fig. 1. núnll!. ] al 3). el
pequeño raspador de sílex rojizo y de técnica capsiense perteneciente al Sr. B:lllester (fig.l, núm. S), y ~I raspador plano sobre hoja
de liílex melado. con helios retoques. que se conserva en e l Musco
del S. 1. P. (fig. 1, núm 7), parecen más bien piezas paleolíticas que
de airo período más moderno. A estos objetos podríamos añadir
quizá los «útiles toscos» de pedernal, Que bajo el número 455 se
conservan en el Museo Antropológico Nacional. pertenecientes :1
una serie que regalara el Sr Vil:1nova y Piera, aunque por no
haberlos visto, nada pod:lmos afirmar en concreto.
La cultura Neo-eneolítica est:' mejor representada Que la anterior, y algunas de las pic7.as que se conservan son bien características. Así tenemos, en primer lug:;tr, los fragmentos de cerámica cardial con rica decoración (1:101. 1, figs. 1 y 2), semejantes a los bien
conocidos de la Sarsa; el pequeño cuenco de cerámica oscura hecha
a mano (lám. 1, fig. 3. núm. 1); el fragmento de cerámica, t-ambién
hech:1 :1 mano, con decoración en cordón (J:ím. 11, fig 4), yalgun:1
de las piezas de sílex, como el pequeño raspador de pedernal gris
de la colección Ballester (fig. 1, núm . 6), el fragmento de cuchillo
de sílex (fig. 1, núm. 10), y la sicrrecita parte de una hoz (fig. 1.
núm. 9). También de esta cultu.ra es la punta de flecha (fig. 1, número 11) con aletas y pedúnculo, Que se conserva en el Museo Arqueológico, y Que regalllra D. Juan Vilanova y riera en 1
868. Podemos incluir como de este período. con todas las reservas, los siguientes objetos desaparecidos: la I:ímina de marfil que viera el
P. C:llvo, que la suponemos neolítica y no postcrior, por ser, según descripción de aquél, pieza tosca e irregular; y también, posiblemente, las varias agujas de hueso.
Lo Que sí se puedc asegurar como perteneciente a este pedodo
es el pequeño tonelelc de cerámica hecho a mano, con cuatro asas
(1)
Breuil: «Ibid».
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.COVA
D~
~'I\~AVELLES.
LES
¡CA NOIA¡
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y decoración incisa o cardia l (no sc conserva este dato), que viera
el Sr. B:dlcsler entré los objetos recién extraídos de la cueva cuando fué totalmente vaci;ld:1 en 1914, que se hallaba e n poder del
dueño de 1;1 misma, y hoy desgrad:ldamentc desaparecido. Se trata.
como hemos dicho. de un pequeño vaso de barro oscuro pulido.
en forma de tone!ete, con cuatro menudas asas pareadas a los lad os
de 1 bOC;1 cilíndr:ca situada en hl parle alta : En las not:18 tomadas
:1
consta que tení:1 unos 12 centímetros de diámetro m.íximo. y que
estaba decorlldo con líneas punteadas, sin poderse especifica r si
éstas eran o no de ,ipo cardia !' También, y siguiendo I:IS notas a
que nos hemos referido, pertenece a este mi smo período el igu~l
mente perdido cuchillo de pedernal dI! buena labra y de sobre unos
15 cm. de longitud.
y por último, del nivel superior de la cueva, que suponemos
Ibero-romano muy avanzado. tenemos también una buena serie de
objetos, algunos de ellos de mucho interés. De este nivel son los
vasitos ~alici(ormes y las pCQueñas cazoletas de la colección BaIlester (I.ím. 1, ligs . 3 y 4, núms. 2-6), los restos de estatuíllas y los
dos ídolos cerám[('os de J:¡ misma (Iám Tf, figs. 1 a 3). 13s lucernas
y las monedas romanas,
Poco debemos decir de los vasitos caliciformes: se encuentran
en todos los despoblados ibéricos desde épocas relra&:tdlls ha~ta
bien entrada ya nuestra Era. Algo parecido ocurre con las cazoletas: las nemas vislO muy semejantes en Cava Ita y en La Bastid:1.
Sin' embargo, las dos tabletas casi rectangulares, de cer:í mica (lámina Ir, fig, 5), ~' que dijimo~ hacían pensar en asideros o mangf)S
d(: útiles desaparecidos, no los conocemos e n ni nguna otra esta~
ciÓn. También ~on propios de muchas estaciones de este período
(entre ell as Cas;¡ del Monte), los fragmentos de miembros humanos, como los de piern;¡s, 'Iparecidos en esta cueva. Mucho más
interesante es el IOrso, de varón al pllrecer. bien model:ldo y que
no parece obra indígena; más imperfecto Que el que tralamos.
pero relacionados .¡rubos, sin duda, es e l tronco de ído lo femenino
de barro rojo aparecido en Torres-Torres (1) Plantean un problem:l interesante los dos a modo de idolitlos de cerámica, hechos a
torno, terminados por toscas cabezas humanas de técnica muy rudimentaria, Que recuerdan las conocidas figuras ibicit;¡nas, de supuesta procedencia oriental. de las Que se separan éstas por su .ISpecto cilíndrico irenle al más o menos acampanado de aquéllas,
(1 )
Almarchc: «La antigua civilización Ibérica en el Reino de Valencia.
pág. 130.
-
201-
[page-n-202]
12
E. Pl.A SAlLESTER
Se encuentra a primera vista cierta semejanza entre estas figuras y
algunas tic las aparecidas en el Egeo durante el Neolítico (1) . Las
lucernas, excepto la tosca. Que hemos dicho debe ser una mala
imitación indígena de las bellas) piezas importarlas, pertenecen al
segundo.) lipo de (:volución de aquéllas en Roma, que han sido ¡¡i·
luadas en la última mitad del siglo JI de C. y principios del siglo In
Ya los tres prim~ros siglos de nuestra Era pertenecen en su mayor
parte las monedas conocidas Que fucron encontrarlas en esta cueva.
Junto con estos objc,H08. m:ís o menos fácilmente clasificables,
nos encontram,os con 0lr08, de clasificaci6n difícil: así tenemos
una serie de lascas y ],íminas de sílex, sin retoques, de época incierta, y los dos :l.fil .. dorcs ([;ím. 111, tig. 3), que tanto pueden ser
del Neolítico como de un nivel ibérico avanzado.
•••
La (YCova de les Maravelles:o debió ser, como se desprende de
lo expuesto h:18t3 aquí, ocupada en casi todas las épocas, dc~de el
Paleolítico superior hasta bien entrada ya la Era Cristiana. Fué residencia del hombre paleolítico y del neolítico y debió ser enterr:l.miento del ibero romano. De este último casi con certeza , pues si
no fuera Ilsí mal se explicaría la existcnci .. de exvoros (torso, piernas, cte.) y l:l exll aordinari:l abundancia dc monedas y lUl'crnas.
Ha sido un,l "t'rdadcra desgracia, para la Prehistoria valencian .. ,
el que J:¡ codicia ele los propietarios de esta cueva les indujera a vaciar su estrato, privándonos del estudio sistemático de una de las
estaciones más interesantcs del Levante cspañol.
•
(1) 1.. Pranz: cMittelgrlechlsche SteinzelUdole. en 1 P . E K .. 19:11_1113.1
pág. 39. lAm. 10,
4
neo
- 202-
[page-n-203]
E. PLI\
BALLE S TER-~ Cova
de les
Maravelle s~.
LÁMINA t.
2
1
3
4
(1'0106 Adell)
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E. PLA BALLESTER- tCova de les Maravellest.
2
LÁMINA 11.
3
•
5
{falOS AjeU.)
[page-n-205]
,
E. PLA BALlESTER (o va de les Mara velles•.
LÁM INA 111.
~ .~~
2
~~~
.
.
3
(f oto¡ Adcll.)
[page-n-206]
ISSN 1989-508
1
E. PLA BALLESTER
«Cóva de le~ Marav.elle~ »
(Gandla)
En la colección arqueo lógica, tan interesa nte como poco conocida, de mi deudo D. Isidro Balleater Tormo, figuran no pocos d:¡ tos de cstaciones en cuevas o en despoblados que, si son insufici ente base para un estudio completo de los yacimientos a que se refieren. tienen, si n embargo. interés no pequeño pa ra la fijación de
enterramientos o de núcleos de poblaciones primitiva s en las comarcas valencianas y albaceteñas orientales. De alguna de ellas cabría
csper:1r que sus dalos y materiales fueran completados po r trabajos
posteriores del Sr. Ballester; aunq ue desde 1927 en Que se fundara
el Servicio de lnvestigación Prehistórica de la Exma. Dipu.
taci6n Provincial de Valencia y se le e ncargara de su direcci6n,
le haya sido difícil atender a sus propios descubrimientos, absorhidas sus actividades por las exploraci ones y excavaciones del mencionado Centro,
De una de tales estacio nes, la cueva de v:Les Maravelles», ya totalmente expo liada y parte de cuyo materi al figura en l~ co lecci6 n
dicha, vamos aquí a ocuparnos, con la única finalidad de dar a conocer lo Que hoy resta de aquél y de lo Que, habiendo desaparecido,
queda memo ri a su ficiente para ser recordado,
La _Cava de les Maravelles» ábrese frente :1 la llanad a de Malchuquera, e n el sitio conocid o por Marchuquera Alta, mirando a
R6tova y al estrecho llamado .Coll de Llaut6», por donde se comunica el va J1 e del Albaida y la huerta de Gandía, a ,obre kil6metro
y medio de la «Cova-Negra:. de dicha comarca.
Según el co mpetentísimo y hoy casi olvidado ge61ogo P . Lean.
dro Calvo, de la s Escuelas Pías (1), (rálaSe de una muy grande
(1)
La mayor parte de las notas arqueol6glca.s que el P. calvo recogiera en
sus IIbreltl4. tueron tomadas. y son guardadas aUn, por e-l Sr. Ba.lIeat.er.
-191 -
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•
2
E, PL4. 8.ALLESTER
cueva abierta en terreno cretáceo y reducida en su anchura por el
estilicidio que aprisionaba en la parte baja huesos de época cuaternaria. La parte superior del piso hallábase constituída por ancho
estrato de terreno suelto, compuesto de si rle y restos de todas épocas. El P. Calvo halló en este yacimiento una lámina de marfil plana
y de perfil ovoide algo irregular, con algunas rayas o signos Que le
hicieron pensar en un amuleto; varias agujas de hueso de sobre 8
centímetros de longitud y de 1 a 2 mm. de grueso, con el coso taladrado por yuxtaposición de dos perforaciones en sentido opuesto,
no siem pre coincidentes con CX3c lit ud; fragmentos de cerámica
hecha a mano, lisos tinos y otros con decoración incis3 y ca rdíal .
de los que existían muestras en el Colegio de los PP. Escolapios de
Gandía; otros fragmentos de época posterior y ahundanles restos
de lucernas y monedas romanas de fecha muy avanzada.
Esta eueva había sido ya visit:ld:l muchos años antes por el n:ltur:l!ista valenciano D . Juan Vilanova y Piera. que la describe así:
«especie de ~alón inmenso de estrecha abertura. de más grandes
proporcione!> en el interior y en cuyo fOrido encontré -dice-. en
los horizontes superiores baslante cerámica romana. junto con restos de m:lmíferos domésticos. y en otros depÓsitos su byacentes. entre otras COS:lS. una pequeña flecha de pedernal de una perfección
notable, la cual figura en el carlón de objelos españoles que regalé
en 1868 al Musco Arqueológico, junto con Olr:lS de procedencia extranjera. (1).
Poco nos decía la descripci6n que el Sr. Vilanova hiciera de la
punta de flecha~ pues ni su calificación de «pequeña flech:l de
pedernal de una perfección notahle» que US:lra unas veces, ni la de
~bonita flecha de peder nal"O Que e mpleara p:lr:l describirla en ~u
flGeología y Protohistoria Ibérica» nos daban ¡den de cómo pudiera
ser. No obstante el Sr. B:lllester supuso Que era una pieza Neo(1) (Origen, naturaleza¡ y antigüedad del hombret, pág. 364. Madrid, 1872.
Ver también del mismo: (Memoria geognósUco-agrfcola y protohlstór1:::a de Valencia», pág. 483. Madrid, 1893. Idem y Rada y Delgado: eGoologlo. v Protohistor'l'
Ibérico.s», t. I de la cHlstoria de Espat'l.a», de CAnovaa. pág. 452. ESlA cueva fué
dado. a conocer en el COn¡rreso Internacional de Prehistoria que se CI'"lebró en
Copenhague en 1869, siendo por tanto una de las primeras f'slaclones cuya
Importancia trascendiera de nuestras fronteras.. Ver Vllanova y TUblno: cViak
científico a Dtnamarea y Suecia con moUvo del Congreso Tntemaclone1.. .•, página 58. Madrid. 18'11.
En el Museo Antropol6g\co Nacional, entre el material que regalara. D. Juan
Vllanova y Plern., se encuentran varios objetos Inventariados con el núm. 455,
bajo la denominación de (útiles toscos». Debemos esta nota o. nuestrc. campanero del S. l. P., D. DominI!:O F1etcher Val1s. por la que le quedamOD obligados.
-192 -
[page-n-193]
eneolítica (1), quiz:í con aletas y pedúnculo. Interesándonos completa. con este detalle el material provinente de la cueva que
estudiamos, hemos gestionado y obtenido el perfil de la pieza de
referencia, que publicamos en la fig. 1, núm . 11. Trátase de ulla
pequeña punta de flecha de sílex de lona claro y perfil triangular
'Iproximadamente equilátero, en cuya base, mediante dos muescas
pronunciadas, se destaca el pedúnculo y las aletas redondeadas (2).
Años después, en Agosto de 1867, hizo un reconocimiento en la
cueva, el sabio naturalista, también valenciano D. Eduardo Bosc:í
y Casanovcs, quien halló en ella los huesos cuaternarios a Que
se refcrÍ:J el P. Calvo, y varios sílex Que parecen confirmar la
exislenci:l de un nivel paleolítico. Refiriéndose años después el
Sr. Bosd a esta cueva decía: «de las exploraciones realizadas por
el Sr. Espinós, farmacéutico de Gandía, por 1871 a 1878, resultaron
armas talladas de sílex de simetría y belleza n3d:! común ... pudiéndose estudiar en dich1 cueva la superposición de cerámica romana
sobre los fragmenlos de barro cocido a la hoguera y de hachas
paleolíticas» (3). LlI colección del Sr. l30scá ha sido conservada por
su hijo D. Antimo, catedrático jubilado, Que amablemente la h:l
puesto a nuestra disposición, aunquc por dcsgracia sólo conservara
en ella tres piezas de sílex melado de la cueva Que estamos estudiando. Estas son: un:l gran hoja apuntada, con buenos retoques
en ambos bordes, base deprimida, y que posiblemente fué usada
como cuchillo; una raedera sobre lasca alargada, de borde curvo
intens:lmente retocado; y una bsca-raspador de fornu ;rregular.
con ligeros retoques en su filo. (Véase fig. 1. núms. 1. 2 y 3.) (4).
En la primavera de 19J3 fuévisitada la cueva de Que tratamos por
el Abate Breuil, encontrándose con Que el estrato había desaparecido en gran parte para su explotación como ;¡bono, :lunquc aun
pudo observar que el Neolítico estal:ia ampliamente representado
en. ella, y que a la izquierda, en un rincón, bajo una faja neolítica
inlacta, habí:m hogares sin cedm.ica y con sílex de aspecto paleolí(1) l. Balleswr Tormo: «Unas cerámicas Interesantes en el Valle de Albaldu. Tirada aparte de .Cultura Valenclanu, rase. ID y IV de 1928, pág. 12.
(2) La pieza de rererencia figura en el Museo Arqueol6g:lco ~a.clonal en t:l
cuadro núm. 3, donación de D. Juan VUanova. 405 (61). Debemos y agradecemos a la amabIlIdad del Sr. Fernandt'Z de Avilés el envio del dibujo que publicamos.
(31 INotas hlst6rlco-natural. s a propósito de la localidad l' provincia ti,·
e
Valencia., discurso de apertura del afio académico de 1901-02. pág. 28. Ver
también del mismo: IUn paradero de la época paleolitlca en Oliva : ;ra1encla1_,
en Boletin de la Soc. Esp. de Hlst. Natural. t. XVI. pAgo 81. Madnd, 1916.
(4) Vaya nqul nuestro agradecimiento a D. Antlmo Boscá y Seytre. a quien
tantos favores debe nuestro servicio y la cultura valenciana en general.
-198 -
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1
Il. PLA 8ALLESTSR
"
Pitwl l .·
-
194 -
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·COVA O'E LI!S MARAVELLf..S. (CA.!'lOIA)
tico superior, con huesos de ciervo, cabra montés Y. sobre todo,
co nejo, Que consider6 paleolíticos (1)
y un año después, visitáronla de nuevo el P. Leandro Calvo y
el Sr. Ballester, acompañados de D .losé L1uch, en una exp loración de todas las cucva~ situ:Jdas en la comarca de MarchuQuera,
quienes se enteraron de que incitada la codicia de los dueños de
13 de cMaravellesll por la profund3 capa de estiérco l, huesos y otros
reSIOs ndecuad06 para su utilizaci6n como abono, acababan de vaciarla. habiendo transportado su conten ido al término de Almoines, donde vivía su entonces propietario D. Francisco García. para
abonar unos huertos de naranjos; :l cuyo poder Ileg6, por lan cienlífico procedimiento. una buena porción de materia l arqueol6gico,
no digamos en (Iué condiciones. Aun pudieron los visitantes. a peS:l r de ello, recoger a la entnlda de la cueva un buen fragmento de
cerámica cardial. Días después hacían una visita al Sr García,
quien les puso de manifiesto lo Que conservaba del material llegado
a sus manos, del que tom6 nota el Sr. Ballester, y que ('s el que
luego describiremos, exiSTente hoy en su colecci6n, más algunos
\)bjctos desaparecidos. de los que también se hablad (2).
Poco después caían todos los materiales en manos de chamarileros. dc las Que pudo libra rl os el Sr. Ballester e ingresa rl os en su
colecci6n, como hemos dicho. pero habiendo desaparec:do los alu didos objetos de interés que especificaremos luego. Los pertenecientes a la dicha colección so n los que siguen:
De sílex: Un pequeño raspador de color gris, plano. sobre hoja
(fig. 1, núm . 6); tln a modo de raspador de filo có ncavo, sobre lasca
de sílex roj izo (fig. 1, núm. 5), y una basta Id mina de pedern:1i melado. especie de tosco cuchillo sin retoques (fig. 1, núm. 4).
De roncha: Dos fragmentos de pectúnculo, uno con el natis
agujereado por fr-otaci6n y el otro ennegrecido por haber sido afectado por el fuego.
De hueso: Diversos dientes de cérvidos y cápridos. Y fragmento
de algo como diente de jahalí o trozo de brazalete.
/Je piedra: Dos pequeños afiladores, uno de grano más grueso
y concav idad por un lado, tal vez producida por desgaste, y otro
m.ís pequeño y de grano fino; los dos alargados y de forma aproximadamente elipsoida l (I¡ím IH. fig. 3).
BreuU: IlRapports... ». en «L'Anthropologle». tomo :xxv, (1914), pag.251
1. Ballesler Tormo: cOnas cerámicas tnteresant.es...•, pégs. I Y 12
Y en d.4l covacha sepulcral de CamI Real (Albaida).. en cArch. de Pr~
historia Levantina. l. 1928•• pág. 61.
(1)
(2)
-
196 -
•
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,
E. PLA &ALLESl'l3~
De cerómica primitit,o: Un minúsculo cuenco de cerámica
hecha:l mano. oscura }' con restos de pulido (I:ím. 1, fig. 3. izquier.
da); un fragmento de cerámica cardíal, también oscura y bien pulid:l,
cuya decoración consiste en una zona resaltada de sobre un centí.
metro de ancho y ornarla con repetidas y espesas impresiones obt;·
CU:IS conseguidas con el borde de una concha de cardium. sobre cUy:1
cinta se desarrollaría una orn;¡mentación de esta clase, indeterminable por la rotura, pero de la que hay restos, y en la parte infericr
IlcVll adosadas un:l serie de hucll:13 producid:ls con el naris de b
misma wncha. ·y paralcl;lmentc a aquélla otra serie de impresiones
más pequeñas conseguidas de igual modo (I;Ím. J. fig. l. arri·
ba) (1); otro fragmento t,lmbién cardial y de barro oscuro pulido.
que lleva como ol;'coración una zona de impresiones car.li:dcs horizontales. de las que penden :1 modo de apretados colg;;ntes otras
series de impresiones oblicuas terminadas con las de menudo natis
de esta clase de concha (lámina citada, fig. 1, debajo); y algún olro
fr .. gmenlo de ceriimica a mano, que no acusan forma ni decora
ción.
De cerámico hecho a tor1l0: Buena cantidad de fragmentos; un
ejemplar de vaso caliciforme de pequeño tamaño, barro rojo y
sobre 4 centímetros y medio de altura (Iám. J. fig. 4. centro); la
mitad inferior de otro del mismo tipo, dc cedmica cenicient~ (lámina dicha. tig. 3, ccntro): tres menudas cazoletas de forma semejante :1 algún cjemplar covaltino. que vienen a tencr ur1 par de
centímetros dc altura y sobre cuatro y medio a cinco y medio de
diámetro (I,ímina dtada. ng. 3. derecha. y fig. 4. izquierda y derecha); y parte de borde de una pequeña anforita.
De cedmica. también, son dos menudas tabletas, aproximadamente rect:lngulares-, de ¡:lS que una tiene el extremo dentado y lleva
incis:l una decoración en espin:l; y 11mbas rematan por el extremo
opuesto en sentido ligeramente cóncavo, lo que hace pensar si fueron asideros O mangos de un útil, de perfil curvo, en su mayor
parte desaparecido (lám. 1I. fig. S). Dos toscas representaciones .Je
piernas humanas, una que alcanza del pie :l la rodilla y otra más
corta. posibles restos de figuras que desempeñarían una funcí1n
funeraria, como (,tros restos semejantes que se hallan entre el matcri;d de la necrópolis de la Gasa del Monte en la colección Ballestedl:ím.
fig. 2). Buena parte de una figurn humana sin cabeza.
brazos ni piernas. o sea algo m:ís del torso de una estatuílla, al pareccr de varón. y de cuyo buen modelado quedan . manifiestos rcs-
n.
(1)
I. Ballester Tormo: lUnas cen\rnlca8 intercsRntee... :t, pág. 13, Dg. 9.
-
196-
[page-n-197]
.OOVA DE llES
7
las. que pudo haber desempeñado papel semejante al de las figuras
que pertenecieron los restos antecitados (I:ím. n, tig. 3). Merecen
cspccial mención los dos siguientes objetos: en el extremo superior de dos como cilindros de cerámica, uno c:lsi macizo y otro
:lll1pli:lIl1ente hueco, y sobrc ligeros cxtrangulamientos, tiguran
toscamente modclad:ls dos cabezas humanas. una con la boca constiluíd:l por un:l ligera hendidura y los ojos por un pa! de depresiones, y la otra con la nariz producida como por débil pellizco
que ocasiona unas poco profundas depresiones laterales con puntos por ojos y boca sumaria sobre mentón iniciado y las orejas reprcsentadas por dos cresteótas elementales (Iám. n, fig . 1).
De cC"lmica r01l/l/IIQ: Varias lucernas. una limit:lda al recipiente, sin tapa, que h:lce pensar. por su tosquedad, en una desgraci:IJ:1
imitación indígena (Iám. nI, fig. 2, núm. 5), y cinco ejemplares bastante completos: una de cerámica roja, con el recipiente circul:u,
asa en forma de anillo y mechero corto, plano, redondeado y con
línea en su arranque, llevando en el disco y en relieve dos hojas de
al parecer acanto, de las cuales un3 es incompleta por ~otura. y el
disco, con un solo agujero central.¡ está circumcrito por una zona
de ovas (lám. dicha. fig. 2, núm. 2 y fig. 1, núm. 2); arra ejemplar
de harro amarillento, de igual forma que la anterior, sin decor:lción
alguna, Que ,iene un pCQueño orificio cerca del mechero, Que pro·
hablemente sen'iría para estirar la mecha (lám. Ill, tig 2, núm. 4);
otra lucerna, también de barro amarillento y del mismo tipo que
his precedentes, que posiblemente tendría dos agujeros en el disco,
que parece así indicarlo. el cual está circunscrito por un cordón
en relieve (I:ím. c:tad:l, fig. 2, núm. 6); otra, muy pequeñ3. de lIterr:l sigillafa», de igual forma que las anteriores, sin decoración. a
la que faltaba el as:'! que ha sido reconstruída. y Que lleva en la
base un:! marca eJe alfarero (Iám. dicha, fig. 2. núm. 1); y otra lucero;l, de ceflÍmk:a amarilla. con la tapa del recipiente convexa qlJe
deja reducido el ¡'entro del disco a una especie de embudo terminado en un agujero, su mechero es corto y redondo, fallándole el
asa que ha sido Teconstruída, y lleva como decoración unOi radios
en el disco, circunscritos por amplia zona de pequeños gránulos
(l:ím. 111. fig. 1, núm. 1 y fig. 2, núm 3). Adem:ís de estas lucern:ls
completas, se conserva la parte superior de otra. de barro rojo. y
al parecer del mismo tipo Que las anteriores. que lleva en el disco,
como ornato, J:¡ parte superior de una figura femenina con la cabeza radiada. posible representación de la diosa Minerva. y rodeando el conjunto. una zona rayada; tiene dos aiujeros Y se encuentra en mal eslado de consen'ación.
:1
- 197-
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8
E. PLA BALLEST~
MOlledas: Entre el malcrial llegado tI la colección Balleste" hay
también una buena serie de monedas romanas muy mal canservad:ls. Son 34, de las que sólo han podido ser clasificadas 23, que
se agrupan del siguiente modo: una de Cartagcna, con los bustos
de Tiberio y Calígula en cada una de sus caras; cuatro de
Claudia 1; una de Vespasiano con Vesta; tres de Domiciano que no
se pueden leer; una posiblemente de Trajano; tres de Adriano. ulla
con la Esperanza en el reverso, la otra con Palas lanzando el rayo
y la tercera ilegible; otra, también posiblemente de Adriano; una
de Marco Aurclio segura y otra dudes3; tres de Septimio Severo
con la Victoria andando, y otr:1 del mismo con Marte; una de
ClolUdio el Gótico con la Fe militar; otra de Aureliano con la Concordia militar en el reverso, y una de Ma.ximiliano Hércules (1).
El material visto por:- el P. Leandro Calvo y O. Isidro BalJester
en la visita que hicieran al dueño de la cueva y Que posteriormente
ha desaparecido, material que inventariara y crOQuizara el Sr. BallClltcr en sus notas, es el Que sigue: Un bello vasito de barro oscu10 y pulido, en forma de tonelete, con la boca aproximadamente
cilíndrica, en la parte alta, y cuatro menudas asas, pareadas a cad:¡
bdo de aquélla, pieza que medía sobrQ unos 12 Cnl. de diámetro
máximo y que estaba decorada con líneas punteadas, sin Que pudiera precisarse luego si eran o no de origen card íal ; un cuchillo de
pedernal de buena labra y de sobre 15 cm. de largo, y varias lucern:ls romanas. entre ellas una decorada con dos figuras en escena
lúbrica.
En el verano de 1932, .llgunos elementos del S. 1. P. realizaron
una visita a varias de las cuevas de la coma rca de Gandía, ent re ellas
a la que nos referimos. en la que encontraron en algunos montones
de tierra que había en la parte exterior de la en trada, y en un rincón de su interior, en el que aún quedaba estrato. los siguientes objetos Que se guardan en el Museo de Prehistoria del Servicio:
De síle:c: Un magnífico raspador plano, de pedernal melado,
sobre hoja y con buenos retoques en los bordes late rales (fig. 1. núm.ero 7); una hoja, con escasos retoques en la base (fig. citada,
núm. 8); un fragmento de cuchillo de pedernal grueso y de magnífica labra. rctocado en :Imbos filos (fig. dicha, núm . 10); una
sierrecilla, prob:lble elemento de hoz. con el borde trabajado ligeramente (fig. J. núm. 9), y algunas o tras lascas sin labrar.
(1) Debemos esta clasificación a D. plo Beltrén ViIlagrasa, a quien en estal
linea.a le enviamos nuestro agradecimiento.
-198 -
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.mVA DE LES ,\\AIRNVF,.LLES. (GANDIA)
9
Restos de Qnimales: Huesos de dípridos y cérvidos; una mandíbula de conejo y :lIgunas conchas de pCctCIl )' de cardium.
De cerámica: Alflu nos fragmentos de cer:ímica oscura, hecha a
mano y sin decor:u, entre los que es diflno de mencionarse un borde
de cuenco de mediano tamaño con asa horizontal sobre aquél, parecida a algunas de 1:1 Cov~ de 1:1 Sars:I; un fragmento de cerámica
rojiza cardíal, a mano, y con decoración formada por dos series de
impresiones en forma de espina consefluid:ls con el borde de un cardium y otra zona inferior co n series de huellas verticales logradas
de igual forma (::ím. 1, lig. 2, arriba); otro fragmento cardial tic
cerámica gr is:1cc1J-amari ll enta decorada con amp li a faja compueHa
de impresiones horizontales y Iigeramentc onduladas, producidas
al pareccr mediante el arrastre del borde de la concha y delimitad:1
tanto en la p;lrte superior como en la inferior por otras impresiones trazadas perpendicularmente a la zona dicha (Iám J, lig. 2,
inferior); otro pequeño fragmento, de igual tipo que los dos anIcriores .. con decoración de líneas incisas pamlelas y muy junlal>;
y un fragmento inmediato a l arranque de una 3sa, con restos de
ornamentación de cordones, con impresiones aproximadamente
circulares (lám. JI, lig. 4).
También de cenímica hecha a torno hay un buen número de
fra.E:mentos, entre los QUC citaremos uno de borde, al parecer de
lIna pequeña cop:) dt, pie baj o, con franjas horizontales color siena
oscuro como decoración. Además, exfr;¡ordinario número de diminutos fragmentos de lucernas romanas, asas especialmente (1) •
•••
Expuesto ya e l ll1:lI crial Que se conserva de esta cueva, y dada
noticia del que habiendo desaparecido se rccuerda, vamos a intentar su clasificación, tare:1 no fácil debido a que se desconocen las
circunstancias y c\etalJes en que aparecieron los diversos objetos.
Tanto del mate rial que poseemos como de las diversas noticias
que los visitantes de la cueva nos han dejado, podemos considerar,
con toda clase de reservas, que son tres 108 niveles principa les : uno
Paleolítico superior. otro Neo-eneolítico y un tercero Ibero-romano.
Nos apoyamos, para afirmar la existencia del nivel Paleolítico.
(1) «La labor del S. l . P. Y su Museo ... ». 1932, pág. 2.-L. Perlcct: «La Cueva
del Parpalló (Gandlahl. pág. 276. Madrid, 1942.-.1. San-Valero: «Notas )mm
el estudIo de la cerámica cardlal de la cueva de la Sarsa (Valencia)>>, en «Actas
y Memorias de la. 600 Esp. de Antr., EtnQg. y Prehist.• , lomo XVIT, 1-4. pagina
102. Madrid, 1942.
- 199-
[page-n-200]
E. Pl.A 8Al.l.ESTéR
10
en el testimonio ya citlldo de Breuil (1). que dice observar «bajo una
bja neolítica inlacta, hogares sin ccrámic:1 y con sílex de aspecto
p;,lcolílico superior»; como también parece ratificar ta les afirmaciones 1:1 existencia de huesos de conejo. que considera característicos de esta época. Con amcrioridad JI Breuil ya el P. Calvo
hahía observado cómo el estilicidio había aprisionado en la parte
haja huesos de época cuaternaria. Respecto al malerial. aunque
no poscemos ninguna pieza que por sí nos indique una cultura
propia del Pale3lítico superior, parecen sugerirlo algunos útiles, si no por su tipo, sí por su técnica. De esta forma, las tres- piezas que perlcnecieron a la colección BOSClí (fig. 1. núnll!. ] al 3). el
pequeño raspador de sílex rojizo y de técnica capsiense perteneciente al Sr. B:lllester (fig.l, núm. S), y ~I raspador plano sobre hoja
de liílex melado. con helios retoques. que se conserva en e l Musco
del S. 1. P. (fig. 1, núm 7), parecen más bien piezas paleolíticas que
de airo período más moderno. A estos objetos podríamos añadir
quizá los «útiles toscos» de pedernal, Que bajo el número 455 se
conservan en el Museo Antropológico Nacional. pertenecientes :1
una serie que regalara el Sr Vil:1nova y Piera, aunque por no
haberlos visto, nada pod:lmos afirmar en concreto.
La cultura Neo-eneolítica est:' mejor representada Que la anterior, y algunas de las pic7.as que se conservan son bien características. Así tenemos, en primer lug:;tr, los fragmentos de cerámica cardial con rica decoración (1:101. 1, figs. 1 y 2), semejantes a los bien
conocidos de la Sarsa; el pequeño cuenco de cerámica oscura hecha
a mano (lám. 1, fig. 3. núm. 1); el fragmento de cerámica, t-ambién
hech:1 :1 mano, con decoración en cordón (J:ím. 11, fig 4), yalgun:1
de las piezas de sílex, como el pequeño raspador de pedernal gris
de la colección Ballester (fig. 1, núm . 6), el fragmento de cuchillo
de sílex (fig. 1, núm. 10), y la sicrrecita parte de una hoz (fig. 1.
núm. 9). También de esta cultu.ra es la punta de flecha (fig. 1, número 11) con aletas y pedúnculo, Que se conserva en el Museo Arqueológico, y Que regalllra D. Juan Vilanova y riera en 1
868. Podemos incluir como de este período. con todas las reservas, los siguientes objetos desaparecidos: la I:ímina de marfil que viera el
P. C:llvo, que la suponemos neolítica y no postcrior, por ser, según descripción de aquél, pieza tosca e irregular; y también, posiblemente, las varias agujas de hueso.
Lo Que sí se puedc asegurar como perteneciente a este pedodo
es el pequeño tonelelc de cerámica hecho a mano, con cuatro asas
(1)
Breuil: «Ibid».
-
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.COVA
D~
~'I\~AVELLES.
LES
¡CA NOIA¡
11
y decoración incisa o cardia l (no sc conserva este dato), que viera
el Sr. B:dlcsler entré los objetos recién extraídos de la cueva cuando fué totalmente vaci;ld:1 en 1914, que se hallaba e n poder del
dueño de 1;1 misma, y hoy desgrad:ldamentc desaparecido. Se trata.
como hemos dicho. de un pequeño vaso de barro oscuro pulido.
en forma de tone!ete, con cuatro menudas asas pareadas a los lad os
de 1 bOC;1 cilíndr:ca situada en hl parle alta : En las not:18 tomadas
:1
consta que tení:1 unos 12 centímetros de diámetro m.íximo. y que
estaba decorlldo con líneas punteadas, sin poderse especifica r si
éstas eran o no de ,ipo cardia !' También, y siguiendo I:IS notas a
que nos hemos referido, pertenece a este mi smo período el igu~l
mente perdido cuchillo de pedernal dI! buena labra y de sobre unos
15 cm. de longitud.
y por último, del nivel superior de la cueva, que suponemos
Ibero-romano muy avanzado. tenemos también una buena serie de
objetos, algunos de ellos de mucho interés. De este nivel son los
vasitos ~alici(ormes y las pCQueñas cazoletas de la colección BaIlester (I.ím. 1, ligs . 3 y 4, núms. 2-6), los restos de estatuíllas y los
dos ídolos cerám[('os de J:¡ misma (Iám Tf, figs. 1 a 3). 13s lucernas
y las monedas romanas,
Poco debemos decir de los vasitos caliciformes: se encuentran
en todos los despoblados ibéricos desde épocas relra&:tdlls ha~ta
bien entrada ya nuestra Era. Algo parecido ocurre con las cazoletas: las nemas vislO muy semejantes en Cava Ita y en La Bastid:1.
Sin' embargo, las dos tabletas casi rectangulares, de cer:í mica (lámina Ir, fig, 5), ~' que dijimo~ hacían pensar en asideros o mangf)S
d(: útiles desaparecidos, no los conocemos e n ni nguna otra esta~
ciÓn. También ~on propios de muchas estaciones de este período
(entre ell as Cas;¡ del Monte), los fragmentos de miembros humanos, como los de piern;¡s, 'Iparecidos en esta cueva. Mucho más
interesante es el IOrso, de varón al pllrecer. bien model:ldo y que
no parece obra indígena; más imperfecto Que el que tralamos.
pero relacionados .¡rubos, sin duda, es e l tronco de ído lo femenino
de barro rojo aparecido en Torres-Torres (1) Plantean un problem:l interesante los dos a modo de idolitlos de cerámica, hechos a
torno, terminados por toscas cabezas humanas de técnica muy rudimentaria, Que recuerdan las conocidas figuras ibicit;¡nas, de supuesta procedencia oriental. de las Que se separan éstas por su .ISpecto cilíndrico irenle al más o menos acampanado de aquéllas,
(1 )
Almarchc: «La antigua civilización Ibérica en el Reino de Valencia.
pág. 130.
-
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12
E. Pl.A SAlLESTER
Se encuentra a primera vista cierta semejanza entre estas figuras y
algunas tic las aparecidas en el Egeo durante el Neolítico (1) . Las
lucernas, excepto la tosca. Que hemos dicho debe ser una mala
imitación indígena de las bellas) piezas importarlas, pertenecen al
segundo.) lipo de (:volución de aquéllas en Roma, que han sido ¡¡i·
luadas en la última mitad del siglo JI de C. y principios del siglo In
Ya los tres prim~ros siglos de nuestra Era pertenecen en su mayor
parte las monedas conocidas Que fucron encontrarlas en esta cueva.
Junto con estos objc,H08. m:ís o menos fácilmente clasificables,
nos encontram,os con 0lr08, de clasificaci6n difícil: así tenemos
una serie de lascas y ],íminas de sílex, sin retoques, de época incierta, y los dos :l.fil .. dorcs ([;ím. 111, tig. 3), que tanto pueden ser
del Neolítico como de un nivel ibérico avanzado.
•••
La (YCova de les Maravelles:o debió ser, como se desprende de
lo expuesto h:18t3 aquí, ocupada en casi todas las épocas, dc~de el
Paleolítico superior hasta bien entrada ya la Era Cristiana. Fué residencia del hombre paleolítico y del neolítico y debió ser enterr:l.miento del ibero romano. De este último casi con certeza , pues si
no fuera Ilsí mal se explicaría la existcnci .. de exvoros (torso, piernas, cte.) y l:l exll aordinari:l abundancia dc monedas y lUl'crnas.
Ha sido un,l "t'rdadcra desgracia, para la Prehistoria valencian .. ,
el que J:¡ codicia ele los propietarios de esta cueva les indujera a vaciar su estrato, privándonos del estudio sistemático de una de las
estaciones más interesantcs del Levante cspañol.
•
(1) 1.. Pranz: cMittelgrlechlsche SteinzelUdole. en 1 P . E K .. 19:11_1113.1
pág. 39. lAm. 10,
4
neo
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E. PLI\
BALLE S TER-~ Cova
de les
Maravelle s~.
LÁMINA t.
2
1
3
4
(1'0106 Adell)
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E. PLA BALLESTER- tCova de les Maravellest.
2
LÁMINA 11.
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•
5
{falOS AjeU.)
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,
E. PLA BALlESTER (o va de les Mara velles•.
LÁM INA 111.
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3
(f oto¡ Adcll.)
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