Notas sobre las cerámicas de San Miguel de Líria: estacas férreas-vaso solar
Isidro Ballester Tormo
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ISSN 1989-508
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1. BA L LEST ER TOR MO
Trabajos del Servicio de (nve,lIgaclón Prehistórica
Notas. s.obre las. cerámicas.
de !)an Miguel de Liria
Las estacas férreas de la caballería celtIbérica
Hemos ya dic ho. en ot ros sitios, cómo las decoraciones de los
vasos de Sa n Miguel de Li ri a (a ellos se concretan estas notas) , al
reproducir de modo realista ya escenas del vivi r cotidiano o re memorado ras de hec hos hazañosos, dejan ver al detalle particularidade" que nos sería imposible conocer de a iro modo. y algunaS" veces
facilitall la confirmación de las fue ntes escritas. Así, hemos visto
ratificado por los ha llazgos cerá micos [irianos, cómo vive aún e n
105 últimos tiempos de la ciudad aq uella d anza b isexual de q ue,
como propia de los iberos Bastetanos nos habla E strabón , en la que
ba il ablln [os V3 rones y las mujeres cogidos de las manos; como sc
confir mó la ranc ia a lusió n dc Crati no al ibe ro de barbas de macho
cabr ío y aun la afición a las gra ndes pelambres que Marcia l mencionara.
Dc otra comp robación de texto , por la cerámica p in tada con escenas humanas, vamos a ocuparnos aho ra.
De la importancia que en la E spaña antigu:t tuvo e l caballo, de
su viveza. SlI, rap idez. sus ex trao rdinarias cond iciones pa ra la guerra de montaña y de la importancia dada a la caballería ind ígena.
nos hab lan diversos textos sobre la mate ria. agrupados y subrayados
por el Dr. Sch ulten (1). Las ornamen tacio nes de San Migue l acusan
(1) Ver A. SChulten en cH1spaniaJ , y en Va.ri06 pasajes de cFontes H1spa.n1ae
AntlquaeJ.
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1. BALLEST,E1R TORMO
también esa marcada preocupación por el caballo. pues son escasas
las composiciones en que no ap.lrece; y :1 este respecto podrÍ!lmos
ampliar la referencia a utros yacimientos lev:mtinos con cerámica
rica. Lo que no se ve en ellos, y cn San Miguel aparece una sola vez,
es la particubridad, el detalle en los arreos, que motiva esta nota;
y no c;tbc desconocer cmín realistas y minuciosos fueron los decoradores de los vasos Hrianos en ~cusar particularidades de las g uarniciones de los ('ah.tl los. frecuentemente. Recuérdese cuántas veces se "en reproducidos los frontales, los frenos, las campanillas,
las riendas. los lanza les y las sillas; pero no las estacas de que vamos a ucuparnos.
.
Refiere Polibio, al hablar de las gueras de Numancia (frag. 95),
y parece hacerlo de v iSl/, que en cuanto la caballería celtibérica
dábasc cuenta de ql!e sus infantes cedían terreno en el combate, descabalg.lban los jinetes para ayudarles, dejando los có.ballos dispuestos en formación, sujetos por las riendas ti unos clavos de hierro
hi.ncados en el welo; y así permanecían las bestias, sin moverse,
hasta que volvían sus jinetes (1). Tal referencia fué comprobada
por la excavación de los campamentos romanos de alrededor de
Numancia, donde fue ron hallados los útiles aludidos (2), que se
cree tomaron los romanos de los indígenas.
Los mentados instrumenlos 'son, como puede verse en las figuras
1.- y 2.-, unas estacas de hierro. con vástago de sección rectangular o
circular, largo que oscila entre 25 )' 40 centímetros generalmente. y
grueso suficiente para darles la resistencia necesaria, que unas veces
en la parte alta y otras en un ensanchamiento lateral, llevan un taladro del que pende o pendi ó gruesa anilla a la que se solía artkular
una cadena, de 1:; que quedan restos en algú n ejemplar, O bien se
atarían 1:ls riendas directamente a aquélla; pues la finalidad de! útil,
en apur:ldos momentos bélicos, exigiendo rapidez extremada en su
colocación y recuperación, impondrían las operaciones m:ís sencillas y fáciles.
E! menlado texto refiérese, como acaba de verse, a los ecltíberos; pero, ¿. fué ¡.ólo por éstos empleada la estaca férrea o 1:1 usaron I:lmbién los j!llctcs ibéricos'? Del hecho de que Po libio conocedor de todo el Lev.tIlle de Iberia, lo atribuya concretamente a
los celtíberos, parece deducirse que no lo vió enlre los iberos; mas
es lo cierto que de un vaso de San Miguel de Lüia resulta ser también esa clase de estaca cosa ibérica.
(1)
Ver l Pontes.. ,t, t. IV, pág. 5.
(2) A. SChulten: {(NumanUu. t. m. pág. 2M, lárn. 39, números 3, 4 Y 5; Y
t . IV, pág. 210, lám. 22. números 13 a 19, y lám. 28. núnieroo 1 y 2,
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NOTAS SOkRlIO LAS C"fRA.M,iCAS DE SAN _ IGUEL
IoI
s
Una gran tin aja descubierta en tales excavaciones, en el (ompartimiento núme ro 41. pieza amada con profusa decoraci6n vegetal y
gco métric:1 no muy cuidada. desarrollada en dos zonas superpuestas, lleva en cad,¡ una de ellas, como tema principal, escenas de
o
¡
Figun l._
E~r.clS
lérrus de Num.",,¡. (Iugn dlldo)
caza del ciervo a caballo ; en la superior, un solo jinete persigue a
la res herida, y l'n la de abajo un par de cazadores acorr:Jlan. desde sitios opuestos, a una cierva doblemente herida. Prescindiendo,
por no interesar aquí a hora, de consideraciones relativas a los restantes motivos ornamentales. nos basta subrayar el detalle de Que
los dos caballos de la escena inferior llevan colgando del cuello. sin
Que haya indicio gráfico del modo de sujeción, sendos útiles consistentes en algo como una pequeña barra recta, pendiente de la anilla
puesta en lo alto. En la figura 3.- puede verse la escena de referencia y bien destacados en ella los útiles de que tratamos.
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l. ,Mi..JLESl:ER TOR MO
La impreslon causada al adverti r esta particu laridad deco rativa
fué la del inmediato recuerdo del texto de Poli bio: lo que pendía
del cuello de los caball os. vástago recto de di mensiones medianas
co lgante de una anill:t, invit:tba a la identi ficación con la estaca de
hierro de uso atribuído por aquél a la caballería celtibéri ca, El re-
o
o
o
Figuu 2."
Es!ICU lérru6 de Numuci. \lugar diado)
presentarlo pendiendo del cuello, sobre el pecho del caball o, colgando de una cadena (algú n ejemplar numan tino lleva aún, como
hemos visto , parte de ella ) o de una cuerda atada y pasada luego
a modo de collar por la c:tbeza de aquél, es un detalle bien realista;
pues expresa el modo más simple y práctico de tenerlo a mano sin
molestias, y de desco lgarle y co lgarle del cuello de la caballería con
la prontitud y rapidez que las circunstancias exp uestas por Pol ibio
u otras se meja ntes imponían.
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!>
.~ !GUEL
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El vaso liriano, si confirma el uso en [a Península ibérica de ese
pr:íctico modo de sujetar las caballerías en el campo, parece recti ~
ficar a Polibio en la afirmación de que ello fuese práctica exclusiva~
mente celtibérica; siendo por demás extraño, como se insinúa
antes. que si existió no lo viese entre los iberos más o menos lige~
ramente romanizados, con Quienes debió convivir. Ello, y el no
Hgurt. 3._
Fr l grnen!(>
dec(>rui~'(>
de ,'as(> de S i n ,\li guel
encontrarlo reproducido en ningún OTro vaso de San Miguel, don~
de tanto se dan, la!> representaciones de caballos, en escenas de com o
bates y de caza. ni verlo en composiciones semejantes en [as ricas
cerámicas de Archena, Elche, Alcoy, Oliva y Tarragona, nos induce a creer si en realidad no fué tal útil de' general empleo en tierras propiamente ibéricas, a algunas de cuyas comarcas pudo llegar
por relaciones con la cercana ce lt iberia, influencias tan acusadas
en otros aspectos por [a arqueología; y que el útil de referencia sería más que aquí preciso en los grandes páramos de las mesetas castellanas.
Aunque la forma del vaso que lleva la escena de referencia es
la de tinaja, corriente en Sa n Miguel, su decoración, según dejan ver
algunos motivos no frecuentes en las cerámicas ibéricas valencianas,
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L BAu.ESllBR TORMO
parece separ:lrsC algo de In predominante en tales ruinas; lo Que nos
hace pensar si pudiera proceder es le vaso de algún nlf:lr más cercano
nún a los límites con l:l celtiberia, y:1 bien próxima a la comarca
Liria-Sagunto. y naturalmente más afectada del influjo de aquélla.
Lo indudable es Que clltre los. abundantes hierros obtenidos por
nusotros en nuestras excavaciones en el despoblado de Covn[13
(Albaida} y en la nec rópolis de «La Casa del Monte)) (Albacetc), y
por el S. L P. en «La Bastida de les Alcuses» (en San Miguel de
Liria apenas si Quedan hierros), no se ha realizado un solo haltazgo de semejantes objetos. Se descubren. sí, en uno y otro despoblado valenciano, variIJ3S férreas, de l:Jrgos semejantes. llguz:ldas
por un extremo y con anilhl articulada en el otro, pero su delgllde7.
y debilidad, con la falta de robusta cabeza donde percutir para cJ:¡·
varIas, las hace inadecuadas para lo que las fuertes estacas de (ipo
celtibérico de que tratamos. Ignoramos,! naturalmente, 10 que las
excavaciones de los ri¡;:os despoblados ibéricos, apenas inicindas,
pqedan proporcionar en lo futuro; pero el hecho de que lo hast:\
ahora explorado no nos haya dado ejemplar alguno de estos útiles,
y más aún el que Polibio lo aprecie como cosa nueva, Y' por lo tanto, repetimos, no vista en tierras propiamente ibéricas, nos decide
a considerarla extraña a éstas
11
Un vaso con decoraci6n solar
En la camp:lña de excavaciones de San Miguel, correspondiente
a 1930. descubriósc" en el departamento núm. 2 la mayor parte de un
vaso de buen tamaño (246 mm . de altura por 320 de boca) del tan
frecuente tipo que ve;nimos denominando copa de pie hajo. Reconstruída la piez:1 hasta donde fué posible y terminados el calco y
desarrollo de su ornamenta,ción pintada en el acostumbr:1clo tono
rojizo, dímonos cuenta de que estábamos ante un V:ISO de excepcional interés por su decoración con símbolos solares. A dar det:lliada cuenta de ;;se eiemplar, ornado de modo tan extraordinario,
tiende esta nota. Véansc vaso y desarrollo de su decoración en la
lámina 1, fig. A y fig. 4.&
La decoración, pintada, va en un amplio friso que ocupa el tercio superior de la l>uperficie del vaso y está limitada por un filde
en lo allo y el grupo constiluído por una amplia cinta entre filetes más abajo. sobre la que se apoya, como remate, una serie ele
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NOTAS SOBRE LAS
OER.-\."~CAS
DE SAN ."I GUa
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dobles semicírculos punteados. En el amplio campo del friso,
unas líneas de postas, :1 dos caras, desarroll:índose en zig-zags a lo
ancho de aquél, divídenlo en espacios tri:lIlgulares, alguna vez completados por otras líneas de simples postas y m:ís frecuentemente de
series opuestas de menudos segmentos de círculo. En el centro de
esos espacios triangulares :Iparecen los divcrsos motivos decorativos
de significac ión sobr a que hemos aludido y que d:m a l vaso, como
va dicho, un interés singular. De izqu ierda a derecha , tomando
como punto de referencia el desarrollo que publicamos en la figura 4.\ los tres espacios primeros Hevan en el centro arras tantos
triskeles de postas; va en el inmediato un pequeño círculo, ligeramente incompl eto, con dos diámetros perpendiculares y punteados
los cuadrantcs resultantes; tras un amplio espacio peroido por
ro tura, que pudo contener tres de los compartimientos dichos, que
probablemente llevarían sendos signos de igu:I I significación. se ve
otra grafía bien CEPccíficamente so lar, aunque ligeramente incompleta, qu.e consi!.lc en un círculo punteado y radiado; tt:lS de la
Que siguen en sus respectivos espacios tres signos en cruz griega y
otros tantos con triskeles de hojas de hiedra, caso único que conocemos.
De la significac ión solar de los enumerados signos, cuyos tipos
,
se reproducen en la fig. 3.& no creemos Que pueda dudarse. Salvo la
singula ridad del empleo de las hojas de hiedra en los triskeles, las
demás representaciones son bien conocidas como símbolos solares.
y han sido razonad:ls suficientemente sus derivaciones de la imagen
del sol en movimiento (l); siendo sabido que e n culturas muy remotas se hallan ya tales signos empleados con una significación sagrada, Que perdi(:ron luego, reduciéndose a un va lor simbólico y en
último término a un simple motivo decorativo; volviendo ~ recob.rar su sentido o rigin arioen [a cultura griega meditená nea antigua.
A nuestra península debieron lleg:\r tales signos pQr esa vía de
influencia. más que por otra europea. Alguna vez suelen encontrarse
en las pinturas vasculares ibéricas temas de filiación solar, generalmente en [a más conocida forma de svástica, y otra vez con :lcodamiento bífido. como en la colección M3rtí-Garcerán de l S. 1. P.;
pero pocos se ven tlistcm:íticamente agrupados pMa darle intencionalmente al vaso una clara significación sagrada. Aparte la pieza
de que tratam.os, ~ólo conocernos el fragmento proviniente efe Amareio, q ue reproducimos en la l:ím. r, D, conteniendo parte de un
(1)
Ver. por ejemplo. como más cono~idos. los trabajos de Dechelete: «Le culte
du SaleiJ [lUX tenlPCs pl"chlstOl"iqucs», R. A. 1909; Y cMa.nuel..., TI, Age du Bron-
ze», flg. 119 especialmente.
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i. BALLE.SllER TORMO
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NOTAS SOBRE LAS C ERA.\I.ICAS
f}r.
SAN MIGUEL
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friso ornado con soles, svást icas y una original representación serpeteante, con cabeza en espiral y crestas inclinadas atrás que denotan claramente la idea de movimiento caracterizan te n lo~ símbolos solares (1).
Pretender que en ta l caso, como en el de San Miguel de Lirin de
que Iratamos , los signos var ios agrupados tengan una mera finalida d
decorativ
composiciones ornamentales a que hacemos referencia; y ello demuestra que lo que se persiguió, agrupándolos, no fué precisamen te
componer un friso agradable, sino atender a las exigencias de una
preocupación muy distinta, probablemente de orden religioso; obsesión aú n persistente en los últimos tiempos- de la cultura ibéric¡¡ ,
tal vez por superviv.encia espiritua l de épocas mlís remotas.
En tierr:! s del antiguo Reino de Valencia no abundan entre los
motivos decorativos ibéricos. corrientes, [os de derivación solar;
pero no debe ne.g'lr·se que aquí y allá surgen temas a que pudiera
atribuirse tal origen; y .!Un en algunos despoblados excavados por
noso tros, como el de Cava Ita (Albaida), de nuest ra cuenta, y el de
«La Bastida de les AlcuseSlJ (Mogente), por el S. I. P., se reiteró el
hallazgo de unas piezas de bronce en forma de gf
en fuerte relieve, cuyo objeto dedicafÍase a sello para producir la
impresión lineal del recuadro con la cruz gamad:l, o bien sobre materia plástica un nega tivo con todo ello en hueco; siendo por demás curioso que «La Bastida » dió asimismo uno de esto~ últimos
en ce rámi ca cacha, también con asa por el lado opuesto, que bitn
pudo servir para emplearla en reproducir svás ticas en se'1tido inverso al dicho, sobre rnateri:ls dúctiles. Véanse representaciones
:1
del material de referencia en 1 lámina 1, figs. By C. Todo ello deja
también entrever cóm.o subsistÍ;¡ o cuando menos perdllT~ba el recuerdo del sent ido divin o de estos signos so lares, en tiempos de
ambos poblados. que tienen lijada cronología de los siglos IV y
ITI a. de Cristo.
Adquieren mayor fuerza I:ls deducciones precedentes si tra emos
a la memoria que, si algo resulta medianamente claro del estudio de las ide:ls religiosas peninsulares en tiempos ibéricos , es Que,
(1)
pago 54,
P. Po.rfs: «Esao.l sur I'o.rt et I'industrle de l'Espagne prlmltive». flg. 56.
~. ll.
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lo
i. QA.!.JLESllER TORMÓ
co mo en la infancia de todo pu eb lo sue le suced er, se ocupllse el
o limpo con divinidades representativas d e fenómenos naturales
entonces incomprcJ.'sibles o in ex plicabl es, y lógicamt::ntc con el sol
y la luna entre los primeros; y así sucedió en lo ibérico, según es
de ver en las tan Icnombr3das citas aducidas r por Sc hulten sobre la
materia (1); debiendo sub rayar en cuanto a l sol, que en el cabo de
Roca (Lusitania) se daba culto :1 aquél, que el dios solar Neto se
cooocía en Andalucía y que im:ígencs del mismo eran frecu en tes
en monedas de la Espa ñ:¡ meridional, en Málaga por ejemp lo; y
pudieran cit:1rsc también, entre otros materi ales de interés para el
caso, las estelas solares. entre ellas las Que se creyeron procedentcs
d e Cástula y pertenecieron a la colección Góngora, publicadas por
P. Paris (2).
Todo esto da mayor credibilidad a [a suposición de que las composiciones dccoratjv:IS de los vasos dichos, del Levante ibérico, eran
c.xpresión de un culto solar aú n perdurante en él.
(1)
«Hlspanla.», pég. 98.
( 2)
tIbld»
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BALlESTER-o
Notas sobre las cerámicas de San Mi gueh.
LÁMINA 1·
A
•
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B
D
Al VI$(> de San Migu.,l.
B) y C) S'·.lÍsric. en bronoe y '·.ciado en Nrirniu de l..I Basrid& •.
D) FragmenlOS de VIl>O de Amarejll
(foros Adell.)
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1. BA L LEST ER TOR MO
Trabajos del Servicio de (nve,lIgaclón Prehistórica
Notas. s.obre las. cerámicas.
de !)an Miguel de Liria
Las estacas férreas de la caballería celtIbérica
Hemos ya dic ho. en ot ros sitios, cómo las decoraciones de los
vasos de Sa n Miguel de Li ri a (a ellos se concretan estas notas) , al
reproducir de modo realista ya escenas del vivi r cotidiano o re memorado ras de hec hos hazañosos, dejan ver al detalle particularidade" que nos sería imposible conocer de a iro modo. y algunaS" veces
facilitall la confirmación de las fue ntes escritas. Así, hemos visto
ratificado por los ha llazgos cerá micos [irianos, cómo vive aún e n
105 últimos tiempos de la ciudad aq uella d anza b isexual de q ue,
como propia de los iberos Bastetanos nos habla E strabón , en la que
ba il ablln [os V3 rones y las mujeres cogidos de las manos; como sc
confir mó la ranc ia a lusió n dc Crati no al ibe ro de barbas de macho
cabr ío y aun la afición a las gra ndes pelambres que Marcia l mencionara.
Dc otra comp robación de texto , por la cerámica p in tada con escenas humanas, vamos a ocuparnos aho ra.
De la importancia que en la E spaña antigu:t tuvo e l caballo, de
su viveza. SlI, rap idez. sus ex trao rdinarias cond iciones pa ra la guerra de montaña y de la importancia dada a la caballería ind ígena.
nos hab lan diversos textos sobre la mate ria. agrupados y subrayados
por el Dr. Sch ulten (1). Las ornamen tacio nes de San Migue l acusan
(1) Ver A. SChulten en cH1spaniaJ , y en Va.ri06 pasajes de cFontes H1spa.n1ae
AntlquaeJ.
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también esa marcada preocupación por el caballo. pues son escasas
las composiciones en que no ap.lrece; y :1 este respecto podrÍ!lmos
ampliar la referencia a utros yacimientos lev:mtinos con cerámica
rica. Lo que no se ve en ellos, y cn San Miguel aparece una sola vez,
es la particubridad, el detalle en los arreos, que motiva esta nota;
y no c;tbc desconocer cmín realistas y minuciosos fueron los decoradores de los vasos Hrianos en ~cusar particularidades de las g uarniciones de los ('ah.tl los. frecuentemente. Recuérdese cuántas veces se "en reproducidos los frontales, los frenos, las campanillas,
las riendas. los lanza les y las sillas; pero no las estacas de que vamos a ucuparnos.
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Refiere Polibio, al hablar de las gueras de Numancia (frag. 95),
y parece hacerlo de v iSl/, que en cuanto la caballería celtibérica
dábasc cuenta de ql!e sus infantes cedían terreno en el combate, descabalg.lban los jinetes para ayudarles, dejando los có.ballos dispuestos en formación, sujetos por las riendas ti unos clavos de hierro
hi.ncados en el welo; y así permanecían las bestias, sin moverse,
hasta que volvían sus jinetes (1). Tal referencia fué comprobada
por la excavación de los campamentos romanos de alrededor de
Numancia, donde fue ron hallados los útiles aludidos (2), que se
cree tomaron los romanos de los indígenas.
Los mentados instrumenlos 'son, como puede verse en las figuras
1.- y 2.-, unas estacas de hierro. con vástago de sección rectangular o
circular, largo que oscila entre 25 )' 40 centímetros generalmente. y
grueso suficiente para darles la resistencia necesaria, que unas veces
en la parte alta y otras en un ensanchamiento lateral, llevan un taladro del que pende o pendi ó gruesa anilla a la que se solía artkular
una cadena, de 1:; que quedan restos en algú n ejemplar, O bien se
atarían 1:ls riendas directamente a aquélla; pues la finalidad de! útil,
en apur:ldos momentos bélicos, exigiendo rapidez extremada en su
colocación y recuperación, impondrían las operaciones m:ís sencillas y fáciles.
E! menlado texto refiérese, como acaba de verse, a los ecltíberos; pero, ¿. fué ¡.ólo por éstos empleada la estaca férrea o 1:1 usaron I:lmbién los j!llctcs ibéricos'? Del hecho de que Po libio conocedor de todo el Lev.tIlle de Iberia, lo atribuya concretamente a
los celtíberos, parece deducirse que no lo vió enlre los iberos; mas
es lo cierto que de un vaso de San Miguel de Lüia resulta ser también esa clase de estaca cosa ibérica.
(1)
Ver l Pontes.. ,t, t. IV, pág. 5.
(2) A. SChulten: {(NumanUu. t. m. pág. 2M, lárn. 39, números 3, 4 Y 5; Y
t . IV, pág. 210, lám. 22. números 13 a 19, y lám. 28. núnieroo 1 y 2,
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NOTAS SOkRlIO LAS C"fRA.M,iCAS DE SAN _ IGUEL
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Una gran tin aja descubierta en tales excavaciones, en el (ompartimiento núme ro 41. pieza amada con profusa decoraci6n vegetal y
gco métric:1 no muy cuidada. desarrollada en dos zonas superpuestas, lleva en cad,¡ una de ellas, como tema principal, escenas de
o
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Figun l._
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lérrus de Num.",,¡. (Iugn dlldo)
caza del ciervo a caballo ; en la superior, un solo jinete persigue a
la res herida, y l'n la de abajo un par de cazadores acorr:Jlan. desde sitios opuestos, a una cierva doblemente herida. Prescindiendo,
por no interesar aquí a hora, de consideraciones relativas a los restantes motivos ornamentales. nos basta subrayar el detalle de Que
los dos caballos de la escena inferior llevan colgando del cuello. sin
Que haya indicio gráfico del modo de sujeción, sendos útiles consistentes en algo como una pequeña barra recta, pendiente de la anilla
puesta en lo alto. En la figura 3.- puede verse la escena de referencia y bien destacados en ella los útiles de que tratamos.
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La impreslon causada al adverti r esta particu laridad deco rativa
fué la del inmediato recuerdo del texto de Poli bio: lo que pendía
del cuello de los caball os. vástago recto de di mensiones medianas
co lgante de una anill:t, invit:tba a la identi ficación con la estaca de
hierro de uso atribuído por aquél a la caballería celtibéri ca, El re-
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Figuu 2."
Es!ICU lérru6 de Numuci. \lugar diado)
presentarlo pendiendo del cuello, sobre el pecho del caball o, colgando de una cadena (algú n ejemplar numan tino lleva aún, como
hemos visto , parte de ella ) o de una cuerda atada y pasada luego
a modo de collar por la c:tbeza de aquél, es un detalle bien realista;
pues expresa el modo más simple y práctico de tenerlo a mano sin
molestias, y de desco lgarle y co lgarle del cuello de la caballería con
la prontitud y rapidez que las circunstancias exp uestas por Pol ibio
u otras se meja ntes imponían.
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El vaso liriano, si confirma el uso en [a Península ibérica de ese
pr:íctico modo de sujetar las caballerías en el campo, parece recti ~
ficar a Polibio en la afirmación de que ello fuese práctica exclusiva~
mente celtibérica; siendo por demás extraño, como se insinúa
antes. que si existió no lo viese entre los iberos más o menos lige~
ramente romanizados, con Quienes debió convivir. Ello, y el no
Hgurt. 3._
Fr l grnen!(>
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de ,'as(> de S i n ,\li guel
encontrarlo reproducido en ningún OTro vaso de San Miguel, don~
de tanto se dan, la!> representaciones de caballos, en escenas de com o
bates y de caza. ni verlo en composiciones semejantes en [as ricas
cerámicas de Archena, Elche, Alcoy, Oliva y Tarragona, nos induce a creer si en realidad no fué tal útil de' general empleo en tierras propiamente ibéricas, a algunas de cuyas comarcas pudo llegar
por relaciones con la cercana ce lt iberia, influencias tan acusadas
en otros aspectos por [a arqueología; y que el útil de referencia sería más que aquí preciso en los grandes páramos de las mesetas castellanas.
Aunque la forma del vaso que lleva la escena de referencia es
la de tinaja, corriente en Sa n Miguel, su decoración, según dejan ver
algunos motivos no frecuentes en las cerámicas ibéricas valencianas,
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L BAu.ESllBR TORMO
parece separ:lrsC algo de In predominante en tales ruinas; lo Que nos
hace pensar si pudiera proceder es le vaso de algún nlf:lr más cercano
nún a los límites con l:l celtiberia, y:1 bien próxima a la comarca
Liria-Sagunto. y naturalmente más afectada del influjo de aquélla.
Lo indudable es Que clltre los. abundantes hierros obtenidos por
nusotros en nuestras excavaciones en el despoblado de Covn[13
(Albaida} y en la nec rópolis de «La Casa del Monte)) (Albacetc), y
por el S. L P. en «La Bastida de les Alcuses» (en San Miguel de
Liria apenas si Quedan hierros), no se ha realizado un solo haltazgo de semejantes objetos. Se descubren. sí, en uno y otro despoblado valenciano, variIJ3S férreas, de l:Jrgos semejantes. llguz:ldas
por un extremo y con anilhl articulada en el otro, pero su delgllde7.
y debilidad, con la falta de robusta cabeza donde percutir para cJ:¡·
varIas, las hace inadecuadas para lo que las fuertes estacas de (ipo
celtibérico de que tratamos. Ignoramos,! naturalmente, 10 que las
excavaciones de los ri¡;:os despoblados ibéricos, apenas inicindas,
pqedan proporcionar en lo futuro; pero el hecho de que lo hast:\
ahora explorado no nos haya dado ejemplar alguno de estos útiles,
y más aún el que Polibio lo aprecie como cosa nueva, Y' por lo tanto, repetimos, no vista en tierras propiamente ibéricas, nos decide
a considerarla extraña a éstas
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Un vaso con decoraci6n solar
En la camp:lña de excavaciones de San Miguel, correspondiente
a 1930. descubriósc" en el departamento núm. 2 la mayor parte de un
vaso de buen tamaño (246 mm . de altura por 320 de boca) del tan
frecuente tipo que ve;nimos denominando copa de pie hajo. Reconstruída la piez:1 hasta donde fué posible y terminados el calco y
desarrollo de su ornamenta,ción pintada en el acostumbr:1clo tono
rojizo, dímonos cuenta de que estábamos ante un V:ISO de excepcional interés por su decoración con símbolos solares. A dar det:lliada cuenta de ;;se eiemplar, ornado de modo tan extraordinario,
tiende esta nota. Véansc vaso y desarrollo de su decoración en la
lámina 1, fig. A y fig. 4.&
La decoración, pintada, va en un amplio friso que ocupa el tercio superior de la l>uperficie del vaso y está limitada por un filde
en lo allo y el grupo constiluído por una amplia cinta entre filetes más abajo. sobre la que se apoya, como remate, una serie ele
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NOTAS SOBRE LAS
OER.-\."~CAS
DE SAN ."I GUa
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dobles semicírculos punteados. En el amplio campo del friso,
unas líneas de postas, :1 dos caras, desarroll:índose en zig-zags a lo
ancho de aquél, divídenlo en espacios tri:lIlgulares, alguna vez completados por otras líneas de simples postas y m:ís frecuentemente de
series opuestas de menudos segmentos de círculo. En el centro de
esos espacios triangulares :Iparecen los divcrsos motivos decorativos
de significac ión sobr a que hemos aludido y que d:m a l vaso, como
va dicho, un interés singular. De izqu ierda a derecha , tomando
como punto de referencia el desarrollo que publicamos en la figura 4.\ los tres espacios primeros Hevan en el centro arras tantos
triskeles de postas; va en el inmediato un pequeño círculo, ligeramente incompl eto, con dos diámetros perpendiculares y punteados
los cuadrantcs resultantes; tras un amplio espacio peroido por
ro tura, que pudo contener tres de los compartimientos dichos, que
probablemente llevarían sendos signos de igu:I I significación. se ve
otra grafía bien CEPccíficamente so lar, aunque ligeramente incompleta, qu.e consi!.lc en un círculo punteado y radiado; tt:lS de la
Que siguen en sus respectivos espacios tres signos en cruz griega y
otros tantos con triskeles de hojas de hiedra, caso único que conocemos.
De la significac ión solar de los enumerados signos, cuyos tipos
,
se reproducen en la fig. 3.& no creemos Que pueda dudarse. Salvo la
singula ridad del empleo de las hojas de hiedra en los triskeles, las
demás representaciones son bien conocidas como símbolos solares.
y han sido razonad:ls suficientemente sus derivaciones de la imagen
del sol en movimiento (l); siendo sabido que e n culturas muy remotas se hallan ya tales signos empleados con una significación sagrada, Que perdi(:ron luego, reduciéndose a un va lor simbólico y en
último término a un simple motivo decorativo; volviendo ~ recob.rar su sentido o rigin arioen [a cultura griega meditená nea antigua.
A nuestra península debieron lleg:\r tales signos pQr esa vía de
influencia. más que por otra europea. Alguna vez suelen encontrarse
en las pinturas vasculares ibéricas temas de filiación solar, generalmente en [a más conocida forma de svástica, y otra vez con :lcodamiento bífido. como en la colección M3rtí-Garcerán de l S. 1. P.;
pero pocos se ven tlistcm:íticamente agrupados pMa darle intencionalmente al vaso una clara significación sagrada. Aparte la pieza
de que tratam.os, ~ólo conocernos el fragmento proviniente efe Amareio, q ue reproducimos en la l:ím. r, D, conteniendo parte de un
(1)
Ver. por ejemplo. como más cono~idos. los trabajos de Dechelete: «Le culte
du SaleiJ [lUX tenlPCs pl"chlstOl"iqucs», R. A. 1909; Y cMa.nuel..., TI, Age du Bron-
ze», flg. 119 especialmente.
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i. BALLE.SllER TORMO
."
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NOTAS SOBRE LAS C ERA.\I.ICAS
f}r.
SAN MIGUEL
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friso ornado con soles, svást icas y una original representación serpeteante, con cabeza en espiral y crestas inclinadas atrás que denotan claramente la idea de movimiento caracterizan te n lo~ símbolos solares (1).
Pretender que en ta l caso, como en el de San Miguel de Lirin de
que Iratamos , los signos var ios agrupados tengan una mera finalida d
decorativ
componer un friso agradable, sino atender a las exigencias de una
preocupación muy distinta, probablemente de orden religioso; obsesión aú n persistente en los últimos tiempos- de la cultura ibéric¡¡ ,
tal vez por superviv.encia espiritua l de épocas mlís remotas.
En tierr:! s del antiguo Reino de Valencia no abundan entre los
motivos decorativos ibéricos. corrientes, [os de derivación solar;
pero no debe ne.g'lr·se que aquí y allá surgen temas a que pudiera
atribuirse tal origen; y .!Un en algunos despoblados excavados por
noso tros, como el de Cava Ita (Albaida), de nuest ra cuenta, y el de
«La Bastida de les AlcuseSlJ (Mogente), por el S. I. P., se reiteró el
hallazgo de unas piezas de bronce en forma de gf
impresión lineal del recuadro con la cruz gamad:l, o bien sobre materia plástica un nega tivo con todo ello en hueco; siendo por demás curioso que «La Bastida » dió asimismo uno de esto~ últimos
en ce rámi ca cacha, también con asa por el lado opuesto, que bitn
pudo servir para emplearla en reproducir svás ticas en se'1tido inverso al dicho, sobre rnateri:ls dúctiles. Véanse representaciones
:1
del material de referencia en 1 lámina 1, figs. By C. Todo ello deja
también entrever cóm.o subsistÍ;¡ o cuando menos perdllT~ba el recuerdo del sent ido divin o de estos signos so lares, en tiempos de
ambos poblados. que tienen lijada cronología de los siglos IV y
ITI a. de Cristo.
Adquieren mayor fuerza I:ls deducciones precedentes si tra emos
a la memoria que, si algo resulta medianamente claro del estudio de las ide:ls religiosas peninsulares en tiempos ibéricos , es Que,
(1)
pago 54,
P. Po.rfs: «Esao.l sur I'o.rt et I'industrle de l'Espagne prlmltive». flg. 56.
~. ll.
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lo
i. QA.!.JLESllER TORMÓ
co mo en la infancia de todo pu eb lo sue le suced er, se ocupllse el
o limpo con divinidades representativas d e fenómenos naturales
entonces incomprcJ.'sibles o in ex plicabl es, y lógicamt::ntc con el sol
y la luna entre los primeros; y así sucedió en lo ibérico, según es
de ver en las tan Icnombr3das citas aducidas r por Sc hulten sobre la
materia (1); debiendo sub rayar en cuanto a l sol, que en el cabo de
Roca (Lusitania) se daba culto :1 aquél, que el dios solar Neto se
cooocía en Andalucía y que im:ígencs del mismo eran frecu en tes
en monedas de la Espa ñ:¡ meridional, en Málaga por ejemp lo; y
pudieran cit:1rsc también, entre otros materi ales de interés para el
caso, las estelas solares. entre ellas las Que se creyeron procedentcs
d e Cástula y pertenecieron a la colección Góngora, publicadas por
P. Paris (2).
Todo esto da mayor credibilidad a [a suposición de que las composiciones dccoratjv:IS de los vasos dichos, del Levante ibérico, eran
c.xpresión de un culto solar aú n perdurante en él.
(1)
«Hlspanla.», pég. 98.
( 2)
tIbld»
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BALlESTER-o
Notas sobre las cerámicas de San Mi gueh.
LÁMINA 1·
A
•
e
B
D
Al VI$(> de San Migu.,l.
B) y C) S'·.lÍsric. en bronoe y '·.ciado en Nrirniu de l..I Basrid& •.
D) FragmenlOS de VIl>O de Amarejll
(foros Adell.)
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