Apostillas a dos nuevos estudios sobre la numismática antigua peninsular
Enrique Llobregat Conesa
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EN RIQUE LLOBREGAT
(Valencia)
Apostillas a dos nuevos estudios sobre
la numismática antigua peninsular
Con lo presente noto nos proponemos comen tar dos trabajos de recien te
aparición sobre lo Numismático Antiguo peninsular, de muy diverso cariz uno
y otro. El primero, un catálogo descriptivo estrictamente. El segundo uno obro
de investigación y de a ná lisis de uno serie de problemas de historio económico
o través de los monedas. Evidentemente no son complementarios, pero si útiles
y definidores de dos tendencias contrapuestos en lo investigación numismático,
y parece útil ded icarles unos lineas de atención, pues si bien el segundo, publicado dentro del país, tiene que haber conocido uno cierto difusión, el otro,
de aparición recientísimo en Alemania, probablemente aún no se ha difundt do bastante entre los investigadores.
l. Nos encontramos con el primer volumen de .la Sylloge Nummorum
Graecorum Deutschland, en que se describen L monedas que conserva
as
la Staatl iche Münzsammlung de Munich, procedentes de cecas de Hispanía y de la Galia Narbonense ( 1). El volumen, como cabeza de una serie,
viene abierto por una reseña histórica de la formación de la colección,
que puede ser una orientación bastant.e válida a la hora de clarif icar las
proced encias a e las monedas, o al menos d e intu irlas, pues -como es
u!>o común de los estudios numismáticos- o bien son desconocidas, o en
todo caso no se mencionan, y en una colección como la presente, que
reúne fondos comenzados a almacenarse por erudttos y príncipes del si-
(1) Sylloge N ummorum Graecorum Detmcll/and, Staalliche M ünzsammlung Milnchen,
1 Heft: Hispania, 1-341 ; Gallia Nar bonensis, 342-432. Bearbeitet von P. R. FRANKE
und H. K UETHMANN. (Con la colaboración de G. K. Jenkins, O. Rossler y ] . U ntermann), Berlín, Verlag Gebr. Mann, 1968.
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glo XVI, y que ha continuado en crecimiento hasta nuestros días, resulta
casi imposible establecerlas en líneas generales ni que sea remotamente.
Inmediatamente se pasa al catálogo de las monedas, dispuesto en hojaS afrontadas. En el verso de cada folio se da la descripdón y bibliografía
de las piezas que se reproducen a su tamaño en el recto de.l folio siguiente.
De esta manera la consulta y verificación se hallan singularmente simplifici3das, y el volumen resulta muy manejable. Las series se hallan ordenadas en tres apartados geográficos: Hispania Citerior, Hispania Vlterior
y Gallia Narbonensis, y dentro de ellas por los nombres latinos de .las diferentes cecas ordenados alfabéticamente. Incluso las mpnedas con letreros
no latinos, como los ibéricos del sur y de) este y los «libiofénices», se
ordenan dentro de estas series por el nombre .latino de su ceca.
De la Hispania Citerior están representadas monedas de las siguientes
c.ecas : Acci, Arekbra!·a, Arketurki, Arsaos, Baskunes, Bilbilis, Caesaraugusta (incluyendo las de Salduie), Calagurris, Carthago Noua, Cascantum,
Celsa (incluyendo Kelse), CJunia, Contrebia, Damania (sic), Emporiae (incluyendo Untika), Erala (sic) de las que traen la leyenda Eralakos, Ekua13koc;, Ercauica, Graccurris, Ilergetes (sic) para las que llevan .la leyenda
lltirkesken, llerda (incluyendo las piezas de lltirta), llicr, Orosi, Osea (con
lns p i.e zas de Bolskan), Osicerda, Saetabis (sic) pero solo hay una pieza
con leyenda ibérica Saiti, Saguntum, Sekaisa, Segobriga (incluyendo las
monedas con leyenda Sekobirikes), Segouia, Tarraco (y las piezas de Kese),
T uriaso, Valentía.
De la Hispania Vlterior, hay en la colección monedas de Acinipo, Asido
(con .leyenda «libiofénrce»), Bailo (con .leyenda en los mrsmos caracteres),
Carbula, Carmo, Carteia, Castulo (incluyendo las monedas con leyenda
turdetana transcrita Kaste.lo), Corduba y Colonia Patricia, Cunbaria, Emeri ta, Ebora, Gades, lkalosken (sic), l.liberris (una sola moneda con leyenda
llturi), llipa, lrippo, lta.lica, Laelia, Lastigi, Malaka (con los letreros en
escritura púnica), Obulco, Olontigi, Orippo, Osset, Romula, Sexi (con leyendas .e n alfabeto púnico), Traducta, Vlia, Vrso y Ventippo. Además una
serie d e Ebusus, todas ellas con letreros púnicos, y una ceca desconocida
de Gallaecia, identificada según Heiss.
De la Gallia Narbonensis, hay monedas de Avenio, Briganten (sic)
con leyenda Birikanti11 en letra ibérica, Cabellio, Longostaleten, Massalia,
Narbo, Nemausus, y una pieza de ceca desconocida atribuida a Narbo.
Para cada moneda se da un número de inventario, que la identifica
con su reproducción fotográfica, la fecha, descripción y bibliografía; metal, posición del cuño del reverso y peso en gramos afinado hasta las milésimas. El módu.lo puede obtenerse directamente de la reproducción que
es siempre a tamaño natural.
Con miras a }a identificación de las monedas, para todas las de la Pe-274-
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ním:ula Ibérica se da la referencia a la obra de Vives, La moneda hispánica,
Madrid, 1926, citada por el numeral del volumen, la página, y el número
ce la pieza. En el Ca!:O de las monedas gaditanas, se ha empleado además
el estudio de E. S. G. Robinson, Punic coins of Spain and their bearing on
the Roman Republican series, Essays in roman coinage presented to H,
Milttingly, Oxford, 1956, 35 ss., y la reciente seriación de A. M. de Guadan, Las mone das de Gades, A. N . E. 1963. Solo en una ocasión, monedas
números 340-34 1, de una ceca desconocida de Gallaecia se ha empleado
e l viejo estudio de A. Heiss, Description géneral des monna ies antiques de
1' Espagne, París, 1870. En fin, para la seriación de las monedas de Ca rthago Noua, se ha usado el estudio de A. Beltrán, Las monedas latinas de
Cartagena, Murcia, 1949.
Para las monedas de la Gallia Narbon~s.Ls, se hace r.e.ferencia a G. F.
Hill, On the coins of Narbonensis with lberian inscriptions, N . York, 1930,
H . de la Tour, Atlas des monnaies gauloises, París, 1892 y A. Blanc:het,
Traité des monnaies gauloises, París, 1905.
Con la descripción y reproducción de 432 mo:1edas. de las que 341
pertenecen a la penír.sula, y el resto a la Galia Narbonense, nos encontramos con una hermosa colección, que si bien no cubrte todos los tipos,
ni siquiera todas las cecas emisoras, constituye una representación abun danh. y selecta, perfectamente seriada y reproducida. Hay sin embargo
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aspectos que desearíamos discutir en esta noticia. En primer lugar el nombre de.l volumen. Es cierto que hay un uso tradicional entre los numísmatas extranjeros de dar el apelativo de «griega» a la moneda antigua
peninsular en su con junto. Así figura en las ediciones de los catálogos del
Museo Británico, fuentes tan indispensables y t an de primera mano para el
investigador. Todavía en 1965, ha reeditado el volumen Guide to the principal coins the Greeks, c.lasificado conforme a la obra de B. V. Head
(tan anticuada ya en algunos aspectos), y que incluye monedas ibéricas,
con leyenda ibérica, ma.l .leída por cierto, y monedas de .los Bárkidas (cf.
Periodo V. C. núms. 1 y 2; período V I. C. núm. 27 de Sagunto, y núm. 28
de Ce.lse; período VIl . C. núm. 11, de Bolskan; y Addenda, núm. 35, de
Kart- Hadasha). Por ello no hay que extrañarse que se s1ga con una t radición nominal t an peregrina. Pero hoy sabemos bastant.e •nás sobre las monedas antiguas hispánicas, y ya va siendo hora de hacer valer la voz y la
correcta clasificación. No pueden englobarse todas .las piezas de .las diferentes series hispánicas bajo el calificativo de monedas griegas. Es cierto
que algunas se a just an a la metrología griega, y que los orígenes de las acuñaciones peninsulares están poderosamente influidos por la moneda griega,
pero no es menos cierto que Ja mayor parte de.l numerario ibérico común
estd emitido en una etapa en que la dependencia met rológica era de Roma,
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y .las series se ordenan según su asimilación a.l denario para la plata y al
as y subdivisores para el bronce. Parece un contrasentido que cuando se
e~tá clasificando como denario y como as, o quadrans o sextans unas monedas, .luego se les cuelgue um etiqueta que no tiene nada que ver.
Concretamente, de las monedas catalogadas en este primer volumen
de .la Sylloge Nummorum Graecorum de Alemania sólo pueden considerarse como griegas las monedas números 99 y 100, de Ampurias, que son
del ciclo de Ja dracma, y que además - a juzgar por Ja reciente tab.la de
fechas que ha publicado A. Beltrán, Economía monetaria de la España Antigua, pág. 284, en Estudios de Economía antiRua de la Penínsu.la Ibérica,
Ba rcelona, 1968- aparecen con una datación un poco tardía.
Además hay .las monedas de Massalia, registradas en el apartado dedkado a la Galia Narbonense, que también, natura lmente siguen e.l sisttma de Ja dracma y sus divisores.
De jas otras series monetales peninsulares, hay escasa representación:
de las monedas fenicio-púnicas nos encontramos con 3 ejemplares de Gadir (núms. 260 a 262) anteriores aJa dominación romana, que se han clasificado de acuerdo con Guadán y Robinson; un grupo de cinco monedas
de Ebusos (números 335 a 339) clasificadas por la secuencia tradicional
de tipos de Ja figura de Bes, con fechas un poco estimativas, y una sola
pieza de tradición bárkida, Ja número 59, acuñada en Cartagena, dej valor de un cuarto de siclo. Está clasificada según Robinscn, y se identifica
la cabeza del anverso con la de Scipio, con interrogante. Como es sabido,
l;:¡ atrrbución de estas piezas a retratos d.e los Bárkidas, defendida por Beltrán y también por Robinson, ha sido puesta en duda en fecha reciente
por Navascués (cf. Ni Bárkidas ni Escipión, Homenaü~ a Mergelina, Murcia 1961). No entramo:; en esta discusión, que es de suyo marginal aJ tema
que nos ocupa, pero si hablamos de monedas griegas y de lo acertado o
no de llamar.las así, parece que hay que aludir a este fenómeno de la plata
bárkida. Si se acepta que en efecto son retratos de los generales cartagi neses los bustos de) anverso de estas monedas, que además, en su metrolog ía siguen el sistema de )a dracma -lo que ha hecho opinar alguna vez
que se emitieron en las cecas de Emporion, suposición a nuestro juicio
muy gratuita- no tenemos ningún empacho en poder clasificarlas como
g riegas, tanto en Jo que se refiere a sus pesos, como en la idea matriz de
su emisión con eJ busto del gobernante. Esto es una evidente rega lia helenística, y en conju.1to hay que considerarlas como plata griega, aunque
sus emisores sean cartagineses.
Las representaciones de las otras ciudades que emitieron piezas de carácter griego, Sagunto y Saetabis, son .e scasas en esta colección, y ya de
época ibérica bajo el patrón moneta.l romano.
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ESTUDIOS SOBRE NUMISMÁTICA
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Las demás piezas peninsulares recogidas en este Céltálago o son ibéricas, del ciclo del denario y del as, o son monedas de las colonias de época
republicana, hispano latinas, que llegan hasta Tiberio en sus emisiones,
y por consiguient e ligadas siempre aJ sistema metrológico romano.
Creemos, por tanto, que la apelación de monedas griegas que se da
en e.l título de la obra, es necesariamente contestable, y que si se trata
-como parece- d~ un título genera! que en otros fascículos abarcará
monedas auténticamente griegas, en este caso concreto debería haberse
hecho una salvedad, a fin de no continuar manteniendo en la bibliografía
un error manifiesto.
Otros aspectos a señalar es la ordenación de la colección tal como se
publica. Ya e.l hacerla por las grandes divisiones romanas: Hispania Cit erior, Hispania Vlterior, Gallia Narbonensis, se aviene mal con el título del
CO!'ljunto, pero resulta una fórmula cómoda para la clasificación, sobre todo
de cara a un público desconocedor de Ja geografía del país, que de esta
manera, con la ayud.:~ de un atjas antiguo puede localizar fácilmente las
difc>rentes o~cas. Pero esta fórmu,la tiene el inconveniente que deforma
completamente la realidad cíclica de la historia numismática peninsular,
al inc,luir, sin distinción, sólo por el orden alfabético, cecas que pertenec~n a muy distintas épocas y culturas, y al ordenar dentro de una misma
cea. que emitió moneda ibérica y romana, todas las piezas sin distinción.
Est~ método induce necesariamente a confusión al no iniciado. y aunque
parél numísmatas españoles, avezados aj conocimiento de: material, no representa ningún grav~ estorbo, sí lo es y mucho, por lo que tiene de desorientador del proceso de nuestra historia numismática para e.l investigador extranjero que pueda utilizar el volumen. Así bajo lrt rúbrica de Caesaraugusta se incluyen las monedas con leyenda Salduie, con la de Celsa
.las de Kelse, con J.as d~ Emporiae las de Untika, .las de lltirta con llerda,
las de Bolskan con Osea, ba jo )a de Segobriga las d~ Sekobirikes, con .las
de Tarraco las de Kese, y con la de lliberris, las que traen leyenda turdetana llturi .
Esto en una serie alfabética en la que se intercalan las transcripciones
de letreros ibéricos ele cecas que posteriormente ya no emitieron o de las
que no hay ejempla~es en la colección, como Arekorata, Arketurki, Arsaos, Baskunes, Contrebia, Damania (sic), Erala (sic), lltirkesken, Orosi,
Sekaisa, Castulo, 1kalosken (sic), Obulco. Esta mezcla desorienta e impide formarse una idea clara de ,la evolución numismática peninsular. A
nuestro juicio habría sido preferible establecer una ordenación que tuviera
más en cuenta los hechos numismáticos que no una simple lis ta en la que
todo va revuelto, y que al dar topónimos latinos para todas las cecas que
ha sido posible deforma a veces la realidad. La transcripción de jos letre-277-
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ros tbéricos ha sido rE::cha por J. Untermann que ya había hecho excelentes e interesantes incursiones en el dominio numismático, baste recordar
su utilísimo trabajo Zur Gruppierung der hispanischen Reitermün:r:en mit
Legenden in iberischer Schrift, Madrider Milteilungen, 5, 1964, y se ha
s<;>guido .la transliteración que é.l propugnaba (cf. op. cit. cuadro ane jo 1)
que es correcta. Con lo que ya no estamos tan conformes es con la interpretación de algunas leyendas, de las que se considera a efectos de h ipótesis de trabajo como gentilicios, ni con alguna lectura del alfabeto turdetano. Veremos ejemplos de los tres aspectos indicados. En primer lugar
la _latinización de algunos le:trt?ros ibéricos: Damania para .l.as monedas con
letrero ibérico Tamaniu, Erala para las qu.e tra.en letrero que se transcribe E:.ralakos o Ekualakos, ninguno de los cua les tienen fundamento, ni aun
suponiendo la desinencia kos como propia de gentilicio como parece ser
en realidad (cf. A. Tovar, Léxico de las inscripciones ibéricas, Celtibérico
e Ibé rico, Estudios dedicados a R. Menéndez Pidal, 11 , 195 1, p. 28 1 ad
vocem), del mismo modo que es problemática la aproximación efectuada
por Caro y recogida por Tovar (op. cit. pág. 280) entre Tamaniu y la mención en griego de Damania o de los Damanitani .
En cuanto a los gentilicios, eJ presentar las monedas con leyenda 11tirkesken bajo la rúbrica Ilergetes, parece que sea canonizar la teoría de
que se trata de un genti.licio. Aceptado que lo sea, como propugna Tovar
(op c:it. pág. 309, ad vocem), es un poco aventurado clasificar de esa forma. sin más explicación.
Por ú.ltimo, la leyenda turdetana lkal-sken viP.ne transcrita simplemente lka losken. N~ es de.l caso hacer Ja historia de IJs lecturas que se
han dado para esta inscripción monetal. Gómez Moreno ha cambiado repetidamente de opinión, Pío Beltrán, defendía la lectura lgaldesken por la
falta de punto interno en eJ. s1gno con.trovertido (El plomo escrito de la
Bastida de les Alcuses. Addenda et corrigenda, Valencia, Trabajos Varios
del SIP, núm. 23, 1962). Un poco antes, F. Mateu había intentado mantener una lectura insostenible por los valores arbit rarios dados a .los s ignos turdetanos, que rezaba lkaltuneken, identificada con Lucentum y Ali cante (Las cecas ibé ricas bastitanas, IV CASE, Elche, 1948, 228-38). Ma luquer, muy recientemente (Epigrafía prelatina de la península ibérica,
Bar:elona, 1968, 84) ha vuelto sobre .la lectura tradicional, lkalkusken,
que es la que parece más sólida, y .la que propugnaríamos en lugar de la
imposible - desde un punto de vista epigráfico- lkalosken.
No es posible, en una reseña breve como la presente, revisar una por
una todas las piezas, que por otra parte están s iempre bien clasificadas y
atribuidas. Pero muy a menudo no se puede estar de acuerdo con las fechas, generaJmente vagas, que atribuyen a muchas de las monedas. Sin
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ES'fUDIOS SOBRE NUMISMÁTICA
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usar monografías para cada ceca, sino simplemente con un manual de in' reducción como es e l Curso de Numismática de A. Beltrán, se pueden
corregu muchas de las fechaciones, afinándolas, sobre todo en las monedas hispanolatinas, para las que hay criterios sólidos de datación, y que en
la obra que comentamos aparecen ordinariamente fechadas dentro de los
términos cronológicos de) reinado deJ emperador, sin más aproximación.
En conjunto nos hallamos ante una publicación útil e int eresante, perfectamente presentad:J y que no dudamos hará buen servicio a muchos
numísmatas. Incluso desde un punto de vista d.e )a nurr.ismática tradicional 110 habría reparo alguno que oponer ya que se ajusta a las normas ordi '1arias en este tipo de trabajos. Nuestra inquietud va rr.ás bien por la via
d e que sería deseable introducir métodos m1evos en el estudio numismático. esclerotizado hace ya largo tiempo, y nos hace desear un tipo de
orientación en los trabajos, que posib)emente no pueda darseles con el material de que se dispone. Quizá nuestro enfoque vaya más dirigido hacia
la historia monetaria que no hacia Ja numismática en sentido estricto, pero
hoy por hoy los investigadores y especialistas están contestes en que ese
es el camino del porvenir para los estudios numismático~ . Quizá por ello,
e ncabezando este catálogo, nos habría gustado ver una pequeña introducción resumen de la historia de la moneda antigua peninsular, y un mapa
con la .localización de las cecas cuando ~s posible. Siempre se podrá argüir que no es un catálogo de una colección el lugar apropiado para esto,
que más está en los manuales de estudio, pero a nuestro juicio sería un
ouen complemento para un instrumento tan útil como ~1 que reseñamos.
11 . El otro volumen que reclama nuestra atención es, como queda
ckho, de análisis y de interpretación (2). Constituye .la pub.licación de
la Memoria de Licenciatura ant~ la Facultad d,e Filosofía y Letras de la
Universidad de Valladolid, de R. Martín Valls, profesor de la misma Facultad actualmente. En este estudio de la circulación monetaria ibérica hay
clos partes bien diferenciadas qu.e s~ comp.lementan; de un Jado e.l análisis de las cecas y su prob.lemát ica, de.l otro, un estudio de [a economía
peninsular antigua, con hincapié e n las fuentes d~ metales, básicas para
la acuñación. Con los datos sobre la circulación y difusión de las diferentes piezas monetales, se completa el panorama. Veamos suces ivamente los
aspectos tratados con algo más de detalle.
(2) Ricardo MARTIN VALLS, lA circulación monetaria Ibérica, Universidad de Valladolid, 1967.
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En primer lugar, el autor circunscribe la época de las acuñaciones ibéricas dentro de las siguientes techas: para el fin el 45 a. C., en que comienzan a emitirse las series
de la moneda ibérica autónoma, si bien ello no impide que ésta circulase
seguramente hasta la época de Augusto. En cuanto a.l comienzo, señala
qu.e tda mayor parte de las llamadas monedas ibéricas corresponden a la
época de reorganización administrativa de la península el año 132», y más
adelante, añade (pág. 99- 100) que desde un punto de vista metro.lógico,
y sabiendo que el as uncial implantado en 155 no hace más que dar estatuto a una rebaja real del peso del as sextantal
en llevar las primeras acuñaciones ibéricas a l año 178, época idónea para
el comienzo de las emisiones, pues se inicia un período de paz después
de las victorias de Tiberio Sempronio Graco» .
Un excursus posterior lleva al problema planteado en la bibliografía
dP.I llamado aunicequismo ibérico. EJ autor, pulcramente, no rebate .l.a hipótesis de plano, pero la apostilla señalando que en la práctica es indiferente que los cuños se transporten o no, ya que d.e hecho, los centros de
emisión fueron necesariamente estables, arguyendo sobre todo con la abundancia de monedas de la ceca emisora en el lugar tradicionalmente considerado como tal como ocurre con Bolskan o con Cesse cuyas monedas se
hallar, en forma aburtdante en Huesca o T arragona.
Una digresión breve sobre .los medios de difusión económica, en que
hace hincapié en e) papel de los ríos, muchos de ellos navegables en época
4\ntigua, y de la costa, frente a la dificultad que presentan las montañas
(aunque se salve con los pasos naturales, como acontece a uno y otro
lado del Pirineo) abre la puerta a una de las partes fundamentales del
trabajo: la identificación y difusión d.e las distintas cecas. Tras rebatir
con buenos argumentos la hipótesis de Gil Farrés sobre el área d.e curso
legal de las monedas, según .la cual la inscripción señéllaría ésta y :10 la
ceca tradiciona.lmente considerada, pasa a relacionar po•· orden alfabético
y transcritas conforme a) sistema de Gómez Moreno, t0das las cecas ibéricas de las qu.e da la identificación y emplazamiento más plausible. Es un
capítulo de considerable utilidad, sobre todo para aquellos que hayan de
introducirse a problemas de numismática ibérica, pues en una ficha de
<:xt.e nsión reducida, se da notica de las diferentes ide'ltificaciones propuestas por los distintos investigadores, con sus razones, amén de la opinión del autor, que ordinariamente demuestra muy buen criterio, adhir:éndose a las opiniones más sólidas y razonables, a .las que adereza con
e l estudio de la difusión de .los hallazgos, tan ilustrativo, siempre que le
es posible. Resu.lta este capítulo notablemente útij desde e l punto de vista
de tener en forma compendiosa lo que habitualmente es para todos un .fárrago de fichas y papeletas, y sobre todo para los estudiantes que se in-280-
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ESTUDIOS SOBRE !IIUMlS.\\ÁTICt\
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traduzcan a estas cuestiones la posibilidad de tener a m~mo un caudal dd
noticias adecuadamente organizadas, que representarían una larga tarea
de haber de componerlo por sí solos. No vamos a entrar en e.l análisis de
atribuciones, con el que estamos generalmente de acuerdo, tanto en lo
referente a .los emplazamientos como en la selección d ~ testimonios, decidiéndose e.l autor -como queda dicho-- por los más dignos de crédito
a nuestro juicio.
La segunda parte del volumen t ra ta de .la producción económica de
la España Antigua y sus relaciones con la difusión monetaria . A tal fin
estudia en primer lugar e l área de la circulación monetaria ibérica, que
r.o coincide con .la de acuñaciones, sino que es sensiblemente más amp lia. Así, dentro de la península sólo quedan fuera de las corrient es di fusoras el Noroeste:· parte occidenta.l de Santander, Asturias, parte Norte
de León y toda Galicia (por la obvia razón de que su dominio por los romanos no ocurrió hasta la época de Augusto, y aun entonces nomi na lmente como han mostrado Vi gil y Barbero en su 1raba jo sobre los
orígenes sociales de la Reconquista), y el suroeste: Algarve y provincia
de Huelva. En e.l área de difusión S!! incluye naturalmente el sur de Francia, que también lo estaba en la de acuñaciones, y las Baleares a excepción de Ibiza, que disfruta de moneda propia.
En cuanto a la vida económica peninsular com1
eza arrancando de una
t:fis tinción fundamenta l que a menudo se olvida: la diferencia entre la
periferia costera y los terrenos de.l interior. Existe en toda la antigüedad
una clara frontera tácita que separa la Meseta central y aledaños asi mi.lables de las randas costeras. Olvidar este hecho es atarse a no entender buena parte de los fenómenos de Ja historia peninsular y aj pone rla
en el umbral de su estudio muestra eJ autor una vez más su agudeza .
Hay después un anáJisis de las producciones, basado en las fuentes antiguas y repartido en las siguientes rúbricas : agricultura, ganadería, pesca, minería e industria. Es una puesta a punto, con métodos más modernos, y con el apoyo de las nuevas investigaciones y descubrimientos, de
lo que ya s~ decía en la periclitada Hispania de.l prof~sor Schulten, tan
imprecisa y equívoca muchas veces, pero imprescindible porque no había otra cosa. Nuestra situación ha cambiado mucho gracias a los estudios recientes y hoy disponemos de un resumen como el que comentamos que muy bien puede servir de introducción a los capítulos más de tallados que se han pub.licado como contribuciones a la 1 Reunión de Historia de la Economía Antigua de la Península, que se celebró en enero
del año 1969 en la Universidad de Valencia. Unos y otros gozando
de las nuevas investigaciones y sobre todo de un enfoque científico muy
distinto de las ideas preconcebidas y sistemático parti pris que tanto
<~fean los trabajos de Schulten.
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La última parte se dedica a establecer una cronología de la moneda
ibérica en función de los pri.1cipales hechos históricos acaecidos en el
tiempo que duró su circulación, segunda mitad del sig lo segundo y primi'ra mitad del siglo primero ant es de nuestra Era. Así el comienzo de
las acuñaciones, como ya hemos adelant ado, se fecha en 178 : la pacificacion tras la caída de Numancia ve el auge de la plata ibérica, que se
aumenta todavía en tiempo de Sertorio con sus medidas unificadoras desde Bolskan, para cesar en 45, después de Munda, cuando comienza a emitirse ya la moneda hispano .latina. Aún señala con detalle la difusión de
los ha llazgos de las cecas que lo permiten por la abundancia de mat erial
encontrado, refiriéndose a unos mapas que se incluyen en el apéndice
así como una tabla de los hallazgos ordenados por cecas, y el trabajo se
cierra con el establecimiento de unos datos numéricos muy sugest ivos,
como son la preeminencia de acuñaciones de plata en Bolskan, que representa casi un 46 % de la plata encontrada, seguida por Turiaso con
ur. 35 %, mientras para e.l bronce la ceca emisora más notable es Kesse
con su 39 % mientras las cecas que le siguen tienen ya cantidades mínimas. Otro detalle interesante es la t esaurización por parte de determinadas fami.lias, obtenida a base de analizar el número de monedas de
los hallazgos, y que resulta en algunos casos sorprendente por el eiP.vadísimo capital que suponía comparado con el niveJ medio que se ha calculado para .la vida económica del momento.
No quisiéramos encomiar con exceso un t raba jo como el presente de
tan obvia utilidad. Por nuestra parte coincidimos plenamente con el autor
en la forma de tratar ciertos problemas y de solucionarlos, y sobre todo
en su seguimiento de las opiniones más discretas y po3ibles, desdeñando
las elocubraciones que algunos numísmatas, con la mejor voluntad del
mundo, o por afán de novedad, mas con escaso discernimiento, han acuñado, y que siempre es prudente señalar.
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Apostillas a dos nuevos estudios sobre
la numismática antigua peninsular
Con lo presente noto nos proponemos comen tar dos trabajos de recien te
aparición sobre lo Numismático Antiguo peninsular, de muy diverso cariz uno
y otro. El primero, un catálogo descriptivo estrictamente. El segundo uno obro
de investigación y de a ná lisis de uno serie de problemas de historio económico
o través de los monedas. Evidentemente no son complementarios, pero si útiles
y definidores de dos tendencias contrapuestos en lo investigación numismático,
y parece útil ded icarles unos lineas de atención, pues si bien el segundo, publicado dentro del país, tiene que haber conocido uno cierto difusión, el otro,
de aparición recientísimo en Alemania, probablemente aún no se ha difundt do bastante entre los investigadores.
l. Nos encontramos con el primer volumen de .la Sylloge Nummorum
Graecorum Deutschland, en que se describen L monedas que conserva
as
la Staatl iche Münzsammlung de Munich, procedentes de cecas de Hispanía y de la Galia Narbonense ( 1). El volumen, como cabeza de una serie,
viene abierto por una reseña histórica de la formación de la colección,
que puede ser una orientación bastant.e válida a la hora de clarif icar las
proced encias a e las monedas, o al menos d e intu irlas, pues -como es
u!>o común de los estudios numismáticos- o bien son desconocidas, o en
todo caso no se mencionan, y en una colección como la presente, que
reúne fondos comenzados a almacenarse por erudttos y príncipes del si-
(1) Sylloge N ummorum Graecorum Detmcll/and, Staalliche M ünzsammlung Milnchen,
1 Heft: Hispania, 1-341 ; Gallia Nar bonensis, 342-432. Bearbeitet von P. R. FRANKE
und H. K UETHMANN. (Con la colaboración de G. K. Jenkins, O. Rossler y ] . U ntermann), Berlín, Verlag Gebr. Mann, 1968.
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glo XVI, y que ha continuado en crecimiento hasta nuestros días, resulta
casi imposible establecerlas en líneas generales ni que sea remotamente.
Inmediatamente se pasa al catálogo de las monedas, dispuesto en hojaS afrontadas. En el verso de cada folio se da la descripdón y bibliografía
de las piezas que se reproducen a su tamaño en el recto de.l folio siguiente.
De esta manera la consulta y verificación se hallan singularmente simplifici3das, y el volumen resulta muy manejable. Las series se hallan ordenadas en tres apartados geográficos: Hispania Citerior, Hispania Vlterior
y Gallia Narbonensis, y dentro de ellas por los nombres latinos de .las diferentes cecas ordenados alfabéticamente. Incluso las mpnedas con letreros
no latinos, como los ibéricos del sur y de) este y los «libiofénices», se
ordenan dentro de estas series por el nombre .latino de su ceca.
De la Hispania Citerior están representadas monedas de las siguientes
c.ecas : Acci, Arekbra!·a, Arketurki, Arsaos, Baskunes, Bilbilis, Caesaraugusta (incluyendo las de Salduie), Calagurris, Carthago Noua, Cascantum,
Celsa (incluyendo Kelse), CJunia, Contrebia, Damania (sic), Emporiae (incluyendo Untika), Erala (sic) de las que traen la leyenda Eralakos, Ekua13koc;, Ercauica, Graccurris, Ilergetes (sic) para las que llevan .la leyenda
lltirkesken, llerda (incluyendo las piezas de lltirta), llicr, Orosi, Osea (con
lns p i.e zas de Bolskan), Osicerda, Saetabis (sic) pero solo hay una pieza
con leyenda ibérica Saiti, Saguntum, Sekaisa, Segobriga (incluyendo las
monedas con leyenda Sekobirikes), Segouia, Tarraco (y las piezas de Kese),
T uriaso, Valentía.
De la Hispania Vlterior, hay en la colección monedas de Acinipo, Asido
(con .leyenda «libiofénrce»), Bailo (con .leyenda en los mrsmos caracteres),
Carbula, Carmo, Carteia, Castulo (incluyendo las monedas con leyenda
turdetana transcrita Kaste.lo), Corduba y Colonia Patricia, Cunbaria, Emeri ta, Ebora, Gades, lkalosken (sic), l.liberris (una sola moneda con leyenda
llturi), llipa, lrippo, lta.lica, Laelia, Lastigi, Malaka (con los letreros en
escritura púnica), Obulco, Olontigi, Orippo, Osset, Romula, Sexi (con leyendas .e n alfabeto púnico), Traducta, Vlia, Vrso y Ventippo. Además una
serie d e Ebusus, todas ellas con letreros púnicos, y una ceca desconocida
de Gallaecia, identificada según Heiss.
De la Gallia Narbonensis, hay monedas de Avenio, Briganten (sic)
con leyenda Birikanti11 en letra ibérica, Cabellio, Longostaleten, Massalia,
Narbo, Nemausus, y una pieza de ceca desconocida atribuida a Narbo.
Para cada moneda se da un número de inventario, que la identifica
con su reproducción fotográfica, la fecha, descripción y bibliografía; metal, posición del cuño del reverso y peso en gramos afinado hasta las milésimas. El módu.lo puede obtenerse directamente de la reproducción que
es siempre a tamaño natural.
Con miras a }a identificación de las monedas, para todas las de la Pe-274-
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I!STUDIOS SOBRI! NUMISMÁTICA
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ním:ula Ibérica se da la referencia a la obra de Vives, La moneda hispánica,
Madrid, 1926, citada por el numeral del volumen, la página, y el número
ce la pieza. En el Ca!:O de las monedas gaditanas, se ha empleado además
el estudio de E. S. G. Robinson, Punic coins of Spain and their bearing on
the Roman Republican series, Essays in roman coinage presented to H,
Milttingly, Oxford, 1956, 35 ss., y la reciente seriación de A. M. de Guadan, Las mone das de Gades, A. N . E. 1963. Solo en una ocasión, monedas
números 340-34 1, de una ceca desconocida de Gallaecia se ha empleado
e l viejo estudio de A. Heiss, Description géneral des monna ies antiques de
1' Espagne, París, 1870. En fin, para la seriación de las monedas de Ca rthago Noua, se ha usado el estudio de A. Beltrán, Las monedas latinas de
Cartagena, Murcia, 1949.
Para las monedas de la Gallia Narbon~s.Ls, se hace r.e.ferencia a G. F.
Hill, On the coins of Narbonensis with lberian inscriptions, N . York, 1930,
H . de la Tour, Atlas des monnaies gauloises, París, 1892 y A. Blanc:het,
Traité des monnaies gauloises, París, 1905.
Con la descripción y reproducción de 432 mo:1edas. de las que 341
pertenecen a la penír.sula, y el resto a la Galia Narbonense, nos encontramos con una hermosa colección, que si bien no cubrte todos los tipos,
ni siquiera todas las cecas emisoras, constituye una representación abun danh. y selecta, perfectamente seriada y reproducida. Hay sin embargo
'
aspectos que desearíamos discutir en esta noticia. En primer lugar el nombre de.l volumen. Es cierto que hay un uso tradicional entre los numísmatas extranjeros de dar el apelativo de «griega» a la moneda antigua
peninsular en su con junto. Así figura en las ediciones de los catálogos del
Museo Británico, fuentes tan indispensables y t an de primera mano para el
investigador. Todavía en 1965, ha reeditado el volumen Guide to the principal coins the Greeks, c.lasificado conforme a la obra de B. V. Head
(tan anticuada ya en algunos aspectos), y que incluye monedas ibéricas,
con leyenda ibérica, ma.l .leída por cierto, y monedas de .los Bárkidas (cf.
Periodo V. C. núms. 1 y 2; período V I. C. núm. 27 de Sagunto, y núm. 28
de Ce.lse; período VIl . C. núm. 11, de Bolskan; y Addenda, núm. 35, de
Kart- Hadasha). Por ello no hay que extrañarse que se s1ga con una t radición nominal t an peregrina. Pero hoy sabemos bastant.e •nás sobre las monedas antiguas hispánicas, y ya va siendo hora de hacer valer la voz y la
correcta clasificación. No pueden englobarse todas .las piezas de .las diferentes series hispánicas bajo el calificativo de monedas griegas. Es cierto
que algunas se a just an a la metrología griega, y que los orígenes de las acuñaciones peninsulares están poderosamente influidos por la moneda griega,
pero no es menos cierto que Ja mayor parte de.l numerario ibérico común
estd emitido en una etapa en que la dependencia met rológica era de Roma,
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E. LLOBREGAT
y .las series se ordenan según su asimilación a.l denario para la plata y al
as y subdivisores para el bronce. Parece un contrasentido que cuando se
e~tá clasificando como denario y como as, o quadrans o sextans unas monedas, .luego se les cuelgue um etiqueta que no tiene nada que ver.
Concretamente, de las monedas catalogadas en este primer volumen
de .la Sylloge Nummorum Graecorum de Alemania sólo pueden considerarse como griegas las monedas números 99 y 100, de Ampurias, que son
del ciclo de Ja dracma, y que además - a juzgar por Ja reciente tab.la de
fechas que ha publicado A. Beltrán, Economía monetaria de la España Antigua, pág. 284, en Estudios de Economía antiRua de la Penínsu.la Ibérica,
Ba rcelona, 1968- aparecen con una datación un poco tardía.
Además hay .las monedas de Massalia, registradas en el apartado dedkado a la Galia Narbonense, que también, natura lmente siguen e.l sisttma de Ja dracma y sus divisores.
De jas otras series monetales peninsulares, hay escasa representación:
de las monedas fenicio-púnicas nos encontramos con 3 ejemplares de Gadir (núms. 260 a 262) anteriores aJa dominación romana, que se han clasificado de acuerdo con Guadán y Robinson; un grupo de cinco monedas
de Ebusos (números 335 a 339) clasificadas por la secuencia tradicional
de tipos de Ja figura de Bes, con fechas un poco estimativas, y una sola
pieza de tradición bárkida, Ja número 59, acuñada en Cartagena, dej valor de un cuarto de siclo. Está clasificada según Robinscn, y se identifica
la cabeza del anverso con la de Scipio, con interrogante. Como es sabido,
l;:¡ atrrbución de estas piezas a retratos d.e los Bárkidas, defendida por Beltrán y también por Robinson, ha sido puesta en duda en fecha reciente
por Navascués (cf. Ni Bárkidas ni Escipión, Homenaü~ a Mergelina, Murcia 1961). No entramo:; en esta discusión, que es de suyo marginal aJ tema
que nos ocupa, pero si hablamos de monedas griegas y de lo acertado o
no de llamar.las así, parece que hay que aludir a este fenómeno de la plata
bárkida. Si se acepta que en efecto son retratos de los generales cartagi neses los bustos de) anverso de estas monedas, que además, en su metrolog ía siguen el sistema de )a dracma -lo que ha hecho opinar alguna vez
que se emitieron en las cecas de Emporion, suposición a nuestro juicio
muy gratuita- no tenemos ningún empacho en poder clasificarlas como
g riegas, tanto en Jo que se refiere a sus pesos, como en la idea matriz de
su emisión con eJ busto del gobernante. Esto es una evidente rega lia helenística, y en conju.1to hay que considerarlas como plata griega, aunque
sus emisores sean cartagineses.
Las representaciones de las otras ciudades que emitieron piezas de carácter griego, Sagunto y Saetabis, son .e scasas en esta colección, y ya de
época ibérica bajo el patrón moneta.l romano.
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ESTUDIOS SOBRE NUMISMÁTICA
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Las demás piezas peninsulares recogidas en este Céltálago o son ibéricas, del ciclo del denario y del as, o son monedas de las colonias de época
republicana, hispano latinas, que llegan hasta Tiberio en sus emisiones,
y por consiguient e ligadas siempre aJ sistema metrológico romano.
Creemos, por tanto, que la apelación de monedas griegas que se da
en e.l título de la obra, es necesariamente contestable, y que si se trata
-como parece- d~ un título genera! que en otros fascículos abarcará
monedas auténticamente griegas, en este caso concreto debería haberse
hecho una salvedad, a fin de no continuar manteniendo en la bibliografía
un error manifiesto.
Otros aspectos a señalar es la ordenación de la colección tal como se
publica. Ya e.l hacerla por las grandes divisiones romanas: Hispania Cit erior, Hispania Vlterior, Gallia Narbonensis, se aviene mal con el título del
CO!'ljunto, pero resulta una fórmula cómoda para la clasificación, sobre todo
de cara a un público desconocedor de Ja geografía del país, que de esta
manera, con la ayud.:~ de un atjas antiguo puede localizar fácilmente las
difc>rentes o~cas. Pero esta fórmu,la tiene el inconveniente que deforma
completamente la realidad cíclica de la historia numismática peninsular,
al inc,luir, sin distinción, sólo por el orden alfabético, cecas que pertenec~n a muy distintas épocas y culturas, y al ordenar dentro de una misma
cea. que emitió moneda ibérica y romana, todas las piezas sin distinción.
Est~ método induce necesariamente a confusión al no iniciado. y aunque
parél numísmatas españoles, avezados aj conocimiento de: material, no representa ningún grav~ estorbo, sí lo es y mucho, por lo que tiene de desorientador del proceso de nuestra historia numismática para e.l investigador extranjero que pueda utilizar el volumen. Así bajo lrt rúbrica de Caesaraugusta se incluyen las monedas con leyenda Salduie, con la de Celsa
.las de Kelse, con J.as d~ Emporiae las de Untika, .las de lltirta con llerda,
las de Bolskan con Osea, ba jo )a de Segobriga las d~ Sekobirikes, con .las
de Tarraco las de Kese, y con la de lliberris, las que traen leyenda turdetana llturi .
Esto en una serie alfabética en la que se intercalan las transcripciones
de letreros ibéricos ele cecas que posteriormente ya no emitieron o de las
que no hay ejempla~es en la colección, como Arekorata, Arketurki, Arsaos, Baskunes, Contrebia, Damania (sic), Erala (sic), lltirkesken, Orosi,
Sekaisa, Castulo, 1kalosken (sic), Obulco. Esta mezcla desorienta e impide formarse una idea clara de ,la evolución numismática peninsular. A
nuestro juicio habría sido preferible establecer una ordenación que tuviera
más en cuenta los hechos numismáticos que no una simple lis ta en la que
todo va revuelto, y que al dar topónimos latinos para todas las cecas que
ha sido posible deforma a veces la realidad. La transcripción de jos letre-277-
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(j
E. LLOBRECAT
ros tbéricos ha sido rE::cha por J. Untermann que ya había hecho excelentes e interesantes incursiones en el dominio numismático, baste recordar
su utilísimo trabajo Zur Gruppierung der hispanischen Reitermün:r:en mit
Legenden in iberischer Schrift, Madrider Milteilungen, 5, 1964, y se ha
s<;>guido .la transliteración que é.l propugnaba (cf. op. cit. cuadro ane jo 1)
que es correcta. Con lo que ya no estamos tan conformes es con la interpretación de algunas leyendas, de las que se considera a efectos de h ipótesis de trabajo como gentilicios, ni con alguna lectura del alfabeto turdetano. Veremos ejemplos de los tres aspectos indicados. En primer lugar
la _latinización de algunos le:trt?ros ibéricos: Damania para .l.as monedas con
letrero ibérico Tamaniu, Erala para las qu.e tra.en letrero que se transcribe E:.ralakos o Ekualakos, ninguno de los cua les tienen fundamento, ni aun
suponiendo la desinencia kos como propia de gentilicio como parece ser
en realidad (cf. A. Tovar, Léxico de las inscripciones ibéricas, Celtibérico
e Ibé rico, Estudios dedicados a R. Menéndez Pidal, 11 , 195 1, p. 28 1 ad
vocem), del mismo modo que es problemática la aproximación efectuada
por Caro y recogida por Tovar (op. cit. pág. 280) entre Tamaniu y la mención en griego de Damania o de los Damanitani .
En cuanto a los gentilicios, eJ presentar las monedas con leyenda 11tirkesken bajo la rúbrica Ilergetes, parece que sea canonizar la teoría de
que se trata de un genti.licio. Aceptado que lo sea, como propugna Tovar
(op c:it. pág. 309, ad vocem), es un poco aventurado clasificar de esa forma. sin más explicación.
Por ú.ltimo, la leyenda turdetana lkal-sken viP.ne transcrita simplemente lka losken. N~ es de.l caso hacer Ja historia de IJs lecturas que se
han dado para esta inscripción monetal. Gómez Moreno ha cambiado repetidamente de opinión, Pío Beltrán, defendía la lectura lgaldesken por la
falta de punto interno en eJ. s1gno con.trovertido (El plomo escrito de la
Bastida de les Alcuses. Addenda et corrigenda, Valencia, Trabajos Varios
del SIP, núm. 23, 1962). Un poco antes, F. Mateu había intentado mantener una lectura insostenible por los valores arbit rarios dados a .los s ignos turdetanos, que rezaba lkaltuneken, identificada con Lucentum y Ali cante (Las cecas ibé ricas bastitanas, IV CASE, Elche, 1948, 228-38). Ma luquer, muy recientemente (Epigrafía prelatina de la península ibérica,
Bar:elona, 1968, 84) ha vuelto sobre .la lectura tradicional, lkalkusken,
que es la que parece más sólida, y .la que propugnaríamos en lugar de la
imposible - desde un punto de vista epigráfico- lkalosken.
No es posible, en una reseña breve como la presente, revisar una por
una todas las piezas, que por otra parte están s iempre bien clasificadas y
atribuidas. Pero muy a menudo no se puede estar de acuerdo con las fechas, generaJmente vagas, que atribuyen a muchas de las monedas. Sin
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ES'fUDIOS SOBRE NUMISMÁTICA
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usar monografías para cada ceca, sino simplemente con un manual de in' reducción como es e l Curso de Numismática de A. Beltrán, se pueden
corregu muchas de las fechaciones, afinándolas, sobre todo en las monedas hispanolatinas, para las que hay criterios sólidos de datación, y que en
la obra que comentamos aparecen ordinariamente fechadas dentro de los
términos cronológicos de) reinado deJ emperador, sin más aproximación.
En conjunto nos hallamos ante una publicación útil e int eresante, perfectamente presentad:J y que no dudamos hará buen servicio a muchos
numísmatas. Incluso desde un punto de vista d.e )a nurr.ismática tradicional 110 habría reparo alguno que oponer ya que se ajusta a las normas ordi '1arias en este tipo de trabajos. Nuestra inquietud va rr.ás bien por la via
d e que sería deseable introducir métodos m1evos en el estudio numismático. esclerotizado hace ya largo tiempo, y nos hace desear un tipo de
orientación en los trabajos, que posib)emente no pueda darseles con el material de que se dispone. Quizá nuestro enfoque vaya más dirigido hacia
la historia monetaria que no hacia Ja numismática en sentido estricto, pero
hoy por hoy los investigadores y especialistas están contestes en que ese
es el camino del porvenir para los estudios numismático~ . Quizá por ello,
e ncabezando este catálogo, nos habría gustado ver una pequeña introducción resumen de la historia de la moneda antigua peninsular, y un mapa
con la .localización de las cecas cuando ~s posible. Siempre se podrá argüir que no es un catálogo de una colección el lugar apropiado para esto,
que más está en los manuales de estudio, pero a nuestro juicio sería un
ouen complemento para un instrumento tan útil como ~1 que reseñamos.
11 . El otro volumen que reclama nuestra atención es, como queda
ckho, de análisis y de interpretación (2). Constituye .la pub.licación de
la Memoria de Licenciatura ant~ la Facultad d,e Filosofía y Letras de la
Universidad de Valladolid, de R. Martín Valls, profesor de la misma Facultad actualmente. En este estudio de la circulación monetaria ibérica hay
clos partes bien diferenciadas qu.e s~ comp.lementan; de un Jado e.l análisis de las cecas y su prob.lemát ica, de.l otro, un estudio de [a economía
peninsular antigua, con hincapié e n las fuentes d~ metales, básicas para
la acuñación. Con los datos sobre la circulación y difusión de las diferentes piezas monetales, se completa el panorama. Veamos suces ivamente los
aspectos tratados con algo más de detalle.
(2) Ricardo MARTIN VALLS, lA circulación monetaria Ibérica, Universidad de Valladolid, 1967.
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En primer lugar, el autor circunscribe la época de las acuñaciones ibéricas dentro de las siguientes techas: para el fin el 45 a. C., en que comienzan a emitirse las series
seguramente hasta la época de Augusto. En cuanto a.l comienzo, señala
qu.e tda mayor parte de las llamadas monedas ibéricas corresponden a la
época de reorganización administrativa de la península el año 132», y más
adelante, añade (pág. 99- 100) que desde un punto de vista metro.lógico,
y sabiendo que el as uncial implantado en 155 no hace más que dar estatuto a una rebaja real del peso del as sextantal
el comienzo de las emisiones, pues se inicia un período de paz después
de las victorias de Tiberio Sempronio Graco» .
Un excursus posterior lleva al problema planteado en la bibliografía
dP.I llamado aunicequismo ibérico. EJ autor, pulcramente, no rebate .l.a hipótesis de plano, pero la apostilla señalando que en la práctica es indiferente que los cuños se transporten o no, ya que d.e hecho, los centros de
emisión fueron necesariamente estables, arguyendo sobre todo con la abundancia de monedas de la ceca emisora en el lugar tradicionalmente considerado como tal como ocurre con Bolskan o con Cesse cuyas monedas se
hallar, en forma aburtdante en Huesca o T arragona.
Una digresión breve sobre .los medios de difusión económica, en que
hace hincapié en e) papel de los ríos, muchos de ellos navegables en época
4\ntigua, y de la costa, frente a la dificultad que presentan las montañas
(aunque se salve con los pasos naturales, como acontece a uno y otro
lado del Pirineo) abre la puerta a una de las partes fundamentales del
trabajo: la identificación y difusión d.e las distintas cecas. Tras rebatir
con buenos argumentos la hipótesis de Gil Farrés sobre el área d.e curso
legal de las monedas, según .la cual la inscripción señéllaría ésta y :10 la
ceca tradiciona.lmente considerada, pasa a relacionar po•· orden alfabético
y transcritas conforme a) sistema de Gómez Moreno, t0das las cecas ibéricas de las qu.e da la identificación y emplazamiento más plausible. Es un
capítulo de considerable utilidad, sobre todo para aquellos que hayan de
introducirse a problemas de numismática ibérica, pues en una ficha de
<:xt.e nsión reducida, se da notica de las diferentes ide'ltificaciones propuestas por los distintos investigadores, con sus razones, amén de la opinión del autor, que ordinariamente demuestra muy buen criterio, adhir:éndose a las opiniones más sólidas y razonables, a .las que adereza con
e l estudio de la difusión de .los hallazgos, tan ilustrativo, siempre que le
es posible. Resu.lta este capítulo notablemente útij desde e l punto de vista
de tener en forma compendiosa lo que habitualmente es para todos un .fárrago de fichas y papeletas, y sobre todo para los estudiantes que se in-280-
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ESTUDIOS SOBRE !IIUMlS.\\ÁTICt\
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traduzcan a estas cuestiones la posibilidad de tener a m~mo un caudal dd
noticias adecuadamente organizadas, que representarían una larga tarea
de haber de componerlo por sí solos. No vamos a entrar en e.l análisis de
atribuciones, con el que estamos generalmente de acuerdo, tanto en lo
referente a .los emplazamientos como en la selección d ~ testimonios, decidiéndose e.l autor -como queda dicho-- por los más dignos de crédito
a nuestro juicio.
La segunda parte del volumen t ra ta de .la producción económica de
la España Antigua y sus relaciones con la difusión monetaria . A tal fin
estudia en primer lugar e l área de la circulación monetaria ibérica, que
r.o coincide con .la de acuñaciones, sino que es sensiblemente más amp lia. Así, dentro de la península sólo quedan fuera de las corrient es di fusoras el Noroeste:· parte occidenta.l de Santander, Asturias, parte Norte
de León y toda Galicia (por la obvia razón de que su dominio por los romanos no ocurrió hasta la época de Augusto, y aun entonces nomi na lmente como han mostrado Vi gil y Barbero en su 1raba jo sobre los
orígenes sociales de la Reconquista), y el suroeste: Algarve y provincia
de Huelva. En e.l área de difusión S!! incluye naturalmente el sur de Francia, que también lo estaba en la de acuñaciones, y las Baleares a excepción de Ibiza, que disfruta de moneda propia.
En cuanto a la vida económica peninsular com1
eza arrancando de una
t:fis tinción fundamenta l que a menudo se olvida: la diferencia entre la
periferia costera y los terrenos de.l interior. Existe en toda la antigüedad
una clara frontera tácita que separa la Meseta central y aledaños asi mi.lables de las randas costeras. Olvidar este hecho es atarse a no entender buena parte de los fenómenos de Ja historia peninsular y aj pone rla
en el umbral de su estudio muestra eJ autor una vez más su agudeza .
Hay después un anáJisis de las producciones, basado en las fuentes antiguas y repartido en las siguientes rúbricas : agricultura, ganadería, pesca, minería e industria. Es una puesta a punto, con métodos más modernos, y con el apoyo de las nuevas investigaciones y descubrimientos, de
lo que ya s~ decía en la periclitada Hispania de.l prof~sor Schulten, tan
imprecisa y equívoca muchas veces, pero imprescindible porque no había otra cosa. Nuestra situación ha cambiado mucho gracias a los estudios recientes y hoy disponemos de un resumen como el que comentamos que muy bien puede servir de introducción a los capítulos más de tallados que se han pub.licado como contribuciones a la 1 Reunión de Historia de la Economía Antigua de la Península, que se celebró en enero
del año 1969 en la Universidad de Valencia. Unos y otros gozando
de las nuevas investigaciones y sobre todo de un enfoque científico muy
distinto de las ideas preconcebidas y sistemático parti pris que tanto
<~fean los trabajos de Schulten.
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La última parte se dedica a establecer una cronología de la moneda
ibérica en función de los pri.1cipales hechos históricos acaecidos en el
tiempo que duró su circulación, segunda mitad del sig lo segundo y primi'ra mitad del siglo primero ant es de nuestra Era. Así el comienzo de
las acuñaciones, como ya hemos adelant ado, se fecha en 178 : la pacificacion tras la caída de Numancia ve el auge de la plata ibérica, que se
aumenta todavía en tiempo de Sertorio con sus medidas unificadoras desde Bolskan, para cesar en 45, después de Munda, cuando comienza a emitirse ya la moneda hispano .latina. Aún señala con detalle la difusión de
los ha llazgos de las cecas que lo permiten por la abundancia de mat erial
encontrado, refiriéndose a unos mapas que se incluyen en el apéndice
así como una tabla de los hallazgos ordenados por cecas, y el trabajo se
cierra con el establecimiento de unos datos numéricos muy sugest ivos,
como son la preeminencia de acuñaciones de plata en Bolskan, que representa casi un 46 % de la plata encontrada, seguida por Turiaso con
ur. 35 %, mientras para e.l bronce la ceca emisora más notable es Kesse
con su 39 % mientras las cecas que le siguen tienen ya cantidades mínimas. Otro detalle interesante es la t esaurización por parte de determinadas fami.lias, obtenida a base de analizar el número de monedas de
los hallazgos, y que resulta en algunos casos sorprendente por el eiP.vadísimo capital que suponía comparado con el niveJ medio que se ha calculado para .la vida económica del momento.
No quisiéramos encomiar con exceso un t raba jo como el presente de
tan obvia utilidad. Por nuestra parte coincidimos plenamente con el autor
en la forma de tratar ciertos problemas y de solucionarlos, y sobre todo
en su seguimiento de las opiniones más discretas y po3ibles, desdeñando
las elocubraciones que algunos numísmatas, con la mejor voluntad del
mundo, o por afán de novedad, mas con escaso discernimiento, han acuñado, y que siempre es prudente señalar.
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